El evangelio de Juan 1:29 dice, El siguiente día Juan el Bautista vio que Jesús venía hacia él, y dijo: Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. ¡EN UNA SOLA ORACIÓN TENEMOS LA ESENCIA DEL MENSAJE CRISTIANO!

Es bien difícil para los oídos de la gente del Oeste, como nosotras, de poder apreciar el anuncio de Juan, PERO SUS PALABRAS TRAJERON UNA AVALANCHA DE SIGNIFICADO a las mentes de los judíos.

Hace unos años, visité un museo en San Diego. A lo que caminaba por el museo, noté una pintura bien pequeña y bien antigua -- del año 1,525 – colgado en una solitaria pared. A lo que miraba el cuadro más detenidamente, vi que era una representación – CASI FOTOGRÁFICA -- de un cordero.

Alrededor de la cabeza del cordero – casi imperceptiblemente -- había una aureola. A lo que miraba más cuidadosamente, noté que las piernas del cordero estaban amarradas, y que el animal, LIGERAMENTE VELADO POR EL FONDO OSCURO, estaba atado a una cruz. El título estaba en latín “Agnus Dei”, que es “Cordero de Dios”.

Se me salían las lágrimas. Estuve parada mirando esta pintura por largo rato. No fue solo la belleza de la pintura LA QUE ME MANTUVO AHÍ, sino la teología de la Expiación. Las palabras de” Juan el Bautista” habían tocado mi corazón… ¡EL CORDERO DE DIOS!

Un cordero era un animal de sacrificio entre los judíos. Dios le había enseñado a Su gente a matar un cordero, y salpicar su sangre como sacrificio. El cordero era matado, COMO SUBSTITUTO, y su sangre era derramada para que los pecados fueran perdonados.

Sin embargo, la sangre de los corderos, DURANTE EL ANTIGUO TESTAMENTO, no podía deshacerse del pecado. Estos corderos eran retratos o tipos, apuntando al hecho de que Dios, ALGÚN DÍA PROVEERÍA AL CORDERO, que realmente quitaría el pecado. A través de los años, los judíos piadosos habían esperado la llegada de este Cordero.

Ahora, por fin, el momento había llegado, y Juan el Bautista estaba anunciando la llegada del verdadero Cordero de Dios. La llegada de Jesús fue un momento cargado de posibilidades. ¡LA FIESTA DE LA PASCUA SE ACERCABA! ֎ La Pascua era una fiesta, que conmemoraba el éxodo de Israel de Egipto.

También conmemoraba el nacimiento de la nación hebrea, y la demostración de la redención por la sangre del cordero. Por siglos, la consciencia de Israel había sido programada con la idea del cordero sacrificado.

Con la declaración de Juan: Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo, la mente de los judíos se remontó a la época de Abrahán e Isaac, cuando Isaac dijo en Génesis 22:7-8, Aquí están el fuego y la leña, pero ¿dónde está el cordero para el holocausto, padre mío?

8 Y Abrahán respondió: Dios proveerá el cordero para el holocausto, hijo mío. La declaración de Juan el Bautista dejó bien claro que Jesús sería el sacrificio por el pecado.

También los oyentes de Juan, indudablemente, pensarían en el Cordero de la Pascua, la aplicación de la sangre sobre las puertas, y las bellísimas palabras de Isaías 53:6-7, Todos perderemos el rumbo, como ovejas, y cada uno tomará su propio camino. Pero el Señor CARGARÁ SOBRE ÉL todo el peso de nuestros pecados.

7 Se verá angustiado y afligido, pero jamás emitirá una queja; será llevado al matadero, como un cordero; y como oveja delante de sus trasquiladores, se callará y no abrirá su boca.

Juan identificó correctamente a Jesús, COMO NUESTRO CORDERO PASCUAL, quien pagó voluntariamente nuestra deuda del pecado, ¡Y LA CANCELÓ POR COMPLETO! 2 Corintios 5:21 dice, Al que no cometió ningún pecado, POR NOSOTROS, Dios lo hizo pecado, para que en Él nosotros fuéramos hechos justicia de Dios.

Hoy en día, nosotras pensamos en corderos como gentiles y sin pretensiones. Este significado también lo vemos en la Biblia. ¿Pero qué clase de Ser divino, de gobernante, o de Salvador tendría un título tan debilucho… asociado a Sí Mismo?

Irónicamente, SOLO DIOS – QUE ES MAYOR Y MÁS FUERTE – ¡ES AMBOS! ES UN DIOS TODOPODEROSO, Y A LA VEZ, ES UN DÉBIL CORDERO. Juan el Bautista declara valientemente QUE ESTE NO ERA UN CORDERO ORDINARIO, sino un cordero cuyo sacrificio proveería el perdón de pecados para todos.

A pesar de que Jesús ha completado Su obra sacrificial, todavía retiene el título de “CORDERO DE DIOS”, que sirve como recordatorio DEL PUNTO MÁS BAJO DE SU VIDA EN LA TIERRA. ¡Y TAMBIÉN DE SU PUNTO DE MAYOR TRIUNFO! La cruz fue su momento decisivo, COMO SER HUMANO.

¡Dios había provisto el Cordero para satisfacer la necesidad más profunda de los seres humanos! La predicación de Juan motivó a la voluntad humana a cambiar… ¡PERO FUE EL MENSAJE DE CRISTO “QUE TRAJO EL PODER PARA CAMBIAR”!

Juan no presentó a Jesús a la nación, como el Hijo de Dios, ni como el Santo de Dios, ni como el Cristo de Dios, ni como la Palabra de Dios. Él fue directamente a la esencia de la necesidad de Israel -- de la necesidad de todo el mundo. ¡ÉL PROCLAMÓ A CRISTO COMO EL CORDERO DE DIOS!

Aunque el bautismo de Juan, HABÍA CONFRONTADO A LA GENTE ACERCA DE SU NECESIDAD DE ARREPENTIRSE, ellos necesitaban mucho más que arrepentimiento. ¡ELLOS NECESITABAN REDENCIÓN! Ninguna cantidad de agua podía quitar la mancha del pecado. ¡SE REQUERÍA SANGRE!

Y no la sangre de toros y cabras, QUE NUNCA PODÍA QUITAR EL PECADO, ni la sangre de un ordinario cordero. Se necesitaba el derramamiento de “LA PRECIOSA SANGRE DE CRISTO”, para que la redención fuera posible por el Cordero de Dios.

J. C. Jones declara que este versículo ESTABLECE LA EXCELENCIA de la expiación cristiana: (1) Mientras que los sacrificios del judaísmo eran corderos irracionales, EL SACRIFICIO DEL CRISTIANISMO ES EL CORDERO DIOS.

(2) Mientras que los sacrificios del judaísmo traían el pecado a la memoria de la gente “CADA AÑO” el sacrificio del cristianismo quitó el pecado. “Jesús quitó el pecado por medio del sacrificio de Sí Mismo”.

(3) Mientras que los sacrificios judíos, ESTABAN DESTINADOS A BENEFICIAR A UNA SOLA NACIÓN, el sacrificio del cristianismo está destinado a beneficiar a todas las naciones: “Jesús quita los pecados del mundo”.

¿Vemos nuestro sufrimiento y nuestras dificultades como algo deshonroso? ¡A LO MEJOR SÍ! Sin embargo, JESÚS NO VIO SU SUFRIMIENTO DE ESA MANERA. ¡Y nosotras tampoco tenemos que hacerlo! En medio de nuestro sufrimiento, PODREMOS VER LA MANO DE DIOS, Y PODREMOS PERMITIRLE QUE LA USE PARA GLORIFICARSE SÍ MISMO, ¡Y ATRAER A OTROS A CRISTO!