El buen rey de España, conocido como Alfonso XIX se enteró que los muchachos, que servían en su corte, se estaban olvidando de orar antes de las comidas. Así que decidió enseñarles una lección. El rey dio un gran banquete e invitó a los muchachos a que asistieran.

A mitad de la cena entró un mendigo todo andrajoso, se sentó, y comenzó a comer vorazmente. Cuando terminó de comer, se levantó, y se fue sin decir ni media palabra. Los muchachos gritaron, “Ese desdichado “malagradecido” debiera ser azotado. ¡Él comió la comida del rey y nunca demostró gratitud!”

El rey se puso de pie. Hubo un gran silencio. Les dijo a los muchachos, “Todos los días ustedes han recibido “las ricas bendiciones de la vida” de la mano de su Padre Celestial.

Ustedes han gozado de Su luz del sol, han respirado Su aire, han comido Su comida “que Él proveyó”, y no se han tomado la molestia de decir ‘GRACIAS’ por nada de eso. ¡Ustedes son más malagradecidos que ese mendigo”!

El Salmo 105:1-4 dice, ¡Alaben al Señor, invoquen su nombre! ¡Que los pueblos reconozcan sus obras! 2 ¡Canten, sí, cántenle salmos! ¡Proclamen todas sus maravillas! 3 ¡Regocíjense en su santo nombre! ¡Alégrense de corazón los que buscan al Señor! 4 ¡Busquen el poder del Señor! ¡Busquen siempre a Dios!

Alguien definió el hogar… “como el lugar donde mejor nos tratan, ¡y donde más nos quejamos!” ¡Eso es tan cierto! © Una vez un muchacho, me dijo, “Mi papá nunca me habla, a menos que quiera gritarme, o preguntarme acerca de mis calificaciones del colegio. ¡Una palabra de aliento ‘de vez en cuando’ no estaría del todo mal!”

Los consejeros matrimoniales nos dicen, que una de las causas “principales” de los problemas matrimoniales es “el de no valorarse el uno al otro.” Estar agradecidos a Dios “el uno por el otro” es el secreto de un hogar feliz, y es el Espíritu Santo quien nos da el deseo de ser agradecidos.

Nosotros sabemos, tanto por la Escritura, como por los impulsos de nuestros corazones, que debemos ser agradecidas a Dios. Me encanta lo que Enrique Ward dijo, “La gratitud es la flor “más hermosa” que brota del alma”.

No podemos entender las implicaciones “profundas” de la gracia de Dios -- y tener una actitud desagradecida… al mismo tiempo. A decir verdad, el apóstol Pablo conecta la gratitud con el verdadero conocimiento de Dios… ¡y el deseo de glorificarlo! ¡Es un principio inviolable de las escrituras! ¡Reconocer lo que Dios “ha hecho” es ser agradecida!

¿Qué significa todo esto para nosotras? ¿Es simplemente una actitud del corazón? Aunque comienza ahí, nosotros sabemos que tiene que haber algo más. Cuando estamos realmente agradecidas “por lo que otra persona ha hecho por nosotras”, queremos hacer algo por él o por ella… ¿No es cierto? © ¿Tenemos nosotras el mismo deseo por Dios?

Nuestra gratitud hace que tengamos “un gran deseo” de ofrecerle a Dios alguna ofrenda, ¡cómo un acto de devoción! Si es así, este Salmo nos da “por lo menos” una respuesta natural a Su gracia… ¡PODEMOS HACER A DIOS CONOCIDO! La gracia de Dios es profundamente personal… ¡pero no es privada!

Muchas veces, la Escritura dice que Dios desea ser conocido entre las familias, los pueblos y las naciones. Desde las multitudes pasando a través del Mar Rojo, a los que se beneficiaron de los milagros de Jesús, la respuesta natural a la misericordia de Dios -- ha sido siempre -- un deseo profundo de contársela a todo el mundo.

La visión que la Biblia nos da “de la gratitud” … ¡es una proclamación de la bondad de Dios! Si no tenemos ningún deseo de proclamarlo, a lo mejor no tenemos una conciencia profunda de Sus Palabras. ¡La bondad de Dios es demasiado buena para no compartirla!

¿Tienes el deseo de que otros sepan cuan bueno es tu Dios? ¡Dios es digno de la máxima reputación que puedas proclamar! Colosenses 3:15 dice, Que en el corazón de ustedes gobierne la paz de Cristo, a la cual fueron llamados en un solo cuerpo. Y sean agradecidos.

Empieza tu día con un corazón agradecido. Tu vida cambiará “radicalmente” cuando tu gratitud es más grande que tus quejas.

¡A nadie le gusta no ser apreciada! Esto aplica “en todo momento” y a toda la gente. Pero especialmente, aplica a aquellos que han hecho grandes sacrificios por otros. Así que, imagínense como se siente Dios, cuando la gente “no hace otra cosa que quejarse de todo… hasta de los detalles más triviales de nuestras vidas.

Si no hay paz… ¡es que falta un espíritu de gratitud! Y si falta un espíritu de gratitud, también falta un reconocimiento de las misericordias de Dios. Pero cuando comprendemos Su misericordia… ¡el resultado es el agradecimiento! El agradecimiento produce paz y descanso. ¡Un corazón alterado está ignorando la bondad de Dios!

Aquel que formó nuestros corazones “sabe muy bien” que cuando estamos preocupadas por los problemas de la vida, es que hemos agrandado nuestros problemas… ¡haciéndolos más grandes que Dios! ¡Y Dios quiere arreglar las cosas! ¡Él es más grande que los problemas! Un corazón que sabe esto… ¡puede tener paz! ¡Si!

Nosotros podemos descansar en el Señor, y dar gracias. ¡Podemos ver la vida como realmente es! Es increíble, “que el Dios autosuficiente del universo”, busque nuestro amor y nuestra gratitud… ¡PERO ES VERDAD!

Una y otra vez, la Biblia nos suplica… que solo lo amemos a Él, solo lo sirvamos a Él, que tengamos comunión con Él, que busquemos Su voluntad sobre todo lo demás, y que encontremos nuestro descanso en Él.

Y Dios llama a nuestros corazones inquietos, a que finalmente, permanezcamos en Su amor. ¡Mide el nivel de gratitud en tu corazón! ¡Es muy fácil de ver! Si la amargura y las quejas son frecuentes en ti… ¡LA GRATITUD NO LO ES! ¡Ya es tiempo de cultivar un espíritu de agradecimiento!

Efesios 5:20 dice, Den siempre gracias “por todo” al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Cuando nos encontramos en dificultades, se nos hace difícil dar las gracias. Sin embargo, debemos cobrar ánimo, y recordar “que en todas las cosas” … ¡Dios obra para nuestro bien!

Demos gracias a Dios, no necesariamente por los problemas, sino por las fuerzas “que Él nos da” para enfrentarlos, y por el carácter “que está formando en nosotros” mediante las experiencias difíciles de la vida. Podemos estar seguras “de que el amor perfecto de Dios”, nos sostendrá en todo momento.

La Madre Teresa de Calcuta, dijo: “La mejor manera de mostrarle mi gratitud a Dios es de aceptar todo “hasta mis problemas” con alegría”.

La gratitud nos mantiene conscientes de la presencia de Dios, edifica nuestra confianza, y fortalece nuestro testimonio. Debemos darnos cuenta -- que el agradecimiento no está basado en las emociones -- ¡ni en el resultado de alguna situación!

Nosotros debemos ser agradecidas, “aun durante las pruebas”, porque el Señor nos ha prometido “disponer todas las cosas” para nuestro bien. Es decir, que Él tiene un propósito para cada una de nuestras experiencias, ya sean agradables o difíciles.

Cuando tenemos un gran problema – y no vemos una salida -- hace que corramos a Dios, agradecidas de que Él se ha comprometido a obrar, a nuestro favor. Por su parte, la creyente debe confiar, que Dios traerá algo bueno de las pruebas, y de descubrir Su plan, “dándonos una razón más” … para ser agradecidas a Él.

La mayoría de las personas dejan -- que las heridas y el estrés -- las vuelvan pesimistas, “impactando negativamente” cada faceta de su vida. Sin embargo, los creyentes tienen al Espíritu de Dios “obrando dentro de ellos” para darles valentía y agradecimiento. Cuando demostramos agradecimiento en circunstancias duras… ¡LA GENTE LO NOTA!

Tus compañeros de trabajo, tu familia y tus amigas querrán tener la paz y la energía que vienen de una relación agradecida al Señor. Así que, sea lo que sea “que estés pasando hoy”, sigue adelante, desafía toda lógica… ¡ALABA A DIOS! ¡Y DALE LAS GRACIAS!