La Historia de Dos Hijos y La Historia del Unico Hijo

ABRAN SU BIBLIA A MATEO 21:28-46

En el siglo once, el Rey Enrique III de Baviera se cansó de la vida cortesana y de las presiones de la monarquía. Presentó su aplicación al Superior del monasterio de la zona, pidiéndole ser aceptado, como monje, y pasar el resto de su vida en el monasterio.

“Su Majestad,” dijo el Superior, “¿Entiende usted lo que este voto significa? Es un voto de total obediencia. Eso le va a ser muy difícil, porque usted es Rey.”

“Yo entiendo,” dijo el rey. “Pero le prometo que lo obedeceré para el resto de mi vida…porque Yo se que usted sigue los pasos de Cristo.”

“Bueno, le diré lo que tiene que hacer,” dijo el Superior. “Regrese al trono y sirva fielmente en el lugar donde Dios lo ha puesto.” ►Cuando el Rey Enrique murió, esto se escribió de él: “El Rey aprendió a gobernar siendo obediente.”

Cuando nos cansamos del rol que desempeñamos en esta vida, es bueno recordar que Dios nos ha puesto en un lugar específico… y nos a dicho que nos quedemos ahí… y que florezcamos ahí … ya sea como mamá, esposa, hija, maestra, contadora, enfermera… o en el ministerio, o en cualquier otro lugar.

Jesucristo espera que seamos fieles en el lugar que El nos ha puesto, que seamos obedientes, y cuando El regrese, reinaremos con El en Su Reino.

COMENCEMOS EN ORACION

En este capítulo, Jesús llega a Jerusalén en un nuevo rol. Hasta este momento, El había entrado a la ciudad tratando de pasar desapercibido. Pero ahora entra a Jerusalén reclamando ser Rey. ¡Nada podía ser más audaz!

¡Y encima, El purifica el templo por segunda vez! Esta es una presunción de primera clase si es que El no era quien decía ser. Aquí Jesús desafía a los líderes y fariseos de Israel, y los acusa de planear Su muerte. Con tono decisivo y deliberado, El los lleva al punto cumbre. Los fuerza a actuar… como y cuando El lo decide. El estaba en control de la situación.

Y cuando los religiosos de Jerusalén cuestionan Su autoridad, Jesús les cuenta dos parábolas: “La Historia de Dos Hijos – y – La Historia del Unico Hijo.”

ASI QUE COMENCEMOS CON LA PRIMERA PARABOLA…

I. LA HISTORIA DE DOS HIJOS

Esta parábola nos habla de dos temas. De “Obedecer o no Obedecer,” o de “Creer o no Creer.” Así que comencemos con el primer tema de…

A. Obedecer o No Obedecer (Mateo 21:28-31)

“¿Qué les parece? – continuó Jesús --. Había un hombre que tenía dos hijos. Se dirigió al primero y le pidió: “Hijo, ve a trabajar hoy en el viñedo.” “No quiero”, contestó pero después se arrepintió y fue. Luego el padre se dirigió al otro hijo y le pidió lo mismo.

Este contestó: “Si, señor”; pero no fue. ¿Cuál de los dos hizo lo que su padre quería? El primero – contestaron ellos. Jesús les dijo: Les aseguro que los recaudadores de impuestos y las prostitutas van delante de ustedes hacia el reino de Dios.

El punto principal, que Jesús quería que los líderes Judíos entendieran, era que ellos mismos se habían descalificado como líderes de Israel.

“¿Qué les parece? les pregunta.” Esta era una introducción muy común en esa época cuando los maestros querían que sus alumnos prestaran atención y se involucraran en resolver un problema.

Noten que el padre (que representa a Dios) les da las mismas instrucciones a ambos hijos. No había ningún perjuicio ni favoritismo de parte del padre. Ambos hijos comenzarían del mismo punto, teniendo la misma oportunidad de obedecer o no obedecer.

Los dos hijos terminaron haciendo lo contrario de lo que habían dicho que harían. ¿Así que cuál de los hijos hizo lo que su padre quería? Aquí el énfasis no está en la intención inicial, sino en la acción misma. Las acciones VALEN MAS que las palabras. Esto era tan obvio que hasta los adversarios de Jesús contestaron correctamente. Era el primer hijo, el que había dicho NO INICIALMENTE PERO QUE DESPUES OBEDECIO, el que había hecho la voluntad de su padre.

Pienso en las muchas veces que mi esposo me ha pedido que haga algo por él durante el día. Y cuando llega a la casa del trabajo, yo le cuento todas las cosas buenas que he hecho durante el día.

Pero la pregunta que él siempre me hace es “¿Qué hubo de lo que te pedí que hicieras hoy?”

“¡Ui! ¡Me olvidé!” o “¡No tuve tiempo!” es mi respuesta algunas veces. O, simplemente no lo hice porque pensé que no valía la pena hacerlo… o que era un pérdida de tiempo…

PAUSA
Dios nos hace la misma pregunta: ¿Qué hubo de lo que te pedí que hicieras? Jesús dice en Juan 14:15, “Si me amas, obedecerás mis mandamientos.”

Estoy segura que Abraham pudo haber pensado en muchas cosas buenas que hacer, en vez de llevar a su hijo Isaac a ser sacrificado. Pero yo no veo ninguna excusa en la Biblia. En Génesis 22, Dios mandó a Abraham, y éste obedeció.

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Jesús nos da el significado de esta historia en el contexto espiritual de Su época. El primer hijo personificaba a los recaudadores de impuestos y a las prostitutas, que vivían vidas pecadoras, y se habían negado a hacer la voluntad de Dios.

Pero cuando Juan el Bautista vino “predicando el bautismo de arrepentimiento para perdón de pecados,” la escoria social y moral de la sociedad se arrepintió. Y como le creyeron a Juan el Bautista, entraron al Reino de Dios. Ellos hicieron la voluntad del Padre.

Ellos fueron como el hijo que dijo: “No quiero,” pero luego cambió de idea, y se fue a trabajar a la viña.

Ellos eran como Zaqueo, el recaudador de impuestos, que le dijo a Jesús en Lucas 19:8, “Mira, Señor: Ahora mismo voy a dar a los pobres la mitad de mis bienes, y si en algo he defraudado a alguien, le devolveré cuatro veces la cantidad que sea.” El segundo hijo representaba la actitud de los líderes religiosos de la época. Escuchen lo que Jesús dice, hablando de ellos, en Mateo 23:5:

“Todo lo que hacen para que la gente los vea: Usan filacterias grandes y adornan sus ropas con borlas vistosas; se mueren por el lugar de honor en los banquetes y los primeros asientos en las sinagogas, y porque la gente los salude en las plazas y los llame “Rabí.”

Como la orden del padre era que fueran a trabajar a la viña, esta es una parábola, no solo de salvación – de confiar en Jesucristo como nuestro Señor y Salvador – sino también, de la vida cristiana y nuestro servicio a Dios.

No solo pregunta, ¿Quiénes son los hijos de Dios?” sino también, “¿Quiénes son aquellos que realmente sirven a Dios?”

El énfasis que Jesús pone en esta parábola es “En hacer” o “No hacer” la voluntad del padre, y no en otras cosas. Hay muchos que claman “Señor, Señor…” pero no hacen lo que el Señor dice. ¿Estás tú en esa categoría?

Tú no puedes decir, “Ay, pero si yo voy a la iglesia todo el tiempo,” “Yo guardo todas las tradiciones religiosas,” “A mí me criaron en un hogar cristiano,” “Tengo reputación de ser buena cristiana,” o hasta de decir, “Yo trabajo en la iglesia.” “Tengo un ministerio.”

No puedes decir estas cosas y ser desobediente a Dios, como lo hacían los líderes religiosos. Ellos se mantenían muy activos en toda clase de ritos religiosos, pero no le creyeron a Juan el Bautista… no le creyeron a Jesús… y no estaban trabajando en la viña de Dios.

Ellos decían que obedecían a Dios, pero sus acciones no mostraban que Dios tenía cabida en sus corazones. Ellos decían que anhelaban la venida del Mesías y alababan Su nombre, pero cuando El vino, no quisieron nada con El.

Ellos estaban trabajando en su propio viña, y edificando sus propios reinos. Solo cuando aceptas a Jesucristo en tu corazón, como tu Señor y Salvador, puedes participar en la obra, a la cual Dios te ha llamado.

¿Qué significa cuando Jesús dice que los recaudadores de impuestos y las prostitutas van delante de los líderes religiosos hacia el reino de Dios?

Lo que NO SIGNIFICA es que estos “líderes No creyentes” ENTRARIAN eventualmente al Reino, porque el que no cree, jamás entrará. Jesús simplemente usa esta expresión para demostrar que Dios rechaza los estándares de salvación que la gente pone.

Los recaudadores de impuestos y las prostitutas estaban más cerca del Reino de Dios, que los sacerdotes y fariseos del pueblo.

No porque fueran intrínsicamente más justos o aceptables ante Dios, sino porque estaban mas propensos a reconocer su necesidad de un Salvador – su necesidad de la gracia de Dios, que los sacerdotes y fariseos, que estaban muy satisfechos de si mismos.

Jesús NOS DICE que los alardes religiosos no califican a una persona a entrar al Reino de Dios, y sin embargo, hasta el pecador más obsceno, cuando se arrepiente, no será excluido del Reino. El secreto es arrepentimiento y obediencia.

Los líderes religiosos y fariseos tenían una religión de decoración exterior… sin nada real en su interior. Pero cuando una persona acepta a Jesucristo, como su Señor y Salvador, su interior, no es solo re-decorado, sino que es hecho nuevo.

Por eso Pablo nos dice 2 Corintios 5:17, “Por lo tanto, si alguno está en Cristo, es una nueva creación. ¡Lo viejo ha pasado, ha llegado ya lo nuevo!”

Los líderes religiosos, que eran expertos en la Ley de Dios, hacían todo un alarde de religiosidad. Sin embargo, en su interior, se negaban a aceptar la Palabra de Dios, ya sea la palabra escrita de los profetas, o la palabra oral de Juan el Bautista… y de Jesucristo mismo.

Eran como el hijo que le dijo a su padre, “Si, señor”; pero no fue. No hizo lo voluntad del Padre.

Pedro Bulkeley dice que “Si Dios ha de estar sobre nosotras, entonces debemos rendirnos a El en todas las cosas. El no debe de estar sobre nosotros en una cosa, y bajo nosotros en otra. El debe de estar sobre nosotras en todo.” Un día, un chiquito estaba caminando alrededor de la carpa de un circo… mirando a todos los animales desde afuera. En este mundo no hay nada más fascinante para un chiquito, que el circo. Y sabiendo esto, un tipo le dice: “¡Juanito, vamos! Entremos al circo.”

“No,” le dice Juanito, “A mi papi no le gustaría.” Pero tu papi no tiene que saber, le dice el hombre. “Pero yo sabría,” le dice el chiquito, “y cuando mi papi llegue a la casa esta noche, no podría mirarlo a la cara.”

Cuan importante es poder mirar a nuestro Padre Celestial a la cara. El ha sido tan bueno con nosotras. No hay nada que nos haya negado, y sin embargo, cuantas veces, nos encontramos con que no podemos mirarlo a la cara.

Que Dios nos ayude a vivir siempre cerca de El… siempre puras y santas… para que podamos mirarlo a la cara todo el tiempo.

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Así que ya vimos que podemos escoger entre “Obedecer o No obedecer.” Ahora vayamos al segundo tema de esta parábola, que es…

B. Creer o No Creer (Mateo 21:32)

32 “Porque Juan fue enviado a ustedes a señalarles el camino de la justicia, y no le creyeron, pero los recaudadores de impuestos y las prostitutas sí le creyeron. E incluso después de ver esto, ustedes no se arrepintieron para creerle.”

Jesús hace tres declaraciones en este versículo. En Su primera declaración, El acusa a los líderes religiosos de no creerle a Juan el Bautista, el profeta de Dios.

En Su segunda declaración, Jesús justifica a los recaudadores de impuestos y a las prostitutas, porque ellos si le creyeron. Y en Su tercera declaración, Jesús vuelve a acusar a los religiosos de no aceptar ”la nueva oportunidad” que Dios les había dado para arrepentirse.

Los sacerdotes y fariseos deberían sentirse humillados por el ejemplo de fe de los recaudadores de impuestos y prostitutas. Deberían sentirse avergonzados al ver el arrepentimiento de esta gente.

Ellos mismos deberían de haberse arrepentido… de haber cambiado de opinión con respecto a Juan el Bautista y a Jesucristo. Pero ¡NO! El orgullo pudo más que la humildad. Proverbios 16:18 dice, “Al orgullo le sigue la destrucción; a la altanería, el fracaso.”

En Mateo 11:11, Jesús ratifica a Juan el Bautista, diciendo, “Les aseguro que entre los mortales no se ha levantado nadie más grande que Juan el Bautista.”

Y sin embargo, no le creyeron… Pero los recaudadores de impuestos y prostitutas sí le creyeron.

Ellos habían escuchado el mensaje del heraldo del Rey, y del Rey mismo. Sin embargo no quisieron escuchar… no quisieron creerle. Ellos habían sido testigos del poder de Juan y del poder de Jesús, pero sus corazones no habían sido conmovidos.

PAUSA

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Aunque esta primera parábola es relativamente corta y su mensaje es simple, la lección que nos enseña, no es nadita simple. En pocas palabras, esta parábola contiene las enseñanzas del Antiguo y Nuevo Testamento encapsuladas en una.

“¡Escucha la voz de Dios! ¡Obedece Su Palabra! ¡Has Su voluntad!”

Santiago 1:22 nos confirma, “No se contenten sólo con escuchar la palabra, pues así se engañan ustedes mismos. Llévenla a la práctica.”

Terry Fullam dice que el fruto del Espíritu Santo solo crece en el jardín de la obediencia.

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El rechazo de Juan el Bautista por los líderes religiosos, fue realmente un rechazo al Padre, que lo había enviado. Pero como Dios es tan misericordioso, en vez de mandarles juicio inmediatamente, que era lo que se merecían, le manda a Su único Hijo.

Y continuando con el tema de las viñas, Jesús les cuenta OTRA parábola…

II. LA HISTORIA DEL UNICO HIJO

Y nos enfocaremos primero en…
A. El Hijo Rechazado (Mateo 21:33-41)
33 “Escuchen otra parábola: Había un propietario que plantó un viñedo. Lo cercó, cavó un lagar y construyó una torre de vigilancia. Luego arrendó el viñedo a unos labradores y se fue de viaje.

34 Cuando se acercó el tiempo de la cosecha, mandó sus siervos a los labradores para recibir de éstos lo que le correspondía. 35 Los labradores agarraron a esos siervos; golpearon a uno, mataron a otro y apedrearon a un tercero.

36 Después les mandó otros siervos, en mayor número que la primera vez, y también los maltrataron. 37 Por último, les mandó a Su propio Hijo, pensando: “¡A mi Hijo sí lo respetará!” 38 Pero cuando los labradores vieron al Hijo, se dijeron unos a otros:

“Este es el heredero. Matémoslo, para quedarnos con Su herencia.” 39 Así que le echaron mano, lo arrojaron fuera del viñedo y lo mataron. 41 Ahora bien, cuando vuelva el dueño, ¿qué hará con esos labradores?

41 – Hará que esos malvados tengan un fin miserable – respondiendo --, y arrendará el viñedo a otros labradores que le den lo que le corresponde cuando llegue el tiempo de la cosecha.

El dueño de la viña cultivó la tierra, plantó la parra, puso cerca y garita de protección, y cavó un lagar para procesar la fruta. Todo esto parece sugerir que el dueño puso gran empeño en preparar la viña.

El dueño representa a Dios, y la viña representa a la nación de Israel. Israel le debía su sola existencia a Dios porque El mismo la había plantado. Dios llamó a Abraham, al padre de Israel, y le dijo que una nación nacería de su simiente.

De todas las naciones de mundo, solo una, solo Israel, tiene pacto con Dios. Dios es el dueño, y la tierra es Su tierra.

Para preparar a Israel como“Embajador de Dios ante el Mundo,” Dios le da, no solo Sus promesas, sino también sus preceptos, y una sucesión de hombres de gran talento, que escribirían las páginas sagradas de las Escrituras.

Los labradores malvados de esta parábola, representan a los sacerdotes, y fariseos de Israel, a quienes Dios les había encomendado el cuidado de la viña de Israel. ¡Que tal cuadrilla de miserables! Trataban a la viña como si fuera suya.

En la época del Antiguo Testamento, y en la de los evangelios, hubo toda clase de labradores – legisladores como Moisés. Conquistadores como Josué. Jueces como Sansón y Gedeón. Profetas como Samuel. Reyes como David y Exequias. Escribanos como Esdras. Y Reformadores como Nehemías.

A veces los labradores eran buenos y fieles administradores de la viña. En otras ocasiones, eran individuos de lo peor. Durante la época de Jesús, aquellos que ejercían el poder, eran hombres corruptos, crueles, calculadores y despiadados.

Muchas veces, los hombres que administraban la viña trataban pésimo a los profetas que Dios les mandaba. Los trataban como si fueran intrusos inoportunos. Los golpeaban, los metían presos, y algunos, hasta los mataban.

Pero ahora, habría un gran cambio. El Señor, desde Su país lejano, decide mandar a Su Embajador Extraordinario – nada menos que a Su propio Hijo. Su Padre era el dueño de la viña. Y Dios Padre le había dado a Jesús toda autoridad.

El era el Hijo único, engendrado y muy amado. Su autoridad venía de arriba… de un lugar lejano… del mismo Dios. Y ellos eran responsables ante El por su mal comportamiento.

El padre dijo: “¡A mi Hijo sí lo respetarán!” Seguro que se levantarán en reverencia a El. ¡Así que Jesús vino! ¡Vino lleno de gracia! El mundo de los demonios se levantó en reverencia a El. Pilatos se levantó en reverencia a El. ¿Pero se levantarían los líderes religiosos en reverencia a El? ¡NO… no ellos!

Nuestro Señor conocía sus pensamientos y podía leer sus corazones. Jesucristo sabía que el odio, que estaba germinando en los corazones de Sus enemigos, solo podría tener un fin. Lo matarían. Lo arrojarían fuera de la viña.

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Esta parábola tiene mucho que decirnos acerca de Dios… acerca de los seres humanos… y acerca de Jesucristo:

1. Tiene mucho que decirnos acerca de Dios…

(a) Nos habla de la confianza que Dios pone en los seres humanos. El dueño de la viña encomendó la viña a los labradores. El no se paró delante de ellos “como policía,” a vigilarlos. El se fue, y los dejó haciendo sus trabajos.

Dios nos hace ese mismo halago, cuando nos encomienda a hacer Su obra. Cada labor que recibimos viene directamente de Dios.

(b) Nos habla de la paciencia de Dios. El patrón mandó mensajero tras mensajero. El no fue a vengarse inmediatamente, cuando uno de sus mensajeros fue abusado y maltratado. Les dio montones de oportunidades de responder a su pedido. ►De la misma forma, Dios no se deshace de nosotros, a pesar de nuestros pecados.

(c) Nos habla del juicio de Dios. A final de cuentas, el patrón les quitó la viña a los labradores malvados, y se la dio a otros. El juicio más severo que Dios nos puede dar es el de quitarnos la tarea de las manos… la tarea que tenía deparada para nosotros.

Convertirnos en algo inservible para Dios, es caer en el nivel más bajo. Por eso Juan Wesley, el gran evangelista inglés, oró: “¡O Dios mío, concédeme que nunca me convierta en algo inservible para ti!”

2. Esta Parábola tiene mucho que decirnos acerca de la Naturaleza Humana.

(a) Nos habla del privilegio humano. La viña tenía de todo – la cerca, la garita, el lagar – que hacían que el trabajo de los labradores fuera más fácil y pudieran aprovecharla mejor. Dios, no solo nos da un trabajo para hacer, sino que también nos da los medios para hacerla.

(b) Nos habla de la libertad humana. El patrón dejó que los labradores hicieran su tarea, como quisieran. Dios no es un patrón tiránico. El es como un buen líder, que distribuye el trabajo, y luego confía, que Su gente lo hará bien.

(c) Nos habla de la responsabilidad humana. A cada una de nosotras le llegará la hora de darle cuentas a Dios. Somos responsables por la forma como hemos llevado a cabo la obra que Dios nos ha encomendado.

(d) Y también nos habla que el pecado humano es intencional. Los labradores malvados deliberadamente se rebelaron y desobedecieron al amo. El pecado es oposición deliberada contra Dios. Es hacer las cosas, a nuestra manera, cuando sabemos perfectamente, la manera de Dios.

3. Esta parábola tiene mucho que decirnos acerca de Jesucristo.

(a) Jesús afirma quien es El. Aquí vemos claramente que Jesús se eleva sobre todos los otros profetas. Aquellos que vinieron antes que El, fueron mensajeros de Dios. Nadie puede quitarles ese honor, pero eran siervos. Jesús era el Hijo.

Esta parábola contiene una de las afirmaciones más claras de que Jesús era especial… único… diferente a todos aquellos que lo precedieron, por muy importantes que fueran.

(b) Y por último, nos habla del sacrificio de Jesús. En esta parábola, los labradores malvados mataron al hijo. A Jesús no le cabía la menor duda lo que se le venía. El no murió porque fue forzado a morir. El se enfrentó a la muerte voluntariamente…

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Mientras yo estudiaba esta parábola, me involucré tan profundamente en el complot de asesinar al Hijo de Dios, que no pude contenerme y comencé a visualizar las imágenes que había visto de Jesús en la película de Mel Gibson, “La Pasión de Cristo.”

La película fue tremendamente gráfica. Jesús fue golpeado a puñetazos, pateado, escupido, azotado con un látigo desgarrador, y finalmente, una corona de espinas fue puesta sobre Su cabeza.

Y como si esto fuera poco, lo forzaron a cargar Su cruz, monte arriba, antes de crucificarlo. La escena fue sangrienta… la violencia… no paraba. Yo lloraba con cada paso que Jesús daba.

Las últimas escenas del film fueron extremadamente conmovedoras. El reparto de actores y actrices fue extraordinario. Los romanos fueron presentados como sanguinarios, brutales y duros. Los judíos fueron, igualmente retratados, como duros y sanguinarios.

Pero hubo aquellos que fueron presentados, como tiernos y compasivos, especialmente María, la madre de Jesús, y María Magdalena, quienes demostraron la pureza de su amor por Jesús durante Su terrible agonía. VOY A PASARLES UN CORTO DE CINCO MINUTOS DE LA PASION DE CRISTO…

W. A. Criswell, maestro expositor muy conocido, dijo: “En un sueño, vi al Redentor. Su espalda estaba desnuda y había un soldado levantando su mano, trayendo hacia abajo ese látigo terrible.

En mi sueño, me levanté y traté de agarrar su brazo para pararlo. Y cuando lo hice, el soldado volteó asombrado, y me miró. Y cuando yo lo miré a él, me vi a mí misma.

No fueron los judíos quienes mataron a Jesús. No fueron los romanos tampoco. Fuimos tú… y yo. ¡Nosotros somos los labradores malvados de esta parábola! Fue mi pecado… y el tuyo… quienes pusieron a Jesucristo en esa cruz.

El vino a pagar el precio… a pagar el rescate para librarnos del castigo del pecado. Y la moneda que usó fue Su propia sangre. ¿Nos merecíamos ese sacrificio? ¡NO!

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¡Así que! Hemos visto en esta parábola al Hijo Rechazado. Ahora veamos a la

A. La Piedra Rechazada (Mateo 21:42-46)

42 “Les dijo Jesús: -- ¿No han leído nunca en las Escrituras: ‘La piedra que desecharon los constructores ha llegado a ser la piedra angular; esto es obra del Señor, y nos deja maravillados?

43 Por eso les digo que el reino de Dios se las quitará a ustedes y se le entregará a un pueblo que produzca los frutos del reino. 44 El que caiga sobre esta piedra quedará despedazado, y si ella cae sobre alguien, lo hará polvo.

45 Cuando los jefes de los sacerdotes y los fariseos oyeron las parábolas de Jesús, se dieron cuenta de que hablaba de ellos. 46 Buscaban la manera de arrestarlo, pero temían a la gente porque ésta lo consideraba un profeta.

Estos hombres estaban deseosos de establecer el reino mesiánico. Nada les hubiera dado más gusto que tener un Mesías militar, que destrozaría el imperio Romano. Y haría de Jerusalén, la nueva capital del imperio mundial. Y ellos, por supuesto, serían los administradores principales de todo.

Pero en su ceguera, estaban rechazando al mismo Mesías, que era la piedra angular del reino. ¡Jesús es esa piedra! Hasta los jefes religiosos reconocían esto. Sin embargo, no comprendieron la magnitud de este simbolismo.

Para Israel, en ese momento, Cristo era la piedra de tropiezo y la roca que hace caer, porque El no vino como un Mesías militar, en pompa y esplendor, sino como un simple trabajador de Nazaret.

Hasta Natanael dice en Juan 1:46: “¿Acaso de [Nazaret] puede salir algo bueno?” La nación de Israel “tropezó” ante este Cristo.

El reino de Dios LE FUE QUITADO A LOS JUDIOS y DADO A LA IGLESIA. Pedro habla de la iglesia en 1 Pedro 2:9,

“Pero ustedes son linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo que pertenece a Dios, para que proclamen las obras maravillosas de aquel que los llamó de las tinieblas a su luz admirable.” La iglesia es esta nación santa.

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Por dos mil años, Dios ha estado usando a la iglesia como Su instrumento en el mundo. Pero esta etapa es solo un paréntesis en el trato de Dios con la humanidad, hasta que Sus propósitos presentes sean cumplidos.

El Libro de la Apocalipsis nos dice que Dios le hablará de nuevo a la humanidad, por medio de los judíos. Los judíos, como pueblo, finalmente se volverán hacia Jesús, hacia su Mesías, y serán el corazón del reino milenario en esta tierra.

La profecía de la piedra en este pasaje viene del Salmo 118, y es una profecía de misericordia y juicio para aquellos que escucharon a Jesús en ese día.

Y en el verso 44 Jesús dice, “El que caiga sobre esta piedra quedará despedazado.” Pero un hombre deshecho puede ser sanado. La nación de Israel abandonó a su Cristo, mientras estaban reunidos ante Pilatos.

Clamaron por Su muerte. ¡Crucifíquenlo! ¡Crucifíquenlo! PERO DIOS, en Su misericordia, le ofreció reconciliación a muchos judíos en el día de Pentecostés, y de ahí en adelante. Y muchos encontraron el camino a Cristo por medio de la iglesia.

Jesús termina el versículo 44, “y si [la piedra] cae sobre alguien, lo hará polvo.” De ese juicio, traído a si mismos por su falta de arrepentimiento, no habrá recuperación. Para la gente que no se arrepiente, solo queda la ruina total. ¡No habrá salvación para ellas!

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ASI QUE CONCLUYAMOS ESTE ESTUDIO CON LAS PALABRAS DE WILLIAM TAYLOR, un gran maestro bíblico de Nueva York del siglo diecinueve…

Nosotros podríamos descartar esta parábola, como si aplicara solamente a los líderes religiosos de la época de Jesús, y por lo tanto, que no aplica a nosotros. Pero, si esa es la manera como estamos interpretando las palabras de Cristo, no estamos entendiendo lo que El está diciendo.

Jesús contó la historia de esta manera, porque le estaba hablando a los judíos de esa época. ¿Pero no lo hubiera hecho igual de obvio, si nos estuviera hablando a nosotras hoy en día? El, tal vez, hubiera usado otro concepto – no se cual concepto hubiera sido.

O a lo mejor, también nos hubiera comparado con una viña, como lo hizo con Israel.

¿No nos a plantado a nosotros los peruanos en esta linda tierra… en esta patria tan querida? ¿No ha puesto una cerca alrededor nuestro?
¿No nos ha regado con agua, y cuidado?

¿No nos ha mandado labradores, como los pastores y curas de la iglesia, para cuidar de nosotros, y poder presentar nuestro fruto al Señor, cuando El regrese a recogerlo? ¡Por supuesto que lo ha hecho!

Sin embargo, no hemos sido fieles, al igual que Israel, que no le fue fiel tampoco.

Esta parábola de Jesús es también una profecía. No solo cuenta lo que había sucedido en el pasado, pero también predice, que esa misma gente, los descendientes de aquellos que mataron a los profetas, lo matarían a El también.

Siempre hablamos de Jesús como humilde, paciente y dulce. Nos referimos a El como la personificación del amor. Nos referimos a Sus muchas buenas obras… de curar a los enfermos, resucitar a los muertos, y limpiar a los leprosos.

Y todas estas descripciones son correctas. El fue todas esas cosas. ¿Pero lo amaron por ello? Al contrario, lo odiaron, porque al mismo tiempo que hacía todas esas cosas buenas, era también el representante de Dios, y la gente lo odiaba por sus atributos divinas.

Por eso Juan 3:19 dice, “Esta es la causa de la condenación: que la luz vino al mundo, pero la humanidad prefirió las tinieblas a la luz, porque sus hechos eran perversos.”

El juicio de Dios no hay que tomarlo a la ligera, porque a Dios, no hay que tomarlo a la ligera. ►El Dios, que ofrece salvación AHORA, es el mismo Dios que juzgará con justicia en el futuro.

Si NO lo quieres tener AHORA como TU SALVADOR, en el día de Su gracia, lo tendrás como Juez, cuando comparezcas delante de Su trono en el juicio final. ¡Hoy es el Día de la Gracia! ¡Ven a El! ¡Ven ahora! ¿Estás segura que si te mueres hoy, te irás al cielo? La Biblia dice que puedes estar segura.

Romanos 10:9 dice, “Que si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor, y crees en tu corazón que Dios lo levantó de entre los muertos, serás salvo.”

Yo nací y crecí en Lima en un ambiente muy religioso; inclusive fui a colegio de monjas durante mis 12 años de educación primaria y secundaria. Participé en todas las tradiciones de la iglesia.

Pero sentía en mi corazón que algo me faltaba. Traté de llenar ese vacío adquiriendo dinero, títulos universitarios… me decía a mí misma, “Si tuviera una casa más grande, o un carro mejor, si pudiera viajar más,” entonces sería más feliz. Pero nada me llenaba completamente.

Siempre me quedaba ese vacío, y pensaba ¿Y ahora qué? ¿Es esto todo lo que la vida ofrece? Hasta que hace 12 años fui a una iglesia cristiana, invitada por un amigo. Fui más que nada para no quedar mal con él. Pero con Dios no hay casualidades. No tenía idea que ese día tenía una cita divina con Dios. Tú no estás aquí por casualidad. Estás aquí por cita divina.

Y cuando escuché el evangelio explicado en forma simple y maravillosa, me di cuenta cuanto había anhelado esto y cuan grande había sido mi hambre de Dios y Su Palabra.

El Pastor dijo que para llegar al Padre necesitaba venir por el Hijo… que tenía que arrepentirme de mis pecados y aceptar a Jesucristo como mi Señor y Salvador. Que Jesucristo es el único camino para llegar al Padre. Y pensé: “Si Jesús es el único camino de salvación, yo quiero tomar ese camino.”

Jesús mismo dice, “Yo soy el Camino, la Verdad, y la Vida, y nadie viene al Padre si no es por Mí.” Ninguna religión… ninguna buena obra… ninguna una iglesia… te llevará al cielo... al Padre. ¡Solo Jesús puede hacerlo!

Ahora se, sin duda alguna, que tengo salvación eterna. Esto no tiene nada que ver con religión, sino con un encuentro verdadero con Dios. Es conocerlo… Es tener una relación íntima con El. Mi vida cambió desde ese momento. Ha sido un proceso maravilloso que continuará para toda mi vida.

Dios te ama y quiere darte una buena vida. Y El estará contigo contra viento y marea. El nunca te dejará ni te abandonará.

Si tú nunca le has dicho, ¡Si! a Jesús, o si se lo dijiste en algún momento, pero no has caminado con El, si te has alejado de El, hoy le puedes decir “SI” de nuevo. ¡Hoy es tu día de salvación! Hoy puedes comenzar una nueva vida.

Si quieres aceptar a Jesús como tu Señor y Salvador, o recomenzar tu vida con El, por favor levanta la mano, y yo voy a orar contigo.

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¿Alguien más? Cuando Jesús llamó a sus discípulos, los llamó públicamente. Para aquellas que levantaron la mano, repitan después de mí.

Señor Jesús,
Se que soy pecadora. Perdóname. Creo que moriste por mis pecados y resucitaste de entre los muertos para salvarme. Ya NO QUIERO pecar más. Entra en mi corazón y en mi vida. Quiero seguirte como mi Señor y Salvador. En el nombre de Jesús, Amén.