Gálatas 5:16-22 ABRAN SU BIBLIA A GALATAS 5:16-25

¿Puede alguien oír sin oídos, o respirar sin pulmones? ¡NO! Así mismo, no podemos vivir la vida cristiana sin que el Espíritu Santo esté en nuestro corazón.

PAUSA

Dos amigos estaban visitando “Las Cataratas de Niágara.” Estaban impresionadísimos con la vista y la fuerza del torrente de agua. Uno de ellos dijo, “He aquí el poder más grande del mundo, y no está siendo usado.

El otro hombre respondió, ¡NO! El poder más grande del mundo, que no está siendo usado, es el Espíritu Santo del Dios Vivo.

EMPECEMOS EN ORACION

Padre, gracias que nos has dado tu Palabra, y nos has dado a tu Espíritu Santo para ayudarnos a entenderla y aplicarla a nuestra vida. Tu Palabra es verdad. Cambia vidas. Transforma.

Suaviza nuestros corazones para recibirla con gozo. Queremos caminar dignas de tu glorioso llamado. Háblanos, Señor, tus siervas te escuchan. En el nombre de Jesús, Amén.

El título de este mensaje es “Los Conocerás por Su Fruto.” Y este pasaje está dividido en tres secciones. (I) La Vida en el Espíritu; (II) El Fruto en el Espíritu; y (III) La Práctica en el Espíritu.

ASI QUE COMENCEMOS CON LA PRIMERA SECCION…

I. La Vida en el Espíritu (Gálatas 5: 16-18)

“Digo pues: Vivan según el Espíritu, y no satisfagan los deseos de la carne. 17 Porque el deseo de la carne se opone al Espíritu, y el del Espíritu se opone a la carne; y éstos se oponen entre sí para que ustedes no hagan lo que quisieran hacer. 18 Pero si ustedes son guiados por el Espíritu, no están ya sujetos a la ley.”

Así como Isaac e Ismael no podían llevarse bien juntos, el Espíritu Santo y la carne (que es la vieja naturaleza) tampoco pueden llevarse bien juntos. ¡Están en guerra! Cuando Pablo habla de la “carne,” no habla “del cuerpo.” El cuerpo humano no es pecador. Es neutral.

Cuando el Espíritu Santo controla tu cuerpo, entonces, estás viviendo en el Espíritu.

Pero si la carne controla tu cuerpo, entonces, estás viviendo en los deseos de la carne. El Espíritu y la carne tienen diferentes apetitos, y esto es lo que crea el conflicto. Estos apetitos son presentados en la Biblia de diferentes maneras.

Por ejemplo, la oveja es un animal limpio y evita la basura, mientras que el cerdo, es un animal inmundo, y le encanta revolcarse en la inmundicia. (2 Pedro 2:19-22). Después del diluvio, cuando la lluvia paró y el arca se detuvo en las montañas, Noé mandó a un cuervo, que nunca regresó. El cuervo es un ave de carroña, así que encontró harto que comer.

Cuando Noé mandó a la paloma (que es un ave limpia) a chequear la tierra, ésta regresó. Pero, la última vez que Noé mandó a la paloma, ya no regresó. Noé supo que la paloma había encontrado un lugar limpio donde quedarse porque las aguas ya se habían retirado.

Nuestra vieja naturaleza es como el cerdo y el cuervo, siempre buscando algo sucio, en que alimentarse. Nuestra nueva naturaleza es como la oveja y la paloma, anhelando siempre lo que es limpio y santo.

¡No es de extrañarse que haya una lucha constante dentro de la vida del creyente o la creyente! El que no es creyente no sabe nada acerca de esta batalla porque no tiene al Espíritu Santo. Pablo dice que la solución no es de preocuparnos por la carne, sino de vivir en el Espíritu.

¡Caminar en el Espíritu es emocionante! La forma como el Señor nos guía en todo momento… las oportunidades que se abren ante nosotras para hacer algo significativo… el entendimiento que El nos da cuando leemos las escrituras, el gozo de mirar un atardecer y darnos cuenta que nosotras conocemos al Creador de toda esa belleza.

Muchas creyentes se pierden toda esta maravilla porque están siempre luchando con su pecado. Por eso, para superar la preocupación con el pecado, camina en el Espíritu. Gózate del Señor. Has lo que El te dice que hagas en todo momento, y te olvidarás del pecado.

Esto lo veo en la vida de Moisés. En dos ocasiones, mientras estaba en la presencia del Señor en el Monte Sinaí, la Biblia nos dice que Moisés no había comido ni bebido nada por cuarenta días y noches. ¿Cuál era la razón de este ayuno? ¿Estaba tratando de impresionar a Dios? ¡NO!

El estaba tan embelesado y subyugado en la presencia de Dios, que se olvidó de comer. Así es que ¿Cómo podemos superar los deseos de la carne? La forma más simple y efectiva es de caminar en el Espíritu. De simplemente estar embelesada por la bondad del Señor.

¡Has lo que El te diga en el corazón! Ya sea una expresión práctica de amor, un momento de intercesión por alguien, una palabra de aliento para compartir, o un acto de misericordia por hacer.

Cuando Nansen, el explorador noruego, se fue de expedición al polo norte, se llevó consigo una paloma mensajera. Después de dos años de desolación en las regiones árticas – Nansen escribió un pequeño mensaje, y lo amarró bajo el ala de la paloma, y la soltó para que volara más de tres mil kilómetros a Noruega.

¡Uy! ¡Qué tales kilómetros! ¡Qué desolación! ¡No había un ser vivo! Solo hielo, nieve… y muerte. Nansen cogió al pajarito, que temblaba de frio, y lo arrojó hacia arriba del barco… al el frio helado.

La paloma dio tres vueltas en círculo, y luego, salió disparada, cual flecha, en dirección al sur. Mil quinientos kilómetros sobre hielo… y mil quinientos kilómetros sobre el océano helado.

Finalmente, la paloma llegó a su destino, cayendo en las faldas de la esposa del explorador. Ella supo, al ver a la paloma, que todo andaba bien en la oscura noche del polo norte.

Así mismo es con la venida del Espíritu Santo, la Paloma del Cielo. Los discípulos sabían que Cristo estaba vivo. Su venida, y Su obra manifiesta, eran prueba de ello.

Cuando Cristo regresó al cielo, Dios mandó a Su Espíritu Santo para estar, no solo junto a Sus discípulos, sino también dentro de ellos. El Espíritu los confortaría, los guiaría a conocer la Verdad, les recordaría de las Palabras de Jesús, cuando no obedecían, y los llenaría de Su poder para hacer el bien.

17 Porque el deseo de la carne se opone al Espíritu, y el del Espíritu se opone a la carne; y éstos se oponen entre sí para que ustedes no hagan lo que quisieran hacer.

Si estás tratando de superar a la carne por tu propio esfuerzo, lucharás eternamente, no importa cuántas resoluciones hagas en el año nuevo, ni cuantos refranes pegues en tu refrigeradora. El hecho es que tú nunca podrás superar la influencia de la carne por ti misma.

J

esús dice en Mateo 26:4, “El espíritu está dispuesto, pero la carne es débil.” Pablo también nos habla de este problema en Romanos 7:15, 19 “No entiendo que me pasa, pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco… 19 Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero.”

18 Pero si ustedes son guiados por el Espíritu, no están ya sujetos a la ley.” Los padres, cuando crían a sus hijos, establecen ciertas reglas en el hogar. Estas leyes cubren ciertas cosas como, quien puede entrar en la casa mientras el papá y la mamá no están, o a donde pueden los niños ir/o no ir sin permiso… y otras responsabilidades cuando el padre o la madre no están presente.

Pero cuando los padres están en la casa, las leyes toman un lugar secundario. El papá y la mamá todavía tienen las reglas, pero ahora supervisan personalmente.

La presencia del Espíritu Santo en nuestras vidas indica que somos libres de la preocupación de guardar la ley, porque tenemos una conexión directa e íntima con el Espíritu Santo.

El Espíritu Santo es el que escribió la ley de Dios en nuestros corazones para que deseáramos obedecer con amor. Ser guiadas por el Espíritu, y vivir en el Espíritu, son el polo opuesto a rendirnos a los deseos de la carne.

En la Biblia vemos muchos ejemplos de hombres, que caminaban en el Espíritu. Pero hoy solo nos concentraremos en dos de ellos: En Pablo y Pedro.

Comencemos con Pablo. En Hechos 16, listos para embarcarse en su segundo viaje misionero, Pablo, Silas, y Timoteo parten a Asia para visitar a las iglesias, que Pablo había plantado, durante su primer viaje misionero.

Sin embargo, el Espíritu Santo les cierra la puerta, prohibiéndoles seguir con sus planes. Con este cambio de planes, se dirigen a Bitinia – pero el Espíritu les vuelve a prohibir que sigan. Así es como Pablo y sus amigos terminan en la ciudad de Troas sin saber a dónde ir.

Me imagino que Pablo se estaría preguntando, ¿Señor, qué estás haciendo? De repente, Pablo tiene una visión de un hombre de Macedonia, que le dice, “Ven y ayúdanos.” ¿Y qué es lo que Pablo y sus amigos hacen?

A pesar de que la idea de llevar el evangelio a Europa nunca se les había ocurrido, Pablo y sus compañeros navegan a través del Mar Egeo hacia Grecia. Cuando llegan, se encuentran con un grupo de mujeres.

Pablo esperaba encontrar a un hombre. Pero en vez, se encuentra con una mujer llamada Lidia. Ella y su familia escuchan el evangelio, creen en Cristo, y son bautizadas.

Así pasa cuando vivimos en el Espíritu. Puertas se cierran de repente. Otras se abren milagrosamente. Y cuando caminamos a través de ellas, muy rara vez, las cosas terminan siendo como nos las habíamos imaginado. Vivir en el Espíritu significa dejar que el Espíritu cierre puertas, que abra otras, y que nos sorprenda a cada paso que damos.

AHORA SIGAMOS CON PEDRO, Y SU CAMINAR EN EL ESPIRITU. En Hechos 10, encontramos a Pedro esperando que sea la hora de almuerzo en la casa de Simón, el curtidor. Mientras Pedro esperaba en la azotea de la casa contemplando el Mar Mediterráneo, tiene una visión donde ve un gran manto que cae desde el cielo.

En el manto había toda clase de animales inmundos, los cuales estaban terminantemente prohibidos a los judíos. En eso, el Señor le dice, “Pedro, la ley dada para que te guiara a Cristo, ya hizo su labor. Eres libre.”

Tomado por sorpresa, Pedro baja para encontrarse con tres hombres que estaban a la puerta – como le había dicho el Espíritu. Acompañando a estos hombres, Pedro llega a la casa de Cornelio, predica el Evangelio, y toda la casa de Cornelio se convierte radicalmente.

Estoy segura que cuando Pedro llegó a la Casa de Simón, el curtidor, lo último que se le hubiera ocurrido es que iba a predicar el evangelio a una familia de gentiles. Pero al igual que Pablo, Pedro vivía en el Espíritu, y era guiado a gentes y lugares que él jamás se hubiera imaginado.

¡ASI QUE! AHORA QUE HEMOS VISTO LA VIDA EN EL ESPIRITU, VAYAMOS A NUESTRA SEGUNDA SECCION…

II. Fruto en el Espíritu (19-22)

La forma como vivimos, las cosas que decimos, las actitudes que mostramos, el estilo de vida que adoptamos, y los proyectos que emprendemos están continuamente produciendo resultados positivos o negativos en la sociedad en que vivimos. Aquí el apóstol Pablo hace un contraste entre las obras de la carne y el Fruto del Espíritu.

(19) Las obras de la carne se manifiestan en adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, 20 Idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías,

21 envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a éstas. Acerca de ellas les advierto, como ya antes les he dicho, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios.

Todos estos pecados – 17 de ellos – Pablo los clasifica como las obras de la carne. Y podemos dividirlos en tres categorías:

Primero, tenemos los pecados sexuales. El adulterio, fornicación, inmundicia, y lascivia. En el mundo Greco-Romano de la época de Pablo, el sexo era tan casual y promiscuo, como lo es hoy en día. Era de lo más normal.

Comencemos con el adulterio y la fornicación, que son relaciones sexuales ilícitas -- el adulterio entre parejas que no son casadas entre sí, y la fornicación, entre hombres y mujeres solteros. Pero la fornicación va más allá. Significa impureza también. Incluye mirando películas vulgares, leyendo libros pornográficos, diciendo chistes groseros, y yendo a bares indecentes.

Luego viene la Inmundicia y la lascivia que describe a la persona que está tan dominada por la lujuria, que simplemente no le importa lo que la gente piense o diga. Abandona toda restricción. No tiene ni vergüenza… ni miedo.

Segundo, vienen los pecados espirituales, La idolatría y hechicerías, que son más bien religiosos por naturaleza. La carne es incurablemente religiosa. Generalmente no pensamos en la idolatría o hechicerías, como obras de la carne, ¡pero lo son!

Con respecto a la idolatría, hay personas que crean ídolos para satisfacer su deseo de adorar algo visible. Las estatuas que veneran, por ejemplo. Dicen que éstas, les hace acordar de Dios. Si necesitamos recordatorios de Dios, hay algo que no está bien.

Hay otros que usan una forma más sutil de idolatría, cuando substituyen los pensamientos y filosofías del hombre… POR DIOS. hombres y mujeres se han convertido en adoradores de sí mismos.

El humanismo, el comunismo y el racionalismo son todos, formas de este tipo de idolatría. Todos son obras de la carne. Todos destronan a Dios, y entronan al hombre.

La hechicería. El alma vacía del hombre, alejado de Dios, anhela algún contacto con lo sobrenatural. Por eso desde tiempos inmemoriales, ha habido brujas, espiritistas, síquicos de toda clase, astrólogos, y adivinos que han ofrecido a la gente contacto con el mundo oculto.

Y tercero, tenemos los pecados sociales, pecados que maltratan la vida humana y la sociedad. Pablo habla de enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, 21 envidias, homicidios, borracheras, orgías.

Enemistad es lo opuesto al amor… Enemistad es cuando una persona es hostil a otros. Es alguien, que odia a otra gente por no ser como él. Sin embargo, Jesús murió por sus enemigos. El oró por ellos.

*****************************************************************************************

Luego vemos, los Pleitos, que significa contiendas, discusiones, disputas, riñas… creando rivalidades. Y por otro lado, tenemos los celos. Como cuando una persona resiente que le den una promoción a otra, que no sea ella. O alguien recibe más aplausos, que ella, o alguien tiene un mejor carro, que ella. ¡Cuidado!

Ahora seguimos con la Ira, que habla de una rabia colérica. Indignación. Furia. También, cuando dejamos que los celos se fermenten en nuestra alma, esos celos pueden desatarse en un arrebato de ira. Estos arrebatos, aunque puedan pasar rápidamente, pueden dejar cicatrices en la memoria de otra persona, que tal vez, no se borren tan rápidamente.

Envidias. Envidia es un espíritu malicioso de desagrado que resulta cuando algunas personas ven o escuchan que alguien más está siendo alabada. Salomón dijo que “la envidia corroe hasta los huesos.” Mientras que los celos desean tener lo que otra persona tiene, la envidia DESEA, que la otra persona no lo tenga.

Los homicidios. El primer pecado, después de la caída del hombre, fue el homicidio. Caín mató a Abel. A causa de este pecado, Dios maldijo la tierra otra vez. El pueblo, que Caín fundó, también estaba lleno de violencia. Después del diluvio, Dios instituyó la pena capital.

La razón, por la cual, el homicidio es tan común en nuestra sociedad moderna, es que muchos sociólogos modernos piensan que ellos saben más que Dios. Y por eso, han eliminado la pena de muerte en muchos lugares.

Y cuando una sociedad condena a un asesino a cadena perpetua, y luego lo suelta, está desafiando el decreto divino. Esa sociedad cosecha lo que siembra… cuando la violencia aumenta.

Las Borracheras. Significa exceso de bebida alcohólica. Es uno de los pecados más comunes que afecta a la humanidad. La borrachera debilita el control de la persona sobre sus palabras y acciones. Y lo lleva a toda clase de pecados.

¡Qué tal lista de pecados! Y Pablo dice que ni siquiera es una lista completa. Que tal retrato tan horrible, que nos ha dado el Espíritu Santo del pecado del hombre. ¡Dios nunca hizo al hombre para que fuera así!

Pero Satanás causó que el hombre se convirtiera en eso. La carne hace que la gente se comporte así. Por eso Pablo nos hace una seria advertencia en el versículo 21. (21) Como ya antes les he dicho que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios.

Nosotros no podemos entrar al reino de Dios por nuestros propios esfuerzos -- tratando de ser buenas, y guardando la ley. Pero definitivamente, que no entraremos al reino de Dios, practicando estos pecados.

Una persona, cuando es habitualmente mentirosa, ladrona o borracha, se ha rendido al pecado, en el cual está involucrada, y ahora está dominada por ese pecado. Sin embargo, cuando somos realmente salvas, el Señor nos limpia de tales pecados, y nos libra del poder que éstos tienen sobre nuestras vidas.

22 Pero el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, 23 mansedumbre, templanza. Contra tales cosas no hay ley.

Es muy significativo que Pablo describiera los vicios de la carne como “obras,” y las virtudes de una vida en el Espíritu como “fruto.” Virtud verdadera es el fruto de la vida del Espíritu Santo fluyendo a través nuestro.

Nadie puede cultivar virtud genuina aparte de la fe salvadora de Cristo. Estas virtudes son el fruto de la obra del Espíritu – dentro y a través nuestro. Tú no puedes fabricar el fruto. El fruto crece por sí solo - en las circunstancias y ambiente correctos.

No se puede obtener una pera dulce de una zarza, y ni todos los trabajadores y maquinaria del mundo pueden fabricar una naranja. La expresión “el fruto del Espíritu,” nos recuerda que la verdadera virtud es el fruto del Espíritu Santo. El es la fuente y la raíz del fruto.

Es algo que nosotras mismas no podemos producir. El fruto viene de una PRESENCIA VIVA, implantada y permanente. Nunca obtendrás fruta de un florero con flores. Ni verás fruta crecer de una verja. Fruto es producto de vida. En cambio, la lujuria obra secretamente y se exhibe como obra de la carne.

El Espíritu Santo obra secretamente, y revela Su presencia por los rasgos de carácter que Pablo enumera aquí. Amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, 23 mansedumbre, templanza.

Tanto el sustantivo “fruto” como el verbo “es” son singulares, indicando que Pablo no estaba listando nueve diferentes frutas del Espíritu. Es un solo fruto con varias características. El comienza, naturalmente, con la virtud más característica, y que mejor describe el fruto del Espíritu: El Amor.

¡El amor es la suma y la substancia de la vida cristiana. Todo comenzó con el amor.El amor colmó este planeta, aún antes de la caída de Adán. En Jeremías 31:3, Dios dice “Yo te amo con amor eterno. Por eso te he prolongado mi misericordia.”

Cuando Moisés escribió sus memorias, él quería que Dios le explicara el porqué de Su gran amor por Israel. Un amor que aguantó las murmuraciones constantes de Israel, sus quejas, rebelión, y falta de fe. Y a pesar de todo eso, Dios los llevó a la Tierra Prometida.

La razón está en Deuteronomio 7:8: “Porque el Señor los ama y porque quiso cumplir el juramento que les hizo a sus padres.” El evangelio de Juan comienza con la misma nota gloriosa en Juan 3:16,

“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a Su Hijo unigénito, para que todo aquel que en El cree no se pierda, sino que tenga vida eterna.” Amor genuino, como la Biblia lo retrata, es un disposición deliberada de servir a otros y dar libremente de uno mismo.

Recuerda que Jesús describió la expresión más grande del amor exactamente en esos mismos términos en Juan 15:13, “Nadie tiene mayor amor que éste, que es el poner su vida por sus amigos.”

Dios es amor. (1 Juan 4:8). Jesús vino a demostrar la verdad de esta declaración. El exhibió amor como bebé, como niño, como adolescente, y como hombre. El manifestó amor en la casa, en el colegio, en el patio de recreo, en la sinagoga, y en su trabajo de carpintero.

El reveló Su amor, viajando por las carreteras… cuando estaba en el mar… y cuando estaba en el templo. El siempre exhibió esa gran verdad de Dios: Dios es amor. El exhibió amor en cada aliento que tomó.

Nunca hubo una carretera muy áspera, ni muy larga. Nunca una súplica muy tenue, nunca un caso muy duro, nunca un sollozo muy tarde, y nunca un día muy largo para Su amor.

Hoy era el fariseo aristocrático que viene a Jesús por la noche, luego, la samaritana al lado del pozo a la luz del día.

Hoy, la niña muerta, después, el niño poseído por el demonio. Hoy, el leproso, luego, una mujer con un problema de sangre. Hoy Natanael bajo la higuera, enseguida, Zaqueo subido a un árbol sicómoro. Hoy una boda que se había quedado sin vino, luego, un entierro, y una mujer que había perdido a su hijo.

Hoy era un publicano… o una multitud hambrienta, después, un grupo de discípulos asustados en medio de la tormenta. Siempre, el amor encontró la forma de enjugar las lágrimas, y de calmar los miedos.

El amor de Jesús se revelaba a través de Sus enseñanzas. El resumió los 613 mandamientos de la Ley Mosaica en una sola palabra – AMOR.

Jesús dijo en Mateo 22:37-40, “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. 38 Este es el primero y más importante mandamiento. 39 Y el segundo es semejante al primero: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. 40 De éstos dos mandamientos dependen toda la ley y los profetas.”

Jesús les dijo a Sus discípulos en Juan 13:34, “Un mandamiento nuevo les doy: Que se amen unos a otros. Así como yo los he amado, ámense también ustedes unos a otros.” Pero aún demandó más de ellos.

En Mateo 5:44 les dijo, “Amen a sus enemigos, bendigan a los que los maldicen, hagan bien a los que los odian, y oren por quienes los persiguen.” ¿Parece imposible, no? No para Jesús. El amó al pobre, a Herodes, a Annas, a Caiaphas, y hasta a Poncio Pilato.

El los amó lo suficiente para morir por ellos. El amó a Pedro, aun después de las maldiciones, los juramentos… y hasta cuando lo negó. El amó a Judas aun cuando planeaba traicionarlo con un beso en Su mejilla.

El amó al hombre que le tiró un puñetazo en la cara, y al hombre que lo coronó con espinas, al hombre que le hirió la cabeza con una caña, y al hombre que le dejó la espalda marcada con latigazos. El amó al soldado que puso la pesada cruz sobre su lacerada espalda, y le ordenó a que siguiera caminando.

El amó al hombre que lo clavó a esa cruz. El amó a los hombres que se burlaron de El hasta la muerte. Sin embargo, en Lucas 23:34, ¿qué es lo que Jesús dice? “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen.” ¡Qué tal amor!

El amor es el fruto del Espíritu. Es ese amor que las aguas no pueden apagar… Es ese amor que es paciente y bondadoso. Es ese amor que nunca te soltará. Y ese amor es más fuerte que la muerte. ¿Parece imposible, no? ¡Imposible para nosotras! Pero gloriosamente posible para el Espíritu Santo.

Quiero que recuerden que nuestro Señor Jesucristo vivió en esta tierra, COMO HOMBRE. El no vivió una vida perfecta en el poder de Su propia divinidad, a pesar de que podía hacerlo, porque El nunca dejó de ser menos que Dios.

El permitió que el amor de Dios, Su Padre, fluyera a través suyo como la corriente eléctrica fluye a través de un alambre, conectando el poder por un lado, y la necesidad por el otro.

Como resultado, el amor sobrenatural de Dios fluyó a través de nuestro Señor Jesucristo en todo momento, en todo lugar, y en toda circunstancia.

Ese mismo amor fluye a través de la creyente por medio del Espíritu Santo. Nosotras no podemos fabricarlo, ni la carne puede imitarlo. La carne, puede exhibir lo que llama amor, pero es un amor defectuoso en el mejor de los casos. El verdadero amor es de Dios, porque Dios es amor. Este glorioso fruto del Espíritu es un gran contraste a las obras de la carne.

En 1 de Corintios 13:4, Pablo describe el amor maravilloso de Dios. “El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. 5 No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor.

6 El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. 7 Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. 8 El amor jamás se extingue.”

Algunas de ustedes están tan deseosas de esa clase de amor… un amor que nunca se extingue. A lo mejor te dejaron sola en un hospital… te dejaron al pie del altar… te dejaron sola en una cama vacía… te dejaron con el corazón destrozado. Te dejaron con la pregunta: “¿No hay nadie que me quiera?

Escucha la respuesta del cielo. Dios te ama. Personalmente y apasionadamente. Otros te hicieron promesas, pero no cumplieron. Lo que Dios prometió, lo ha cumplido. Te ama con un amor que nunca falla. Su amor no tiene límites.

Primero de Juan 3:16 dice, “En esto conocemos lo que es el amor: en que Jesucristo entregó su vida por nosotros.” ¿Pero tiene que haber un límite a este amor, no? ¿Tiene que haber un fin a este amor? Pero David, el adúltero, nunca lo encontró. Pablo, el perseguidor, nunca lo encontró. Pedro, el mentiroso, nunca lo encontró.

Con respecto a la vida, ellos tocaron fondo. Con respecto al amor de Dios, ninguno tocó fondo. El cristianismo es amor en acción. Y el fruto del Espíritu es amor.

Max Lucado cuenta la historia acerca de una amiga suya, que se fue de vacaciones a

Disneylandia. Ella y su familia, agotados de tanto caminar, se refugiaron en el castillo de la Cenicienta, para descansar un rato.

Aparentemente, muchos hicieron lo mismo. El sitio estaba repleto de niños y de sus padres. De repente, todos los chiquitos corrieron a un lado del castillo. Si hubiera sido un barco, el castillo se hubiera volteado.

Era que la Cenicienta había entrado. La Cenicienta, esa princesa prístina... chica preciosa, de pelo sedoso, de cutis impecable y de linda sonrisa. Ahí estaba ella rodeada de niños, cada cual queriendo estar más cerca de ella.

Mientras tanto, el otro lado del castillo estaba vacío, excepto por un niño de siete u ocho años de edad. Su edad era difícil de definir porque su cuerpo estaba bastante deformado.

Del tamaño de un enano, y con la cara desfigurada, el niño estaba parado, agarrado de la mano de su hermano mayor, observándolo todo, callada y anhelosamente. ¿Saben lo que quería? Si, ¡quería estar con los otros niños!

Anhelaba estar en medio de ellos cerca de la Cenicienta... llamándola por su nombre. ¿Pero pueden percibir su miedo? ¿Miedo a otro rechazo? Miedo a ser ridiculizado, miedo a que se burlaran de él una vez más.

¿No les gustaría que la Cenicienta se le acercara? ¿Pues, qué creen? ¡Eso es exactamente lo que ella hizo!

Apenas lo vio, comenzó ha caminar hacia él... y cuando llegó... se arrodilló delante del niño, que la miraba todo asustado, y lo besó en la mejilla.

Esta historia me recuerda a otro personaje real. Los nombres serán diferentes, ¿pero no es la historia casi igual? En vez de una princesa de Disney, se trata del Príncipe de Paz. En vez de un niño en un castillo, esta es la historia de ti... y de mí.

En ambos casos, un regalo fue dado. En ambos casos, el amor fue compartido. En ambos casos, la belleza tuvo un gesto inimaginable. Pero Jesús hizo mucho más que la Cenicienta. O, muchísimo más. La Cenicienta solo dio un beso.

Cuando se levantó para irse, se llevó consigo su belleza. El chico todavía seguía deformado.

¿Qué si la Cenicienta hubiera hecho lo que Jesús hizo? ¿Qué si ella hubiera asumido su estado? ¿Qué si de alguna forma ella hubiera podido darle su belleza al niño, y tomar ella misma, su deformidad?

Jesús dio mucho más que un beso – El dio Su belleza... Jesús hizo mucho más que simplemente acercarse – El pagó por nuestros pecados. Jesús se tomó más de un minuto – ¡El dio Su propia vida por la nuestra! ESO ES AMOR.

¡Y YA PARA TERMINAR! Les voy a contar una historia de Samuel Rayburn, quien fuera presidente de la Cámara de Diputados de los Estados Unidos, por más tiempo, que ningún otro hombre lo ha sido.

Un día, la hija adolescente de uno de sus amigos, murió en un accidente automovilístico, así que muy temprano por la mañana, Samuel Rayburn tocó a su puerta, y cuando su amigo abrió, le dijo. “He venido para ver si necesitabas ayuda”

Su amigo le contestó que realmente no había nada que hacer. “Bueno, dijo Rayburn, “¿Ya tomaste tu café esta mañana?” El hombre le dijo que no había tenido ánimo para prepararse su desayuno.

Entonces, mientras Rayburn preparaba el desayuno en la cocina, su amigo entra, y le dice, “Señor. Rayburn, yo pensé que esta mañana iba a tomar desayuno en la Casa Blanca.”

“Si, dijo, esos eran mis planes, pero llamé al Presidente, y le dije que tenía un amigo que estaba pasando por momentos muy difíciles, así que no iba a poder ir.”

El proceder abnegado de este hombre me hace acordar a Jesús, cuando dice en Mateo 25:35-39, “Porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; fui forastero, y me recibieron; 36 estuve desnudo, y me cubrieron; estuve enfermo, y me visitaron; estuve en la cárcel, y vinieron a visitarme.”

37 Entonces los justos le preguntarán: “Señor, ¿cuándo te vimos con hambre, y te dimos de comer; o con sed, y te dimos de beber? 38 ¿Y cuándo te vimos forastero, y te recibimos -- o desnudo, y te cubrimos? 39 ¿Cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y te visitamos?”

Y el Rey les responderá,” De cierto les digo que todo lo que hicieron por uno de mis hermanos más pequeños, lo hicieron por Mí.”

PAUSA

¡Qué acto de amor “a tu prójimo” puedes hacer esta semana que glorifique a tu Dios?

Y aquí concluimos la primera parte del estudio “Los Conocerás por Su Fruto” Gálatas 5:22. Sintonízanos la próxima semana para continuar con este maravilloso estudio del fruto del Espíritu.

OREMOSLE AL SEÑOR

Gracias, Señor, que tenemos a tu Espíritu para guiarnos en esta vida. Momento a momento. Gracias por las oportunidades que nos das de hacer algo significativo para tu Reino. Gracias que tu Espíritu ilumina tu Palabra, para que entendamos lo que tienes que decirnos.

En medio de todo, te agradecemos que nos muestres todos los horribles pecados que somos capaces de cometer… y más. Lo sucia que es nuestra vieja naturaleza. Padre, queremos ser transformadas a la imagen de Jesús. Queremos que el fruto del Espíritu Santo florezca en nuestras vidas.

Gracias, Señor, que eres amor. Que Jesús no solo nos mostró Su amor al morir por nosotras en la cruz, si no que nos muestra, con Su ejemplo, cómo debemos amar y servir a otros. Ayúdanos a brillar tu luz al mundo. En el nombre de Jesús. Amén.