ABRAN SU BIBLIA A EFESIOS 2:4-5 -- Y TAMBIEN MARQUEN HEBREOS 2:17

LUCAS 6:35.

Creer en la misericordia y gracia de Dios es una cosa. Vivirla, es otra. A lo mejor tú has sabido acerca de la misericordia y gracia de Dios por años. La has escuchado del púlpito, en clases bíblicas, y de los predicadores de la radio y televisión. Tal vez, HALLA ALGO MÁS, acerca de la misericordia y gracia de Dios, que no te han dicho.

Sí, es el favor inmerecido de Dios por los pecadores perdidos ¿pero te han dicho alguna vez que la misericordia y gracia te pueden cambiar? ¿Pueden revolucionar la forma como vives? La misericordia y gracia pueden darte libertad. Libertad para ser creativa, espontánea. Libertad para pensar por ti misma.

La misericordia y gracia pueden hacerte desear conocer a Dios más… de estar cerca de El. Pueden curar tus miedos, mejorar tu perspectiva, ayudarte a mirar la vida, a través del prisma de la alegría, en vez de la bruma del pesimismo.

La misericordia y gracia pueden fortalecer tus relaciones, dándote la libertad de ser tú misma – y dando libertad a otros a ser ellos mismos – sin sentir esa necesidad de juzgar, controlar, o manipular a otros.

EMPECEMOS EN ORACION

Padre, gracias por darnos tu Palabra porque en ella nos revelas quien eres. Tu grandeza, poder, amor, justicia, y especialmente, tu misericordia y gracia. Queremos conocerte más. Amarte más. Sentir tu Presencia.

Abre nuestros ojos y oídos espirituales para escucharte. Sabemos que tienes algo importante que decirnos Cámbianos por el poder de tu Espíritu. Queremos ser como tu Hijo Jesucristo. En el nombre de Jesús, Amén.

El título de este mensaje es “Misericordia y Gracia Son Para Siempre.” Aquí veremos dos de los maravillosos atributos de Dios: “La Misericordia y Gracia de Dios.” Veremos Su bondad… compasión… favor inmerecido… ternura hacia nosotras.

¿Qué es lo que la misericordia significa? Según el diccionario, misericordia es compasión y paciencia. Es bondad o clemencia hacia otra persona. Es también la misericordia de Dios hacia el ser humano… como un acto de Su gracia divina. ¿Y qué es exactamente gracia? La raíz de la palabra gracia es “belleza.”

Es mostrar favor, caridad, bondad y misericordia. En el Nuevo Testamento, gracia significa “el favor inmerecido de Dios.”

G.W. Knight escribe: “Cuando una persona trabaja ocho horas al día y recibe el pago por su trabajo – eso es un salario. Cuando una persona compite contra un adversario y recibe un trofeo – ese es un premio. Cuando una persona recibe reconocimiento por sus logros – esa es una condecoración.

Pero cuando una persona no es capaz de ganar un salario, ni de ganar premio alguno, ni de merecerse ninguna condecoración, pero aun así, recibe un obsequio, ese es un bello retrato del “favor inmerecido de Dios.”

Para entender lo que la gracia significa necesitamos regresar al vocablo hebreo antiguo que significaba “inclinarse,” o “rebajarse, o agacharse.” Y con el correr del tiempo, comenzó a incluirse también a “favor benevolente o condescendiente.”

Si has viajado a Londres, a lo mejor has visto a la realeza londinense. Si es así, debes de haber notado sofisticación, indiferencia… frialdad. En algunas ocasiones, la realeza en Inglaterra hace noticia porque alguien, dentro de los rangos de la nobleza, se detiene, se arrodilla, y toca o bendice a algún plebeyo. ¡Esa es gracia!

No había nada en el plebeyo que mereciera ser notado ni tocado ni bendecido por la familia real. Pero por la gracia en el corazón de la reina, hay un deseo, en ese momento, de detenerse, de inclinarse, de tocar, y hasta de bendecir.

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Demostrar gracia es conceder favor o misericordia a aquel que no se la merece ni puede ganársela. Recibir la aceptación de Dios por gracia es siempre lo opuesto a ganársela, u obtenerla por buenas obras.

Cuando la Biblia habla de la misericordia y gracia, hace tres declaraciones: (I) Dios es Misericordioso y Benevolente, (II) Jesús es Misericordioso y Benevolente, y (III) El Hombre debiera ser Misericordioso y Benevolente.

Así que comencemos con la declaración No. 1

I. Dios es Misericordioso y Benevolente (Efesios 2:4-5)

4 Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor por nosotros, 5 nos dio vida con Cristo, aun cuando estábamos muertos en pecados. ¡Por gracia ustedes han sido salvados!

La hija adulta de un amigo mío, es alcohólica. Un día yo estaba visitando a mi amigo, cuando alguien le trae a su hija a la puerta de su casa. La hija estaba totalmente embriagada… borracha. Se había tomado no sé cuántas botellas de vino. Estaba agresiva, insultante, y belicosa.

Pensé en la chica que había conocido años antes… antes de que el trago hiciera estragos en su vida. Miré su retrato que colgaba de la pared de la casa -- era una fotografía de cuando ella era joven, vivaz, y llena de vida.

Y ahora sentía pena por ella… por la forma como estaba acabando con su vida, por la ruina de sus cualidades femeninas, y por la esclavitud a su pecado. Su papá la lleva suavemente al carro, la ayuda a entrar… su cara contraída de dolor.

A pesar de que ella sacudía sus brazos y piernas, el papá le pone el cinturón de seguridad, maneja el carro su casa, y la mete a la cama. Yo sentí pena por ella. Sentí lástima. Pero su papá la amaba… y le muestra misericordia y gracia.

Multiplica su mal comportamiento por toda la miseria que el pecado ha creado en este mundo, y luego multiplica el amor de su papá por infinito, y así de grande es el amor de Dios por nosotras. El no solo siente pena de nosotras, sino que nos ama, y nos muestra Su misericordia y gracia.

Tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento proclaman la misericordia y gracia de Dios. Tenemos que dejar esta idea errónea de que la justicia y el juicio pertenecen al Dios del Antiguo Testamento, mientras que la misericordia y gracia, pertenecen al Dios de la iglesia.

En principio, no hay diferencia entre el Antiguo Testamento y el Nuevo. UN SOLO DIOS habla en los dos testamentos, y lo que El habla, está de acuerdo con lo que El es. La misericordia y gracia de Dios no son cualidades temporales, sino atributos de Su Ser eterno.

No tenemos que tener miedo que dejarán de existir algún día. La misericordia y gracia no tienen ni comienzo ni fin. ¡Son para siempre! En Dios, la misericordia y la gracia son UNA; pero conforme nos llegan a nosotras, son vistas como dos – relacionadas, pero no idénticas. Dos lados de la misma moneda.

LA MISERICORDIA es la bondad de Dios confrontando nuestro pecado y culpa, y GRACIA es la bondad de Dios dirigida hacia nuestra deuda y falta de mérito. Es por Su gracia que Dios aplica mérito donde no lo había, y declara que ya no hay deuda, donde antes la había. En Su misericordia y gracia, Dios nos bendice, aun cuando no lo merecemos.

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La Biblia está llena de ejemplos de la misericordia y gracia de Dios, y una historia, en particular, sobresale en mi mente…. Por unos minutos, dejemos nuestro mundo del siglo 21, y entremos al túnel del tiempo. Retrocedamos tres mil años y regresemos a la era de las dinastías antiguas y los reyes de Israel.

Esta era una época brutal, donde todos los de la familia del rey anterior, eran exterminados, cuando la nueva dinastía tomaba control. Es obvio que todos los de la familia del antiguo rey, tenían buenas razones de vivir con miedo, una vez, que el nuevo rey tomaba el trono.

En esta historia, en particular, el Rey Saúl y su hijo Jonatán habían muerto después de una sangrienta batalla. Cuando David se entera de la tragedia, lo lamenta tremendamente. Sin embargo, él era el sucesor de Saúl, por designio divino.

Sabiendo que ahora era David, rey de Israel, los de la familia del Saúl huyen por sus vidas – pensando erróneamente -- que David los iba a tratar, como todos los otros monarcas de las dinastías orientales. Esta escena era de pandemonio y pánico.

En el apuro de la huida, el pequeño nieto de Saúl, Mefi-boset de 5 años, se cae, y sufre un daño permanente. Como no había atención médica disponible, el niño nunca se recupera de esa caída. El vive para el resto de su vida lisiado de los pies.

Pasan los años, y para ese entonces, ya Mefi-boset era adulto, viviendo sus días con una seria incapacidad. Mientras tanto, David no solo había tomado el trono, sino que se había ganado el corazón de la gente. Toda la nación lo alababa. Y David se sentía satisfecho.

Además, Dios les había dado prosperidad y paz. Emocionado por la misericordia y gracia del Señor, el rey ya maduro, comienza a reflexionar acerca de todas sus bendiciones. En ese momento se acuerda de su vieja amistad con Jonatán, que lo hace preguntar en 2 de Samuel 9:1:

¿Ha quedado alguno de la casa de Saúl, a quien haga yo misericordia por amor de Jonatán? Esta era una pregunta de misericordia y gracia hecha por un hombre agradecido. David se acuerda de aquel momento tierno en su pasado cuando él y Jonatán hacen un pacto de PROTEGERSE el uno al otro – a como diera lugar.

Recordando aquella promesa, David busca la forma de cumplirla. Me encanta la pregunta que David NO HACE. No pregunta, “¿Hay alguien que se lo merece? ¿Hay alguien que califica? ¿Hay alguien lo suficientemente inteligente para usarlo en asuntos de gobierno?

¿O hay alguien en buen estado físico para ponerlo en mi ejército? ¡NO! David simplemente pregunta, ¿Hay alguien? Es un deseo incondicional… es una pregunta que chorreaba misericordia y gracia.

(VV 2 de 2ndo Samuel 9) Y había un siervo de la casa de Saúl, que se llamaba Siba, al cual llamaron para que viniese a David. Y el rey le dijo: ¿Eres tú Siba? Y él respondió: Tu siervo. 3 El rey le dijo: ¿No ha quedado nadie de la casa de Saúl, a quien haga yo misericordia de Dios?

Y Siba respondió al rey: Aún ha quedado un hijo de Jonatán, lisiado de los pies. 4 Entonces el rey le preguntó: ¿Dónde está? Y Siba respondió al rey: He aquí, está en casa de Maquir hijo de Amiel, en Lodebar.

Lodebar era un lugar desolado y estéril. Había solo rocas y arena. Lodebar debe haber sido un lugar terrible para vivir. ¿Por qué vivía Mefi-boset en un lugar tan desolado? Porque él, sin duda, le temía al rey.

Escuchen la respuesta del Rey David a Ziba cuando se entera que Mefi-boset era tullido. En vez de decir “¡A caramba, ¿cuán lisiado está este hombre?” David contesta, ¿Dónde está?

¡Traiganlo! ¡ESA ES MISERICORDIA! ¡ESA ES GRACIA!

Así es como Mefi-boset es traído delante de David. Me imagino que este lisiado estaría muerto de miedo al llegar al palacio del rey en Jerusalén. El santo y seña de su vida, desde muy chiquito, había sido siempre, anonimidad. Nunca había querido que lo encontraran, y menos aún, el rey, quien era sucesor de su abuelo. ¡Eso significaba la muerte!

(7) Y le dijo David: No tengas temor, porque yo a la verdad haré contigo misericordia por amor de Jonatán tu padre, y te devolveré todas las tierras de Saúl tu padre; y tú comerás siempre a mi mesa. David quería mostrarle bondad, no porque era Mefi-boset, (esta era primera vez que conocía a este hombre) sino en honor de su padre Jonatán.

Aquí tenemos a un hombre que era un desconocido, que carecía de importancia ante los ojos del rey, y para remate, era lisiado. Con respecto a su fortaleza física, él no le ofrecía ningún beneficio al reino. En cuanto a su atractivo personal, era un cero total. Sin embargo, David se inclina… se agacha, para ofrecerle gracia.

A causa de la amistad que David había tenido con su amigo Jonatán, el rey iba a darle a Mefi-boset todos los privilegios y beneficios que él le hubiera dado a su propio hijo. A partir de aquel día, Mefi-boset se sentaría a la mesa del rey. ¡ESO ES MISERICORDIA! ¡ESO ES GRACIA!

Charles Swindoll nos da siete analogías muy perspicaces… o comparaciones entre la misericordia y gracia demostrada a Mefi-boset por el rey David, y la misericordia y gracia dada a nosotras por Dios, el Rey de reyes.

1. Hubo una época en que Mefi-boset había disfrutado del compañerismo de su padre. Igualmente, Adán y Eva, la pareja original, habían disfrutado del compañerismo del Padre en el jardín del Edén. 2. Cuando el desastre golpeó, el miedo vino, y Mefi-boset sufrió una caída que lo dejó lisiado para toda la vida. Así mismo, cuando el pecado vino, la humanidad sufrió una caída, que nos ha dejado lisiadas permanentemente en esta tierra. 3. David, el rey, por el amor incondicional por su amigo Jonatán, buscó la forma de darle a alguien su gracia. De la misma forma, Dios Padre, por su aceptación incondicional a la muerte de Su único Hijo en la cruz, continúa buscando a quien ofrecerle Su misericordia y gracia.

4. El lisiado no tenía nada…no hacía nada… ni se merecía nada. Ni siquiera trata de ganarse el favor del rey. Lo único que podía hacer era aceptar humildemente la gracia del rey. Así mismo, nosotras, pecadoras sin esperanza y sin merecernos el favor de Dios – lo aceptamos humildemente.

5. El rey restauró al lisiado, de su existencia miserable -- de un lugar estéril y desolado – a un lugar de compañerismo y honor. Dios, nuestro Padre, ha hecho lo mismo por nosotras.

6. David adopta a Mefi-boset a su familia real, proveyéndole provisiones, alimento y bendiciones. Nosotras, también, hemos sido adoptadas como hijas a los rangos reales de Dios, rodeadas de un sinfín de bendiciones.

7. Y finalmente, cuando Mefi-boset se sienta a la mesa del rey, es tratado como si fuera uno de los hijos de David. Cuando nosotras, algún día, festejemos con nuestro Señor en la cena de las Bodas del Cordero, lo mismo será verdad.

¡Así que! Declaración No. 1 “Dios es Misericordioso y Benevolente.” Declaración No. 2 …. II. Jesús es Misericordioso y Benevolente (Hebreos 2:17)

(17) Por lo cual debía ser en todo semejante a sus hermanos, para venir a ser misericordioso y fiel sumo sacerdote en lo que a Dios se refiere, para expiar los pecados del pueblo.”

Para poder entender QUE JESUS puede ser tan misericordioso y benevolente como el mismo Dios, leamos lo que Colosenses 1:15 dice: Jesús es la imagen del Dios invisible. Hebreos 1:3 añade: “Jesús es el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia.”

En Juan 14:8, Felipe le pregunta a Jesús, “Señor, muéstranos el Padre, y nos basta.” Entonces Jesús le contesta: “Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, ¿y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre.”

En las escrituras vemos que Dios se hizo hombre sin dejar de ser Dios. Lo humano y lo divino se unieron en Uno. Dios es como Jesús. Lo que Dios es, Jesús es. Lo que Dios hace, Jesús hace. Lo que Dios dice, Jesús dice.

No hay ninguna diferencia entre Dios en el cielo y Jesús en la tierra. Dios es misericordioso y benevolente, y Jesús también lo es. Por treinta-y-tres años, nuestro Señor Jesucristo vivió en este planeta, como Hombre habitado por Dios.

El puso delante de nosotros, un audio visual perfecto, . Una demostración en tercera dimensión, y a todo color, de cómo es Dios. Dios es misericordioso y benevolente, y Jesús lo es también.El hombre más bondadoso que ha existido… es Jesús.

Pedro resume su impresión de los maravillosos tres años y medio que pasó con Jesús, en Hechos 10:38, “Jesús anduvo haciendo el bien.” Era misericordioso… era benevolente.

¿Se acuerdan de la mujer adúltera? En los evangelios, vemos a Jesús de pie al lado de esta mujer sorprendida en el acto mismo del adulterio. La Ley claramente estipulaba “apedréala.” Los hombres que la encontraron demandaban lo mismo.

Sin embargo, Jesús le dice a esos fariseos santurrones en Juan 8:7, “Aquel de ustedes que esté libre de pecado, que tire la primera piedra.” ¡ESO ES GRACIA! Bajo la ley, ellos tenían todo el derecho de enterrar a esta mujer bajo el peso de las rocas en sus manos… y ellos estaban listos, pero Jesús INTERVIENE mostrando misericordia y gracia.

Cuando Jesús contaba historias, su tema favorito era la gracia. El usaba un estilo benevolente en su trato con los niños. El habla del Hijo Pródigo con benevolencia. Aún desde la cruz, Jesús se niega a ponerse furioso con Sus enemigos.

¿Recuerdan Su oración? “Padre, perdónalos…” No había resentimiento… ni amargura… Su misericordia era increíble. Su gracia era asombrosa. Jesús fue misericordioso y benevolente hasta con el pobre leproso, quien se le acercó en toda su necesidad. Lepra era incurable. Terminaba en la muerte. Lepra era el SIDA del antiguo mundo.

Esta enfermedad aterraba a todo el mundo. Sus víctimas eran desterradas… Y sin embargo, este leproso viene a Jesús. ¿Qué podía hacer Jesús por un leproso? Los sacerdotes y levitas no podían hacer nada por él.

Ni tampoco podían los rabinos y los líderes. Y el consejo y las sinagogas no querían nada con él. Le tenían prohibida la entrada al templo. La enfermedad de este hombre ilustra los estragos del pecado en la vida humana.

La lepra simbolizaba la abominable esclavitud al pecado, y el Señor había estado abogando por una clase de vida elevada, santa, y sin tacha ¿Qué podía hacer Jesús por este leproso? El leproso necesitaba ser limpiado, y él lo sabía.

Estoy segura que el gentío ve al leproso acercándose. Lo ve cubriéndose los labios, y gritando a voz en cuello: ¡IMPURO! ¡IMPURO! Furiosos de que alguien, en cuarentena por ley, se estuviera acercando a ellos, y por miedo a contagiarse, la gente se dispersa, dejando un gran espacio, a través del cual, este leproso desterrado logra llegar a Jesús.

¿Y adivinen qué? Jesús no trata de escaparse… No trata de correrse de él. No le ordena a nadie que se lo lleven. Con una fe increíble, el leproso trae su desesperado caso a Jesús. Le dice en Mateo 8:2, “Señor, si quieres, puedes limpiarme.”

El leproso pide lo imposible: “Puedes limpiarme.” El admite que estaba sucio, y le pide a Jesús que lo limpie. El leproso no dudaba de la habilidad de Jesús de limpiarlo. El dudaba que Jesús quisiera hacerlo.

Y como el leproso, ninguna de nosotras duda de la habilidad de Jesús de hacer lo milagroso en nuestra vida. Pero pienso que todas nosotras, en algún momento, hemos dudado que Jesús lo quiera hacer.

Oramos, “Señor, si quieres, Tú puedes sanar mi matrimonio. Si quieres, Tú puedes salvar a mi hija. Señor, si quieres, Tú puedes quitarme este vicio, liberarme de esta esclavitud, lidiar con mi lepra… con mi pecado.

Sabemos que El puede hacerlo, pero nos preguntamos si lo hará. Este leproso tiene la valentía, la tenacidad y la audacia de acercarse a Jesús, e ir a Su presencia. Pero como tú y yo, cuando llega a El, se pregunta, “¿Me querrá realmente limpiar?”

Entonces Jesús, en Su misericordia y gracia, hace algo maravilloso… algo que ningún escriba o rabino hubiera hecho por todo el oro del mundo. El toca al leproso. Ningún hombre, mujer, o niño había tocado a este pobre hombre, sabe Dios desde hacía cuanto tiempo, porque tocarlo hubiera sido contaminarse.

Si el leproso se acercaba mucho, la gente le hubiera tirado piedras. Pero en un acto de tremenda compasión, JESUS LO TOCA. Esta es una demostración de misericordia increíble… de gracia asombrosa… Jesús se inclina… se agacha Entonces Mateo 8:3 dice, “Jesús extendió la mano y tocó al hombre,”, Sí quiero —le dijo—. ¡Queda limpio!

Hablando de esta manera, Jesús afirma que El es absolutamente Dios. Jesús habla, y se hace.

En la mañana de la creación, Jesús dijo en Génesis 1:3 “Sea la luz; y fue la luz.” Jesús creó el mundo de la nada, por el poder de Su Palabra. Ahora el Verbo hecho carne, le dice al leproso, ¡Queda limpio! Y quedó limpio.

A este leproso, lleno de llagas, de voz tensa, de cuerpo maloliente, y falto de dedos, Jesús le podría haber dicho, ¡Queda limpio! Pero no te me acerques mucho. Y el hombre hubiera quedado limpio. ¿Pero qué es lo que Jesús hace? LO TOCA.

PAUSA

Si estás luchando con algún pecado en este momento, no cometas el error, que miles de leprosos han cometido, al decir. “Necesito apartarme de Jesús. Estoy impura.” Jesús puede lidiar con tu pecado. El no está escandalizado ni horrorizado ni avergonzado de él.

¡Jesús toca al leproso! y El también puede tocarte a ti. El error más grande que gente comete, con respecto a Jesús, es de pensar, “Cuando todo en mi vida esté en orden, entonces dejaré que el Señor se me acerque. Cuando pueda lidiar con mi lepra, entonces dejaré que el Señor me toque.”

Pero nunca podrás tener todo en orden hasta que el Señor no te toque. Si estás vacilando en tu fe, luchando con el pecado, atrapada en carnalidad, Jesús puede tocarte. ¿Sabías que Jesús nunca rechazó a nadie que buscaba Su ayuda? El nunca dijo, “Lo siento, pero no tengo tiempo… Estoy muy ocupado con mi ministerio… o con mi trabajo.”

En todo momento, Jesús trataba a la gente de forma misericordiosa y benevolente. El hará siempre lo que es mejor para ti, y lo verás tarde o temprano, si se lo pides. Había miles de leprosos en esa región, pero SOLO UNO viene y le pide a Jesús que lo sanara, y SOLO UNO se va limpio. ¡Pídele a Jesús que limpie tu pecado! ¡Y El lo hará!

2 Corintios 8:9 dice, “Ya conocen la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que aunque era rico, por causa de ustedes se hizo pobre, para que mediante su pobreza, ustedes llegaran a ser ricos.”

Para asegurar nuestra redención, Jesús tuvo que dejar las glorias del cielo, entrar a la vida humana por medio de la encarnación, vivir una vida perfecta, y luego morir. El tuvo que sufrir la agonía de la crucifixión, el dolor del rechazo, la traición, y el abandono, el horror de ser hecho pecado, el tormento de la ira de Dios, y la indignidad de la muerte.

La crucifixión de Jesucristo fue la expresión máxima del odio del hombre hacia Dios. Fue el crimen de todos los tiempos. No se podía haber concebido un crimen peor. Sin embargo, Dios transformó la crucifixión en la expresión máxima de Su amor por nosotras… por medio de Su misericordia y gracia.

Su sangre tenía que ser derramada. Ese era el precio de nuestra salvación. Y Jesús lo pagó gustosamente. EL ESTABA DISPUESTO. ¡Qué Redentor tan misericordioso y benevolente tenemos!

¡Así que! Declaración No. 1… Dios es Misericordioso y Benevolente… Declaración No. 2… Jesús es Misericordioso y Benevolente… y ahora Declaración No. 3…

III. El Hombre Debiera Ser Misericordioso y Benevolente (Lucas 6:35-36)

35 Ustedes, por el contrario, amen a sus enemigos, háganles bien y denles prestado sin esperar nada a cambio. Así tendrán una gran recompensa y serán hijos del Altísimo, porque él es bondadoso con los ingratos y malvados. 36 Sean compasivos, así como su Padre es compasivo.

¿Por qué debemos ser misericordiosas y benevolentes? Porque esto nos hace ser como Dios… porque es así, como El actúa. Dios manda Su lluvia al justo y al injusto. El es bondadoso tanto con la persona que le trae gozo, como con la persona que lastima Su corazón.

El amor de Dios abraza tanto al santo, como al pecador. ES ESTA CLASE DE AMOR que tenemos que imitar. Si somos realmente hijas de Dios, nosotras también debemos desear el máximo bienestar para nuestro enemigo. El Padre es nuestro modelo. El es nuestro estándar. Jesús dijo, “Se compasiva así como tu Padre es compasivo.”

Jesús usa a Dios como ejemplo. Dice “Porque El es bondadoso con los ingratos y malvados.” Dios bendice a aquellos que no se lo merecen. Su bondad es derramada sobre todos. Tú dirás, “¿Amar a mis enemigos? ¡Imposible! ¡No puedo hacerlo!

Yo sé que es imposible. Pero Dios quiere hacer lo sobrenatural dentro de nosotras, para que podamos exhibir Su amor. Debemos ser misericordiosas y benevolentes. Tal como nuestro Padre y nuestro Señor Jesucristo lo son.

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Hace unos años, Margarita, una buena amiga y su familia, se mudó a una casa bien bonita con una terraza bien grande. Como Margarita era muy creativa, ella decoró su casa linda. Y como le encantaba estar al aire libre, hizo de su terraza, un lugar muy especial.

Meses después, unos nuevos vecinos se mudaron al lado de su casa. La mejor forma de describirlos sería que eran vulgares, ordinarios… y sin refinar. Tenían la música puesta día y noche a todo volumen, y decían malas palabras constantemente. No hacían otra cosa que perturbar la paz. Margarita no podía ver nada bueno en ellos.

Ella le pidió al Señor que la ayudara a ser más amorosa con ellos, pero todo lo que recibía de ellos ,eran disgustos y rechazo. Un día, la crisis vino cuando ella regresó a su casa y descubrió que los hijos de los vecinos habían pintarrajeado toda su terraza –paredes… piso – todo.

Margarita estaba furiosa y enloquecida. Trató de orar, pero se encontró clamando: “¡Señor, no los puedo querer! ¡Los odio!” Sabiendo que ella tenía que lidiar con el pecado en su corazón, comenzó hablarle al Señor, en lo más profundo de su ser, y una escritura se le vino a la mente, Colosenses 3:14:

“Por encima de todo, vístanse de amor, que es el vínculo perfecto.” En su corazón preguntó, “¿Señor, como me puedo poner el amor?” De la única forma que ella podía imaginárselo era como si estuviera poniéndose un abrigo. Así que decidió envolverse en el amor de Dios.

Y como resultado, comenzó a experimentar la vida de Cristo, más profundamente, en ella. Margarita hizo una lista de todas las cosas que ella haría, si ella amara realmente a sus vecinos. Y luego hizo todo lo que había escrito.

Les hizo galletitas, les ofreció cuidar a sus hijos GRATIS cuando ellos salieran, hasta invitó a la mamá a tomar café. Y la cosa más bella sucedió. Margarita los comenzó a conocer… comenzó a entenderlos mejor.

Comenzó a ver que ellos estaban viviendo bajo tremendas presiones. Ella comenzó a amar a sus enemigos. Ella les hizo el bien. Hasta les prestó dinero sin esperar nada a cambio.

Llegó el día en que sus vecinos se mudaron. ¡Margarita lloró! Un amor sobrenatural había cautivado su corazón. Era el amor de Jesús. Si nos consideramos verdaderos discípulos de Cristo, este amor es nuestro llamado. Debemos amar a nuestros enemigos. Debemos mostrarles misericordia y gracia.

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Una vez, un soldado fue herido durante una sangrienta batalla. El capellán se le acercó, sin que él se diera cuenta, y lo ayudó en lo que pudo. Se quedó con él, cuando toda la tropa se había ido. Durante el calor del día, el capellán le daba agua de su propia botella, aunque él mismo estuviera muerto de sed.

En la noche, cuando bajaba la temperatura, el capellán cubría al soldado con su propio abrigo para protegerlo del frío. Al final, el herido miró al capellán, y le preguntó, “Capellán, usted es cristiano, ¿no?” “Si,” respondió el capellán.

Entonces dijo el hombre, “Si el cristianismo hace que un hombre haga por otro hombre lo que usted ha hecho por mí, yo quiero saber más acerca del cristianismo. ¿Mostramos nosotras “la misericordia y gracia a otros,” que hace que ellos deseen nuestro cristianismo?

¿Hay alguien en tu vida al cual odias, y tú, por tu terquedad, piensas que tu odio es justificado? Si ese es el caso, examínate para ver si estás en la fe. A lo mejor Cristo no reina en tu vida.

¿Estás haciéndole el bien a aquellos que te odian, o les estás haciendo el mal? Si Cristo reina en tu corazón, será el bien. ¿Estás bendiciendo a aquellos que te maldicen? Si no lo estás haciendo, Cristo no debe de estar en el trono de tu corazón.

¿Estás orando por aquellos que te maltratan? Si es así, eres como Jesús. Eres misericordiosa y benevolente. Eres como tu Padre en el cielo. Eres como tu Redentor. Solo podemos amar a nuestros enemigos por el poder del Espíritu Santo. Esta es una vida absolutamente sobrenatural. ¿Estás dispuesta a vivir esta clase de vida?

ORESMOSLE AL SEÑOR

Padre, gracias por revelarte a nosotras a través de las páginas de las escrituras. En ellas podemos contemplar, la belleza de tu carácter. Gracias por tu misericordia y gracia. Por tu bondad… tu compasión… tu favor inmerecido…. ¡Que tierno eres con nosotras! Queremos ser compasivas, así como Tú eres compasivo. Así como Jesús es compasivo.

Padre, como el leproso, queremos venir a Jesús para que nos toque. Para que nos limpie de nuestro pecado. Para que nos cure de nuestra carnalidad y falta de fe. Queremos ser mujeres dignas de tu llamado. Queremos ser un ejemplo de virtud.

Señor, ayúdanos a ser misericordiosas y benevolentes. Ayúdanos a ser como Tú. Enséñanos a amar a los que no nos aprecian, como hizo Margarita. A amar al desvalido, como hizo el capellán, para que otros anhelen nuestro cristianismo. En el nombre de Jesús, Amén.