2 Reyes 3:16-20

ABRAN SU BIBLIA A 2 REYES 3:16-20

¿Quién ha visto la película “Desafiando a los Gigantes?” Esta es una de mis películas favoritas. ¡Es inspiradora! Los principios bíblicos QUE esta película presenta, son maravillosos.

Esta es la historia de Grant Taylor, un “mediocre” entrenador de fútbol americano de un colegio. Después de varios años de no ganar ningún título en su liga, su equipo, “las Águilas de Silo,” estaba considerando reemplazarlo como entrenador. Y este no era el único problema, al cual el pobre Taylor, se estaba enfrentando.

Su carro se estaba destartalando. Los padres de sus jugadores estaban exigiendo que lo despidieran. Y para remate, descubre que él era responsable de que su esposa no pudiera salir encinta. 

Devastado por sus circunstancias, Taylor clama a Dios, y se entrega completamente a Él. Entonces, hasta su estilo de entrenar cambia, y los milagros se comienzan a suceder.

El equipo, enfrentándose a probabilidades increíbles, pasa la gran prueba de valor y fortaleza, cuando gana el campeonato nacional contra los Gigantes, el equipo que había permanecido invicto hasta ese momento.

Una de las citas, que más me gustan en esta película, es cuando el entrenador Taylor le dice a su equipo, “Para que Dios haga grandes cosas con este equipo, necesitan darle lo mejor de ustedes en cada área de su vida.

Y si ganamos, lo alabamos. Y si perdemos, lo alabamos. De cualquier modo, lo honramos con nuestras acciones y actitudes.”

Esta película es de gran estímulo para cada una de nosotras, cuando dice: ¡Nunca te rindas! ¡Nunca retrocedas! ¡ Y nunca pierdas la fe! En realidad, esta es la historia, de que con Dios, todo es posible.

EMPECEMOS EN ORACION

Padre, gracias que Tu Palabra nos enseña la verdad. Que toca nuestros corazones, y nos hace cambiar. Gracias por darnos sabiduría e inteligencia, a través de las escrituras, porque estas son de más provecho que el oro y la plata. Tu Palabra es más valiosa que las piedras preciosas. Es fuente de vida.

Abre nuestros corazones, nuestros ojos y nuestros oídos para poderte ver… poderte escuchar, y aprender de ti. Háblanos, Señor, Tus siervas te escuchan. En el nombre de Jesús, Amén.

2 Reyes 3:16-20

16 Así dice el SEÑOR: "Abran zanjas por todo este valle, 17 pues aunque no vean viento ni lluvia —dice el SEÑOR—, este valle se llenará de agua, de modo que podrán beber ustedes y todos sus animales." 18 Esto es poca cosa para el SEÑOR, que además entregará a Moab en manos de ustedes.

19 De hecho, ustedes destruirán todas las ciudades fortificadas y las otras ciudades principales. Cortarán los mejores árboles, cegarán los manantiales y sembrarán de piedras los campos fértiles.20 A la mañana siguiente, a la hora de la ofrenda, toda el área se inundó con el agua que venía de la región de Edom.

En este pasaje Dios les habla a los Israelitas mientras marchaban a la batalla contra los Moabitas. Y como el equipo de fútbol, “en Desafiando a los Gigantes,” los israelitas también, se estaban enfrentando a sus propios gigantes. Se encontraban en medio del desierto sin agua.

¿Cómo podían luchar contra los Moabitas, si ellos mismos y sus animales, se estaban muriendo de sed? Entonces le piden a Eliseo que orara por ellos… y él lo hace. Y Dios responde: "Abran zanjas por todo este valle, y este valle se llenará de agua.”

Humanamente, lo que Dios les estaba prometiendo parecía imposible -- pero nada es imposible para Dios. Sin sonido ni señal, y de fuentes invisibles e imposibles, el agua fluyó la noche entera. Y a la mañana siguiente, ¡ahí estaba! La tierra estaba llena de agua.

En esta área desértica y seca, la Palabra de Dios a los Israelitas era de abrir zanjas. Solo Dios podía darles el agua, pero ellos tenían que surcar la tierra. ¡Este es un fundamento muy importante!

Tú tienes que abrir las zanjas en los tiempos secos… en los tiempos difíciles. Tienes que abrir las zanjas diariamente, y el Señor las llenará en Su propio tiempo. Es un principio de Dios que es irrevocable y absoluto. Dios llenará la zanja, ¡pero tú tienes que abrirla!

Si los israelitas solo hubieran rasguñado la tierra, esa hubiera sido toda el agua que hubieran recibido. ¡Cuanto más abras las zanjas, más recibirás!

A veces es simplemente trabajo duro. Ya sea el estudio de la biblia, el ministerio, la oración, el trabajo o el hogar, tú tienes que abrir las zanjas primero. Entonces el Señor las llenará en su debido tiempo. Si quieres que Dios haga grandes milagros en tu vida, tú tienes que abrir las zanjas.

La victoria más grande de fe es poder estar de pie a la orilla del Mar Rojo, y escuchar al Señor decir, en Éxodo 14:13, “No tengan miedo. Mantengan sus posiciones, que hoy mismo serán testigos de la salvación que el SEÑOR realizará en favor de ustedes.”

Cuando nos aventuramos por fe, sin ver ninguna señal o sonido, cuando tomamos nuestros primeros pasos hacia el mar, veremos al agua dividirse. ¡Dios puede hacer eso! Con Dios, mientras caminamos hacia adelante, veremos que el camino se abrirá en medio del mar… a través de tus circunstancias.

Dios dice, “¡Abran zanjas!” El rol de la fe no es de cuestionar… sino simplemente de obedecer. La Biblia siempre requiere obediencia.

Primera de Samuel 15:22 dice, “¿Qué le agrada más al SEÑOR: que se le ofrezcan holocaustos y sacrificios, o que se obedezca lo que Él dice? El obedecer vale más que el sacrificio.”

El Señor quiere obediencia de corazón. El sacrificio que El desea es un corazón contrito y arrepentido. Sacrificio sin obediencia es simplemente hipocresía. Un ritual religioso vacío. Jesús mismo dice en Juan 14:15, “Si ustedes me aman, obedecerán mis mandamientos.”

El amor es siempre el primero y el último… el comienzo y el final de las enseñanzas de Jesús. Si lo amamos, siempre haremos lo que Él dice. Siempre querremos complacerlo. Su más mínimo deseo será nuestra ley. Esa es la verdadera esencia del amor.

El cristianismo no es una proposición teológica. Es escoger amar a Jesús. Y todo lo demás, caerá por su propio peso. Observa a un hombre… o una mujer enamorada. Todo se centra en el amado. Como complacer al amado, como conocer mejor a la amada; como decirle a otros acerca del amado, y como poder estar con la amada.

Jesús pregunta en Lucas 6:46 “¿Por qué me llaman ustedes “Señor, Señor,” y no hacen lo que les digo?” Si tú has de llamar a Jesús “Señor,” necesitas escuchar Su voz, a través de las escrituras, y ponerla a la práctica.

Por eso Santiago 1:22 nos exhorta… “No se contenten sólo con escuchar la palabra, pues así se engañan ustedes mismos. Llévenla a la práctica.” Además, Jesús dice que si alguien te da una bofetada en la mejilla, que vuelvas también la otra mejilla.

Que perdones ofensas, que rechaces la codicia, que toleres las debilidades de otros, y que sirvas y ames a otros, como Jesús te ha amado. ¡Estas son las zanjas que tenemos que abrir!

Yo me acuerdo hace años, tal vez era en el 2003 o el 2004, cuando el ministerio de mujeres de mi iglesia estaba organizando un festival, que se llevaría a cabo en Albuquerque. La oradora era una persona de mucho renombre. ¡Y el evento salió de maravilla!

Pero, nunca me olvidaré, que me tuve que enfrentar a mi propio gigante durante los preparativos para este acontecimiento. La organizadora del evento me pidió que me ocupara de la hospitalidad. Yo le dije que SI. No tenía idea en el lío que me estaba metiendo.

Chequeé con la secretaria del ministerio, y le pregunté ¿cuál era la mejor forma de reclutar a voluntarias para este evento? Me dijo, que diera un té. Generalmente, ¿cuántas mujeres asisten a estos tés? le pregunté.

Me dijo que 20. ¿Veinte? “Esperamos más de 2,000 mujeres en este evento, ¿qué puedo hacer con solo 20 voluntarias?” “Bueno,” me dijo, “tal vez, sean 25.”

A la mañana siguiente, durante mi hora de devoción con el Señor, le oré, “Señor, Tú sabes que 20 voluntarias no son suficientes. ¡Ni siquiera 25! ¿Puedes doblar ese número? Y Él me contestó mientras leía Génesis 18:14: “¿Acaso hay algo imposible para el SEÑOR? Le dije, “¡Señor no hay nada imposible para Ti!

Mientras tanto, al comentarle a la organizadora de las posibles voluntarias que había invitado al té, ella me preguntó: “¿Qué té? No hay dinero para un té. No hay presupuesto para tu té.” Me quedé fría. ¡No lo podía creer!

¡Ya había repartido las invitaciones! Tenía que hacer algo. “Señor,” le dije, “nada es imposible para Ti, ¿no es cierto?” Así que comencé a hacer lo que los Israelitas hicieron. A abrir zanjas para que el Señor las llenara con agua.

Primero, me encontré con mis amigas. Todas se comprometieron a atender las mesas conmigo durante el té.

Cada una traería su propio juego de té, una fuente de sanduchitos y otra fuente de dulcesitos para su mesa. Una chica encantadora, que acababa de conocer en un matrimonio, se ofreció a preparar el té para todas nosotras.

Ella trabajaba en un salón de té en Albuquerque. ¿Sería una coincidencia? No lo creo. ¡Dios estaba obrando! Me encanta lo que el Señor dice en 1 de Reyes 9:3, “He oído la oración y la súplica que me has hecho.”

Luego… todas nos pusimos al teléfono para dar seguimiento a las invitaciones de las voluntarias. ¿Adivinen cuántas voluntarias dijeron que vendrían? ¿20? ¿25? ¿40? ¿50? ¡Sí, efectivamente! ¡Cuando abres las zanjas… cuando haces el trabajo, El Señor hace lo demás!

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Y llegó el gran día del té. ¡Todo salió lindo! Cada voluntaria llevaba su sombrero puesto. Esa era nuestra marca. ¿Saben cuántas voluntarias se presentaron al té finalmente? ¡62! ¿No es bueno el Señor? ¡62 ayudantas! El hizo muchísimo más que todo lo que podíamos habernos imaginado o pedido.

Y finalmente, el día del gran evento llegó. ¡Todo salió precioso! Este había sido un esfuerzo de equipo. Nosotras, las damas de la hospitalidad, habíamos sido solamente un pedacito del gran rompe-cabezas.

Hubo un gran número de voluntarias en diferentes áreas, que abrieron las zanjas, para que este evento fuera un éxito, y para que nuestro Dios fuera honrado y glorificado.

Le dimos a Dios lo mejor de nosotras mismas, ¡y Él nos dio el éxito! Y en todo, lo alabamos. Nuestra especialidad es orar, alabar… y abrir las zanjas. Y la especialidad de Dios es de dar bendiciones. ¡Y cómo nos bendijo en aquel día!

Quiero que noten que este es un gran fundamento de Dios. Muchas de las promesas de Dios son condicionales, requieren alguna acción inicial de nuestra parte. Una vez que comenzamos a obedecer, a abrir las zanjas, Dios nos comienza a bendecir.

J. R. Miller dijo, “Grandes cosas le fueron prometidas a Abraham, pero ninguna se hubiera hecho realidad si él se hubiera quedado esperando en Caldea. Él tuvo que dejar su casa, sus amigos, y su país… viajar por caminos desconocidos, y avanzar en obediencia inquebrantable, para recibir las promesas.

También, ¿se acuerdan de los diez leprosos que Jesús sanó? Jesús les dijo que fueran y se presentaran ante los sacerdotes. Y Lucas 17:14 dice que mientras iban de camino, quedaron limpios. Si se hubieran esperado… a ver si sus cuerpos se limpiaban antes de irse, sus cuerpos no se hubieran sanado.

Dios estaba esperando para sanarlos, y en el momento que su fe comenzó a obrar, en el mismísimo momento en que obedecieron, la bendición vino. Debemos aprender a creer en la Palabra de Dios, y caminar en línea recta… en obediencia, aun cuando parezca que no hay forma de seguir adelante.

¿Quieres que Dios haga grandes cosas en tu vida? ¿Quieres alguna bendición espiritual? Entonces ora… abre las zanjas, y Dios te las llenará. Pero Él lo hará en los lugares y formas más inesperadas. ¡Necesitamos esta clase de fe! Segundo Corintios 5:7 dice, “Vivimos por la fe, no por la vista.”

¿Y que hubo de David? Su padre le había dicho que fuera a chequear a sus hermanos, mientras ellos estaban en el campo de batalla. David obedece. David no va a donde sus hermanos esperando ser usado por Dios de forma nacional.

El simplemente les estaba llevando un paquete de comida de su casa. Pero de repente, él se encuentra en una situación de fe. A lo que escuchaba al gigante filisteo Goliat burlarse de Dios, su espíritu se agita en su interior.

David tenía muchas razones para tenerle miedo a la situación. Él era un chico joven sin ninguna experiencia militar. Basado en las escrituras, David no era muy alto. Por otro lado, Goliat, no solo era gigante, sino soldado veterano también.

Físicamente, David no era competencia para Goliat, y no podía confiar en sí mismo, para ganar la batalla. A pesar que David confiaba en Dios, él claramente tenía su parte en la batalla. Él tenía de abrir las zanjas. ¿Cómo? Él tenía que bajar al valle y encontrarse con Goliat.

Tenía que correr a la línea de combate. Tenía que poner la piedra en su honda y arrojarla. David usó el arma, que sabía usar, y confió en Dios para que Él impartiera energía a la piedra, y la hiciera efectiva.

¿Te estás enfrentando a un gigante en estos momentos? ¿A lo mejor es una enfermedad, o depresión, o miedo… o tal vez sea una preocupación? ¿O a lo mejor te estás enfrentando a un divorcio, o a la muerte de un ser querido? ¿O a lo mejor se trata de un hijo o hija pródiga.

El Salmo 147:3 dice, “El Señor reanima a los descorazonados, y sana sus heridas.” Dios es el Dios de toda consolación. Él te ama. Él quiere sanar tu corazón quebrantado.

Romanos 8:28 dice, “Sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de los que lo aman, es decir, de los que Él ha llamado de acuerdo a Su propósito.” YO SE ESO. Y TU LO SABES TAMBIEN. ASI QUE CONFIA EN LO QUE DIOS TE DICE…

Cuando comprendas que Dios es más grande que cualquier problema que puedas tener, esto reforzará tu fe, y tú te enfrentarás a cualquier gigante con confianza y valentía. Así que ponte de rodillas… ora… alaba al Señor… escudriña las escrituras, y luego, abre las zanjas.

Dios traerá sanación y bendición a tu vida… en su debido tiempo. Dios tiene un futuro lleno de esperanza para ti.

¿Te estás enfrentando a una crisis económica… a un gigante económico? ¿Tienes mucha deuda, pocos ahorros, y ningún sentido de control sobre tu vida? Entonces comienza a abrir las zanjas… ¡AHORA MISMO! Abre las zanjas de gastar prudentemente, de ahorrar con sabiduría… y de no meterte en másdeudas.

¿Sabías que el 90% de la gente compra cosas que no puede pagar? Hace dieciséis años, cuando le entregué mi vida a Jesucristo, Él me quitó casi todo lo que tenía. No lo hizo porque era un Dios malo, sino porque El necesitaba cambiar mi corazón con respecto al dinero.

Realmente… perdí casi todo, por mi propia estupidez, por la forma en que manejaba el dinero… por mi falta de juicio. A pesar de que tocar fondo fue una de las peores cosas que me pudo haber pasado, fue también, una de las mejores cosas que me pudo haber pasado.

Yo tenía mucha deuda, nada de ahorros, y mi vida estaba completamente fuera de control.

Mientras tratábamos desesperadamente de mantenernos a flote, la solución de mi marido era de pedir más plata prestada. El seguía diciendo, “Ay, esto pasará.” ¡Pero no pasaba! Ya no nos quedaba mucha gente a quien pedirle prestado.

Y entonces, el gran día de la verdad llegó. Mi marido le había pedido plata prestada a un amigo muy querido, y su amigo muy querido, le dijo que “NO.”

Este fue un momento crucial para nosotros. Dios cerró todas las puertas. Los bancos dijeron que NO. Los amigos dijeron que NO. Y la familia dijo que NO. Así que recuerdo que ese día me senté en la sala de mi casa, con lágrimas en los ojos, y mientras admiraba la majestad de las montañas a través del ventanal, oré:

“Señor Jesús, Yo sé que Tú eres fiel. Tu Palabra dice que Tú nunca me dejarás ni me abandonarás. ¡Y yo te creo! Así que decido, en este mismo momento, confiar en Ti, pase lo que pase. Fuera de mi propia salvación, esta fue la mejor decisión que pude haber tomado.

A veces Dios nos pone en situaciones difíciles, nos arrincona, y hasta nos pone en un callejón sin salida. Es ahí donde me encontraba yo hace dieciséis años. La verdad es que no fue divertido. A lo mejor es en ese mismo lugar donde te encuentras tú hoy día.

Dios no solo nos liberó, sino que durante esos meses y años, Él nos enseñó lecciones que nunca olvidaremos. ¡No saben cómo le agradezco a Dios por hacer exactamente lo que hizo!

El dinero es una cosa muy poderosa. Si no lo controlamos, este nos controlará. Jesús dice en Mateo 6:24, “Nadie puede servir a dos amos, pues odiará a uno y amará al otro, o estimará a uno y menospreciará al otro. Ustedes no pueden servir a Dios y a las riquezas.”

El dinero es un buen sirviente, pero un mal patrón. No dejes que el dinero consuma tu vida. Por eso Jesús también dice en Mateo 6:33: “Busquen primeramente el reino de Dios y Su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas.”

Si nos ocupamos de las cosas que son importantes para Dios, Él se ocupará de las cosas que son importantes para nosotras, y esto también incluye, nuestros asuntos de dinero.

Si pudiéramos entender las razones y motivaciones que tenemos de comprar, nos podría ayudar a superar ese gran deseo de salir de tiendas. A lo mejor sueles ir de compras, cuando has tenido un disgusto con tu marido, o cuando te pesas por la mañana, y la balanza te dice que has aumentado de peso.

O tal vez, te han dado un aumento, y claro… tienes que salir a gastarlo… Después de todo, ¡te lo mereces! O a lo mejor te sientes sola, y piensas que si te compras algo bonito, te vas a sentir mejor.

Pero una vez que te pones el vestido nuevo, y lo luces, te vuelves a sentir sola. Cosas nunca van a satisfacer los anhelos más profundos de tu corazón. ¡Solo Jesús puede hacer eso!

Comprar cosas, y más cosas, no nos harán, necesariamente, más felices. Más bien, ¡nos dejarán más y más endeudadas! Pero ¿cómo podemos superar ese deseo de comprar?

La sicóloga Abril Benson, recomienda, que cuando te vayas de compras, que tengas un papelito o un cartoncito dentro de tu billetera con algunas preguntas -- para que las leas --

– ANTES DE SACAR TU TARJETA DE CREDITO:

¿Por qué estoy aquí? ¿Cómo me siento? ¿Necesito esto? ¿Qué si me espero? ¿Cómo lo voy a pagar? ¿A dónde lo pondré?

Otra idea sería de esperar 30 días antes de hacer unas comprar. Escribe la fecha en un papelito. Muchas mujeres encuentran, que muy pocas veces, terminan comprando lo que habían querido 30 días antes.

Escuchen lo que dice Benjamín Franklin acerca de gastar dinero. “Son los ojos de otros los que nos destruyen. Si todo el mundo fuera ciego, ¿qué necesidad habría de tener buena ropa, y una buena casa?”

Así que abre las zanjas del contentamiento. Abre las zanjas de honrar a Dios con tu dinero. Paga tus tarjetas de crédito. ¡Yo sé que no es fácil! ¡Pero hazlo de todos modos! Abre las zanjas de administrar mejor el dinero que Dios te ha confiado, ¡y Él te llenará de bendiciones!

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¿Estás teniendo problemas en tu matrimonio? ¿Tú y tu esposo se andan peleando todo el tiempo? ¿Deseas paz, armonía en tu hogar? Entonces abre las zanjas de honrar a Dios y a tu esposo.

Abre las zanjas de la sumisión. Para poder vivir en armonía en nuestros matrimonios, el componente clave es la sumisión.

Cuando mi esposo y yo nos casamos hace veinte años, no conocíamos al Señor. Así que yo nunca había escuchado eso de que la mujer se tiene que someter al marido. Y tampoco lo respetaba mucho.

Yo era de lo más criticona. Mi esposo siempre quería darme gusto en todo. Él podía hacer diez cosas… y de las diez, a lo mejor una, no le salía perfecta. Así que, en vez de alabarlo por las otras nueve cosas que había hecho bien, lo criticaba por esa “cosita” que no había hecho perfecta. Pobrecito. Como me aguantaba.

Cuando le entregué mi vida al Señor, mi actitud comenzó a cambiar. Aprendí a ser más sumisa (la mayor parte del tiempo), pero todavía no caía en cuenta de que no estaba respetando a mi esposo. Todavía era media pesadita.

Un día me encontré con una amiga que me contó que había asistido a un retiro de parejas de lo más bonito. Durante el retiro, los organizadores dividieron a las parejas. Pusieron a las mujeres a un lado del auditorio, y a los hombres, al otro lado.

Primero le preguntaron a las mujeres, que era lo que ellas más querían en su matrimonio. Algunas dijeron que ellas querían amor, otras romance, y otras compañerismo…

Pero cuando les preguntaron a los hombres, que era lo que ellos más querían en su matrimonio, todos, unánimemente, dijeron que lo que ellos más querían era que sus esposas los respetaran. ¡Esto realmente me impactó! ¡Me hizo cambiar! ¡Y he visto los resultados en mi relación con mi esposo!

Efesios 5:33, dice, “Por lo demás, cada uno de vosotros ame también a su mujer como a sí mismo; y la mujer respete a su marido.” ¡Esta es una orden del Señor! ¡Es muy importante respetar al esposo! Verán que cuando lo respetan, ellos cambian, y se desviven por darnos gusto. ¿No es eso lo que queremos?

A las mujeres Dios no nos manda a amar a nuestros esposos… porque nosotros ya lo hacemos. Dios ha diseñado a la mujer para amar. Sin embargo, a nosotras nos ordena a respetar a nuestros esposos.

Si tú quieres que tu esposo te demuestre amor, respétalo. Las esposas necesitan amor, como el aire que respiran. Los esposos necesitan respeto, como el aire que respiran.

Pero cuando hay un conflicto conyugal, si no hay amor, la esposa reacciona y le falta el respeto a su esposo. Y cuando no hay respeto, él reacciona, y no le demuestra amor a su esposa.

Y como él no le demuestra amor, ella le falta al respeto, y como le han faltado al respeto, él no le demuestra amor. Este es un círculo vicioso que puede terminar en divorcio. Tú no puedes seguir haciendo la misma cosa, y esperar un resultado diferente.

Creo que la pregunta más importante aquí sería, ¿Qué es realmente respeto? El diccionario dice que respetar significa acatar, honrar, alabar, amar, o querer. . ¿En qué forma podemos honrar a nuestros esposos, especialmente después de saber que eso es lo que él más quiere… lo que más necesita?

Te voy a dar seis maneras prácticas, y bíblicas, de cómo respetar a tu esposo:

(1) Como esposa, apoya a tu esposo en su deseo de trabajar y triunfar por su familia. (2) Aprecia el hecho de que tu esposo quiere ser responsable… protegiéndote y proveyendo por ti y tu familia. (3) Dale espacio para que tu esposo se convierta en el líder espiritual del hogar. Reconoce su deseo de guiar y servir.

(4) Aprecia el deseo de tu esposo de analizar las cosas, y de aconsejarte, escuchando las ideas que él te da. (5) Gózate de que él quiere que tú seas su mejor amiga, y quiere afrontar la vida hombro a hombro contigo. (6) Como esposa, aprecia su deseo de tener intimidad sexual contigo. Responde amorosamente. Tú eres la única que puede satisfacer esos deseos.

Muchas mujeres le hablan a sus esposos como ningún otro hombre se atrevería a hablarle. Hay un código de honor y respeto entre los hombres. Si tú amas a un hombre “y lo respetas,” él se derretirá. Cuando tú le muestras respeto, él se te acercará y te demostrará amor. ¿No es eso lo que queremos?

Cuando yo halago a mi esposo, cuando le demuestro respeto… cuando le presto atención, y le agradezco todos sus esfuerzos por proveer por la familia, y no lo ando juzgando, él se derrite. Me daría la luna y las estrellas, si pudiera.

La esposa respetuosa trata de honrar los deseos de su esposo, no porque él sea el esposo perfecto, sino porque ella quiere obedecer el llamado de Dios a respetar a su esposo incondicionalmente. Ella entiende que no se trata de su esposo, sino del mandato de Dios, como esposa. Tu respeto motiva su amor.

Tú me dirás, “Pero tú no conoces a mi esposo.” Tienes razón. Yo no lo conozco. Pero la Biblia no dice que tu esposo se tiene que ganar tu respeto. Dios dice, simple y llanamente, “respeta a tu marido.” ¡PUNTO! Además, no se trata de tu esposo. Se trata de ti. Tú eres responsable ante Dios por tu comportamiento, no por el de él.

Tengo una idea. Por las próximas dos semanas no le digas nada negativo a tu esposo. Cada día, dile algo que admiras o aprecias de él. A lo mejor tengas que ahondar profundamente, pero estoy segura que encontrarás algo. Tu esposo necesita tu respeto desesperadamente.

Aunque no te puedo garantizar que este será un trabajo fácil, lo que si te puedo garantizar es que notarás un cambio en ti. Comenzarás a ver a tu esposo con nuevos ojos… ojos de amor y gratitud. ¡Y prepárate! ¡Porque tu esposo también cambiará! Se comenzará a acercar a ti… y a amarte como tú quieres ser amada. ¡Los milagros todavía suceden!

Cuando tú comiences a abrir las zanjas de la obediencia… de respetar a tu esposo, Dios bendecirá tu matrimonio.

Para que Dios haga grandes cosas en tu vida, tú necesitas darle lo mejor de ti en cada área de tu vida… y eso incluye tu trabajo también, ¡y tu jefe! David tenía un jefe terrible. Un día, mientras David tocaba el arpa, el rey Saúl trata de clavarlo a la pared arrojándole una lanza – no solo una o dos veces, sino tres veces.

Dándose cuenta que no lo querían en el trabajo, David se va, y eventualmente, termina en las cuevas de Engadí. Cuando Saúl se entera que David estaba en Engadí, sale persiguiéndolo con un ejército de tres mil hombres.

Cuando Saúl entra a una cueva para hacer sus necesidades, sin saber que David y sus hombres estaban escondidos en esa misma cueva, David se llena de alegría. Sus hombres le dicen, “Dios ha puesto a Saúl en tus manos,” “¡Córtale la cabeza!” En vez, David le corta el borde del manto de Saúl.

Pero aun así, las escrituras nos dice que David se sintió muy mal de haberlo hecho. David se dio cuenta, que Saúl era un instrumento de Dios en su vida para producir paciencia, madurez, y compasión. Dios le estaba enseñando, a través de Saúl, a depender más de El.

Te quiero preguntar. ¿Le has cortado el manto a tu jefe? ¿A tu maestra? ¿A tus padres? Ellos son los instrumentos de Dios… los ungidos de Dios en tu vida para desarrollar profundidad, carácter, y madurez en ti.

Córtales las cabezas provocando una revuelta, o perdiendo los estribos, o encontrando defectos, o chismeando de ellos – y desperdiciarás lo que Dios quiere hacer en ti, y a través tuyo.

Puede que no respetes a la persona en autoridad sobre ti, pero tú tienes que respetar su cargo, porque Dios lo ha puesto en tu vida. Si le cortas el manto a las personas en autoridad sobre ti, solo conseguirás limitar, retrasar, o hasta malograr aquello que Dios quería hacer por ti.

Así que, humíllate, y di, “Lo siento. Por favor perdóname,” y Dios te honrará y te bendecirá. El reconocimiento de culpa es una muestra de fortaleza, no una confesión de debilidad. Max Lucado dice, “La humildad tiene un poder increíble. Disculpas pueden desarmar argumentos. Y contrición puede contener la rabia.

Así que sirve a tu jefe, a tus padres, a tus maestros, y aún a tu esposo, como si estuvieras sirviendo a Cristo. Abre las zanjas de honestidad e integridad, de lealtad, sinceridad, entusiasmo y cooperación. Dale a Dios lo mejor de ti, ¡y Él se ocupará del resto!

Nuestra labor en el Señor es nunca en vano. Tú verdadero Jefe, nuestro Señor Jesucristo, está en el cielo, y El ve todo lo que está pasando. Así que ¡No te des por vencida! ¡No pierdas la fe! Y valgan verdades, ¿quién dijo que abrir zanjas fuera fácil?

En cualquier circunstancia, se rápida para orar, abre las zanjas, y observa como Dios hace milagros. ¿Hay algo muy difícil para el Señor? ¡Nada! ¡Con Dios todas las cosas son posibles! Cada día es una decisión. Puedes escoger honrar a Dios, o a ti misma. Hacer las cosas a Su manera, o a tu manera. Puedes escoger abrir las zanjas de la obediencia, o ser testaruda y no obedecer. ¿Cuál escogerás?

OREMOSLE AL SEÑOR

Padre, gracias que Tú quieres que colaboremos contigo para recibir tu bendición. Por eso tus promesas son condicionales, y requieren alguna acción inicial de nuestra parte. Gracias que cuando obedecemos, y abrimos las zanjas que requieres, Tú llenas nuestras vidas de bendiciones.

Cuando nos enfrentamos a gigantes en nuestras vidas, Tú nos exhortas ¡A nunca rendirnos! ¡A nunca retroceder! ¡A nunca perder la fe! Gracias, Señor, que Tu Palabra nos enseña a ser buenas administradoras del dinero. A ser esposas sumisas y respetuosas.

Padre, es fácil decirlo, pero no tan fácil, hacerlo. Ayúdanos a respetar los jefes que has puesto en nuestras vidas. A representarte bien en nuestros hogares, en nuestros trabajos, en nuestras universidades, y en nuestras iglesias. En el nombre de Jesús, Amén