LA VERDAD MÁS GRANDIOSA DE TODA LA ESCRITURA, ES ESTA: ¡DIOS ES AMOR!

El médico le dijo a la enfermera de turno, “No creo que esta señora viva un día más. Está muy mal”. Con una compasión increíble, la enfermera se mantuvo al lado de la moribunda mujer. Unas horas después, la enfermera se había ganado la confianza de la viejita.

Haciéndole una señal a la enfermera para que se acercara, la viejita le dijo tristemente: “He viajado sola desde California, parando en cada ciudad importante entre Los Ángeles y Nueva York. En cada ciudad visité solo dos lugares: la estación de policía y el hospital. Mi hijo se fugó de la casa y no tengo idea donde pueda estar.

¡Necesito encontrarlo! Los ojos de la madre se iluminaron con un rayo de esperanza. Y añadió: Algún día puede que mi hijo venga a este mismo hospital. Si lo hace, por favor, prométame que le dirá que sus dos mejores amigos nunca perdieron las esperanzas de que él regresara”.

Inclinándose hacia esta madre en su lecho de muerte, la enfermera le susurró suavemente, “Señora, dígame los nombres de estos dos amigos para poder decirle a su hijo, si es que algún día lo veo”.

Con los labios temblorosos y los ojos llenos de lágrimas, la anciana le dijo: “Dígale que estos dos amigos fueron ‘Dios’ y su ‘madre’”. Cerró sus ojos y murió.

1 Juan 4:16 dice, Y nosotros hemos conocido y creído el amor que Dios tiene para con nosotros. Dios es amor; y el que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él.

Como Dios es amor, nosotras podemos amar. Su amor no es historia pasada. Es una realidad presente. Primero de Juan 4:7 dice, Amados, amémonos unos a otros, porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, ha nacido de Dios y conoce a Dios.

Este es mucho más que un mandamiento o un privilegio. Es también la evidencia de nuestra permanencia en Cristo. Amarnos unos a otros, no es algo que debemos hacer. ¡ES ALGO QUE QUEREMOS HACER!

Un señor y su esposa fueron a visitar un orfanato donde tenían la esperanza de adoptar a una criatura. En una entrevista con el niño, que ellos querían adoptar, le dijeron “en términos brillantes” acerca de todas las cosas que le iban a dar.

Para su sorpresa, el chiquito dijo, “Si no tienen “nada más que ofrecer” excepto una buena casa, ropa, juguetes y otras cosas que muchos de los chicos tienen -- yo prefiero quedarme aquí”. ¿Qué es lo que tú quisieras… además de todas estas cosas”? le preguntó la señora. “Yo solo quiero a alguien que me ame”, contestó el chiquito.

Siempre he escuchado decir que hay tres cosas que una persona necesita para ser feliz: 1. Tener algo que hacer un trabajo significativo, o ayudando a otros. 2. Tener alguien a quien amar – alguien al que nos podamos entregar, como a un esposo, a una criatura, o a una amiga.

Y 3. Tener algo que esperar como una vacación, la visita de un ser querido, la mejoría de una enfermedad, o un sueño que se haga realidad. Por muy lindas que sean, todas estas cosas solo pueden darnos una felicidad momentánea. Pero satisfacción duradera, solo se puede encontrar en una relación íntima con Jesús, el Hijo de Dios.

Así que miremos AHORA como nuestra perspectiva puede cambiar, cuando tenemos una relación íntima con Jesús. 1.Tener algo que hacer. El Espíritu Santo nos ha dado, a los creyentes, dones espirituales para servir a nuestro Señor… cuando servimos a otros de la familia de Dios. También hemos sido llamados a difundir el evangelio por todo el mundo.

Jesús les dijo a Sus discípulos en Mateo 28:19, V ayan y hagan discípulos en todas las naciones, y bautícenlos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.

2.Tener alguien a quien amar. Nosotros amamos a Dios porque Él nos amó primero. Y nosotros amamos a otros, “porque el amor viene de Dios”. 3. Tener algo que esperar. Algún día seremos bienvenidas a la presencia de Dios para siempre, donde gozaremos de un lugar perfecto preparado especialmente para nosotros.

Jesús no solo predicó acerca del amor de Dios. Él lo probó dando Su vida en la cruz. Si nosotras permanecemos en Cristo, permaneceremos en Su amor. Si permanecemos en Su amor, compartiremos este amor con otros.

Si somos de Jesús, si estamos permaneciendo en Él, nosotras como Él, amaremos a otros. Entender esto “en toda su dimensión”, te liberará para que puedas gozar de todo lo que es tuyo, como cristiana. ¡Pero debes de aceptar que Dios te ama!

Si tú creciste sintiendo el amor incondicional de tu papá [o mamá], aceptar el amor incondicional de Dios, te será fácil de aceptar. Sin embargo, si en tu niñez tú no te sentiste amada, esta verdad puede que te sea difícil de aceptar.

Mi papá me amó muchísimo. Yo era la niña de sus ojos. ¡Él era mi mejor amigo! Pero se murió cuando yo tenía solo 11 años. ¡Su amor había sido todo para mí! Ya mayor, cuando me entregué a Cristo, no dudé “ni por un momento” de Su gran amor por mí, Lo acepté de todo corazón.

En cambio, una amiga muy querida, cuyo papá nunca le demostró mucho cariño, le costó bastante aceptar el amor de Dios.

Si tú no puedes aceptar” la verdad” de que Dios te ama, te sentirás muy limitada en tu relación con Él. Cuando Él te discipline, no lo tomarás cómo una expresión de Su amor. Mas bien, ¡te resentirás con Él!

Si Dios te dice “NO” a lo que le pides, será porque no es lo mejor para ti. Sin embargo, ¡pensarás que tú “A ÉL” no le importas! Sin tener un entendimiento claro y una aceptación plena del amor de Dios, te sentirás desorientada con Él, y con lo que Él quiere hacer en tu vida. Sin embargo, si tú aceptas el amor de Dios, podrás amarlo, ¡y amar a otros también!

Durante una vacación, Lourdes estaba sentada en el muelle leyendo su Biblia y mirando como su esposo, Lorenzo, pescaba. Un muchacho se les acercó y les recomendó que usaran una carnada diferente. El chico miró a Lourdes, y un poco cohibido, le dijo, “Yo he estado en la cárcel”.

Señalando la Biblia que Lourdes tenía en su mano, suspiró y le dijo, “¿Usted cree que Dios “realmente” se preocupa por gente como yo”? Lourdes abrió su Biblia en el evangelio de Mateo, y le leyó lo que Jesús les dijo a Sus seguidores “en voz alta”, Cuando estuve en la cárcel, ustedes vinieron a visitarme.”

“¿La Biblia dice eso? ¿acerca de estar en la cárcel”? Las lágrimas llenaron los ojos del muchacho cuando Lourdes compartió con él… que Dios considera “la bondad hacia Sus hijos” como un acto de amor hacía Él.

Lourdes terminó leyéndole lo que Jesús dijo en Mateo 25:40, “De cierto les digo que todo lo que hicieron por uno de mis hermanos más pequeños, por mí lo hicieron .” El muchacho dijo, “Cómo quisiera que mis padres me perdonaran también”. Y añadió, “Ya regreso”.

Regresó al rato, y le mostró a Lourdes su Biblia bastante gastada. “Me puede enseñar donde encontrar esas palabras”? Lourdes se las mostró. Para ese entonces, Lorenzo ya había terminado de pescar. Lorenzo y Lourdes abrazaron al muchacho, oraron por él, y por sus padres.

Puede que en algún momento, nosotras mismas “no nos sintamos queridas”, o nos sintamos “fuera de lugar”, pasando necesidad, y hasta encarceladas físicamente o emocionalmente.

En momentos como esos, necesitamos recordar cuan compasivo y perdonador es nuestro Dios. ¡EL ES AMOR! ¿Cómo puedes amar a Dios “mostrándole amor a otros” hoy día? ¿De qué formas te ha mostrado Jesús Su amor, por medio de otros?