En Juan 14:16-17 Jesús les dice a Sus discípulos, Yo rogaré al Padre, y Él les dará otro Consolador, para que esté con ustedes para siempre: 17 es decir, el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir porque no lo ve, ni lo conoce; pero ustedes lo conocen, porque permanece con ustedes, y estará en ustedes.
A Roberto le iban hacer una cirugía “a corazón abierto”. El día antes de la operación, una atractiva enfermera entró a su cuarto para visitarlo. Le agarró la mano, y le dijo, “Agarre y sienta mi mano. Mañana durante la operación le desconectarán su corazón, y lo mantendrán vivo por medio de ciertas máquinas.
Y cuando finalmente su corazón haya sido restaurado, y la operación haya terminado, y se esté recuperando, se despertará en un cuarto de recuperación especial. Pero no podrá moverse durante seis horas. No podrá hablar, ni abrir sus ojos.
Usted estará completamente consciente, y oirá y sabrá todo lo que está pasando a su alrededor. Durante esas seis horas, yo estaré a su lado agarrándole la mano, como lo estoy haciendo ahora. Yo me quedaré con usted hasta que se haya recuperado completamente.
Aunque usted se sienta totalmente impotente, cuando sienta mi mano agarrando la suya, sabrá que estoy ahí con usted, y que no lo dejaré”. Todo sucedió exactamente como la enfermera le había dicho.
Roberto se despertó… no podía hacer nada. Pero él podía sentir la mano de la enfermera agarrando la suya… por horas. ¡Eso hizo que Roberto se sintiera tranquilo!”
La palabra favorita que Jesús usaba para referirse al prometido Espíritu Santo, era “El Consolador”. Es decir, “Aquel que ha sido llamado a estar a nuestro lado.” Grábate estas palabras de Jesús en tu mente, hasta que se vuelvan parte de ti… para qué en los momentos difíciles, sepas que el Consolador está contigo. ¡Él nunca te dejará!
¡Ahora bien!... ¡Pregunta! Cuándo conocemos a una persona por primera vez, ¿Qué es lo primero que le preguntamos? ¿Cómo te llamas, no es cierto? Y la segunda pregunta es ¿A qué te dedicas? ¿Qué es lo que haces? Lo mismo podemos decir nosotras con respecto al Espíritu Santo. ¿Quién es el Espíritu Santo? ¿Qué es lo que hace?
Jesús nos da la mejor descripción del Espíritu Santo en Juan 16:13-14, Pero cuando venga el Espíritu de verdad, Él los guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oiga, y les hará saber las cosas que habrán de venir. 14 Él me glorificará, porque tomará de lo mío y se lo hará saber.
La Biblia nos enseña que el Espíritu Santo es una Persona, dotada con todas las cualidades de la personalidad, como las emociones, el intelecto y la voluntad. Él conoce, Él dispone, Él ama. Él siente afecto, antipatía y compasión. Él piensa, ve, oye y habla, y Él hace todos los actos que la personalidad es capaz de hacer.
Cuando Jesús estaba en el aposento alto con Sus discípulos, Él les dijo muchas cosas acerca del Espíritu Santo. Sin la ayuda del Espíritu de Dios, no podemos vivir la vida cristiana, como Dios quiere que la vivamos. Nuestro Señor usó dos nombres especiales para referirse al Espíritu Santo.
(1) Lo llamó “Otro Consolador”. “Otro” indica que es exactamente del mismo tipo. Es decir, ¡otro igual como Jesús! La palabra “Consolador” en griego es parakletos, que también significa “amigo,” que está a tu lado para ayudarte.
El Espíritu Santo no obra en vez de nosotras, o a pesar de nosotras, sino “en nosotras” y “por medio de nosotras”. ¿Qué es lo primero que se te viene a la mente cuando escuchas la palabra “consolar”? Aliviar la pena o la aflicción, ¿no es cierto?
Y hasta cierto punto, es verdad que el Espíritu Santo hace eso. El verdadero consuelo que Él nos da, es la fortaleza para enfrentar la vida con valentía y seguir adelante. Esto no nos quita nuestra propia responsabilidad, ni nos deja rendirnos fácilmente.
Y como “Espíritu de verdad”, el Espíritu Santo se relaciona con Jesús, que es la Verdad, y con la Palabra de Dios, qué en sí, ¡ES VERDAD!
El Espíritu no solo inspiró la Palabra, sino que también “la ilumina” para que nosotras la entendamos. Aunque el Espíritu Santo es muy importante, Él nunca se apodera del lugar que le corresponde a Jesús… en nuestros pensamientos. Por otro lado, dondequiera que Jesús es exaltado, la Tercera Persona de la Trinidad está obrando ahí.
Si queremos que el Espíritu Santo obre en nuestras vidas, debemos procurar glorificar a Cristo; y considerar en alta estima la Palabra de Dios. ¿De qué forma glorifica el Espíritu Santo al Señor Jesucristo? Primero, El Espíritu Santo glorificó a Jesús (en tiempo pasado) enseñando acerca del Señor Jesucristo en las escrituras.
Segundo, el Espíritu Santo glorifica a Jesucristo atrayendo a hombres y mujeres hacia Él. Tercero, el Espíritu Santo glorifica a Jesucristo “reproduciendo a Jesús” en los creyentes. Y cuarto, el Espíritu Santo glorifica a Jesucristo dirigiendo a los seguidores de Cristo hacia el servicio cristiano… y sosteniéndolos en él.
¡El Espíritu Santo vive en la creyente! Es el don o el regalo del Padre en respuesta a la oración de Su Hijo. Durante Su ministerio en esta tierra, Jesús había guiado, guardado, y enseñado a Sus discípulos… ¡Pero ahora iba a dejarlos! El Espíritu de Dios vendría a ellos y “viviría en ellos”, tomando el lugar de su Maestro.
¡Piensa en la magnitud de todo esto! El Ser más poderoso del universo vive dentro de tu cuerpo de carne y hueso. El Ser más sabio del universo habita en tu cerebro. El Ser más amoroso del universo vive dentro de tu corazón. ¡Él está ahí contigo! ¡Siempre apasionado!
Y cuando sabemos esto, y pensamos en esto, y confiamos en esta verdad, comenzamos a experimentar al Espíritu más y más. El Espíritu de Dios no es diferente al Hijo de Dios. ¡NO! ¡Ambos son Dios! El Espíritu de Dios había vivido con los discípulos en la persona de Jesucristo. ¡AHORA VIVIRÍA EN ELLOS!
Cuando el Espíritu Santo fue dado en Pentecostés, fue dado al pueblo de Dios para que estuviera con ellos “para siempre”. Aunque podemos entristecer al Espíritu, ¡Él nunca nos dejará! El Espíritu escribió la Palabra de Dios. Y de la forma como tratamos la Biblia, de la misma forma trataremos al Espíritu de Dios y al Hijo de Dios.
Pablo dijo en Primero Tesalonicenses 2:13, Nosotros siempre damos gracias a Dios de que, cuando ustedes recibieron la palabra de Dios, que nosotros les predicamos, no la recibieron como mera palabra humana sino como lo que es, como la palabra de Dios, la cual actúa en ustedes los creyentes.
Cuando el Espíritu Santo escribió las epístolas, por medio de Pedro, Pablo, y otros, las escribió para cierta gente en particular. Y luego las hizo tan universales, que cada cristiano o cristiana, que las lee hoy en día, en cualquier parte del mundo, en cualquier idioma o dialecto, se olvida que fueron escritas para alguien más, y dice:
“¡Esto fue escrito para mí! ¡El Espíritu Santo me tenía en mente! ¡Esto no es nada anticuado! Esta es la VERDAD VIVA para mí ahora”. “Hermanas, por eso la Palabra de Dios es tan fresca, como cada nuevo amanecer, tan dulce y gentilmente fresca, como el rocío sobre el gras de la mañana después de una noche clara… ¡PORQUE ES LA PALABRA DE DIOS PARA LA GENTE!
¡AHORA BIEN! ¿Cómo podemos nosotras recibir al Espíritu Santo? Jesús dice en Lucas 11:13, ¡El Padre celestial dará el Espíritu Santo a quienes se lo pidan! Primero que nada, presentándole nuestro cuerpo.
Romanos 12:1-2 dice, Hermanos, yo les ruego, por las misericordias de Dios, que se presenten ustedes mismos como un sacrificio vivo, santo y agradable a Dios. ¡Así es como se debe adorar a Dios!
2 Y no adopten las costumbres de este mundo, sino transfórmense por medio de la renovación de su mente, para que comprueben cuál es la voluntad de Dios, lo que es bueno, agradable y perfecto. ¿Están listas para presentar su mente, su personalidad, su espíritu, su amor, sus ambiciones… su todo? Eso es lo primero…
La segunda cosa, es pedirlo. Jesús dice en Lucas 11:9-10, Pidan, y se les dará. Busquen, y encontrarán. Llamen, y se les abrirá. 10 Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, encuentra; y al que llama, se le abre. Es una orden de Dios. Así que… ¿por qué no pedir? Hechos 5:32, nos dice… la tercera cosa que debemos hacer.
Dios da a Su Espíritu Santo a aquellos que lo obedecen. ¿Estás lista para hacer lo que se te pida… de vivir por la Escritura? Y por último… ¡TEN FE! Gálatas 3:2 dice, ¿Recibieron ustedes el Espíritu por las obras de la ley, o por el oír con fe? Nosotros lo recibimos por fe, como recibimos al Señor Jesús en la salvación por fe.