Un papá, que había estado de viaje por muchos días, quería ver si su pequeña hija todavía se acordaba de él. Después de entrar a la casa sin hacer ruido, él se escondió en un lugar donde él podía ver a su hijita, pero ella no lo podía ver a él. Entonces la llamó suavemente: “Peggy:”

Peggy dejó caer sus juguetes, y miro alrededor de la sala, pero no vio nada, así que siguió jugando. De nuevo, el papá repitió su nombre, “Peggy:” Feliz, ella se volteó y extendió sus bracitos en dirección a la voz de su papá. Ella sabia que él estaba ahí, porque reconocía su voz.

En Juan 10, la gente es comparada a las ovejas, que responden fácilmente a la voz de su líder. Jesús, el Gran Pastor, llama a los Suyos por su nombre propio.

A lo que obedecemos Su voz, por medio de la Palabra inspirada del Espíritu de Dios, nosotras gozaremos de Su compañía y sentiremos la seguridad y la paz de Su guía perfecta. Las ovejas no pueden encontrar su camino por si mismas. Ellas tienen que depender del cuidado y protección del pastor.

Cada pastor tiene su propio silbido, que lo usa, de vez en cuando, para dirigir a su rebaño. A lo que los animales lo siguen, ellos pueden evitar los peligros alrededor de ellos, y encontrar pastos verdes y nutritivos.

Escucha la voz de tu Buen Pastor. Él está ahí, y quiere guiarte, y protegerte. Solo cuando lo escuchamos y seguimos Su guía estaremos seguras, y seremos frutíferas.

Jesús dijo en Juan 10:1-4, El ladrón y el salteador es el que no entra por la puerta del redil de las ovejas, sino que trepa por otra parte. 2 Pero el que entra por la puerta, es el pastor de las ovejas.

Aquí Juan nos dice cosas importantes acerca de la relación entre el pastor y sus ovejas. El pastor llama a sus ovejas por nombre, y las guía por donde tienen que ir. Él va delante de ellas, preparando el camino y protegiéndolas de cualquier daño. Cuando Él les habla, ellas lo siguen porque conocen su voz.

Estos versículos nos recuerdan que cómo estas ovejas tienen una relación tan intima con el pastor, y pasan tanto tiempo con él, ellas pueden discernir la diferencia entre la voz de su pastor y la voz de un extraño. Por lo tanto, no se dejan engañar. ¡Así igual es con nosotras!

Mientras tengamos comunión con Jesús, que es nuestro Buen Pastor, y nos familiaricemos con Su voz, no seremos engañadas por la voz del enemigo. No nos distraeremos ni nos descarrilaremos por la multitud de voces en el mundo alrededor nuestro.

3 A éste el portero le abre, y las ovejas oyen su voz; y él llama a las ovejas por su nombre, y las saca. 4Y una vez que ha sacado a todas sus ovejas, va delante de ellas; y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz.

¿Te ha pasado alguna vez que le estás contando algo a tu esposo, pero él no parece estarte prestando atención? A veces mi esposo tiene la “mala costumbre” de desconectarse de todo lo que hay alrededor suyo, y concentrarse solamente en sus propios pensamientos.

La verdad… es que es bastante frustrante cuando le estoy contando algo importante, y él parece estar en la Conchinchina. Cuando esto pasa, termino preguntándole, “¿Has escuchado “algo” de lo que te estoy diciendo?” Escuchar es una parte importante de cualquier relación, especialmente, en nuestra relación con Cristo.

Si le pertenecemos a Jesús, nosotras tenemos el privilegio de tener comunión con Él, a través de Su Palabra y la obra del Espíritu Santo en nuestros corazones. Así como escuchar atentamente a nuestros esposos o amigas les demuestra aprecio y valía, prestarle atención a la voz de Jesús es una forma de afirmar cuan importante es Él en nuestra vida.

Así que dejemos de lado las distracciones de la vida, sintonicemos la voz de Jesús, y oremos por la gracia de hacer lo que Él nos dice. Jesús nos conoce de una forma personal y profunda. Él conoce nuestro pasado, nuestros fracasos, y nuestras penas. Él conoce nuestro presente, y nuestros anhelos que no se han cumplido. Él nos conoce de forma muy íntima.

Kelly, y su hijita, Marita, se habían ido de compras. Marita solo tenía año y medio. Mientras Marita caminaba al lado de su mamá en la tienda, Kelly miraba la ropa para niñas. Kelly escogió dos vestiditos y se lo comentó a Marita, como lo hacía, muchas veces.

Pero esta vez no hubo contestación. La chiquita no estaba por ahí cerca. Kelly dijo, “Marita, donde estás, mi amor?” La chiquita no contestó. Ella era, por lo general, muy habladora. El corazón de Kelly se le encogió. Ella trataba de no demostrar su pánico. Pensó, “Marita debe de estar por aquí. Tal vez no me puede oír”.

Kelly caminó rapidito por los estantes de ropa, llamando el nombre de Marita, cada vez más fuerte, cada vez más asustada. Kelly estaba a punto de pedirle ayuda al “encargado de seguridad de la tienda” a que cerrara todas las salidas, cuando Kelly vio una manito que se movía de entre la ropa, y sonriendo dijo, “¡Aquí estoy mami”!

¡Que alivio para Kelly! Mientras que cargaba a la chiquita, ella le oraba al Señor agradecida. Y también regañaba a Marita por no contestar cuando su mamá llama.

Así como una mamá o papá no va a parar hasta no encontrar a su criatura perdida, Jesús, el Buen Pastor, se preocupa por cada una de Sus ovejas.

En Lucas 15:4-5 Jesús dijo, ¿Quién de ustedes, si tiene cien ovejas y pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto, y va tras la que se perdió, hasta encontrarla? 5Y cuando la encuentra, gozoso la pone sobre sus hombros. El Buen Pastor guía a Sus ovejas… las guía tiernamente, amorosamente, y personalmente.

14 Yo soy el buen pastor. Yo conozco a mis ovejas, y ellas me conocen a mí, 15 así como el Padre me conoce a mí, y yo conozco al Padre; y yo pongo mi vida por las ovejas.

Los rediles de las ovejas podían ser cuevas, cobertizos, o “áreas a campo abierto” con un cerco hecho de piedras o ramas. Y por lo general, el pastor dormía en la entrada. La puerta no era una puerta realmente, sino una apertura por la cual las ovejas podían entrar y salir.

Por la noche el pastor se echaba a través de la apertura, protegiendo a sus ovejas de animales salvajes, y de la propia tendencia que tienen las ovejas de deambular por la noche. Cuando Jesús dijo, Yo soy el buen pastor; el buen pastor da su vida por las ovejas, Él nos da una imagen de sacrificio en favor del rebaño.

Jesús dio Su vida libremente y voluntariamente como sacrificio por nosotros… que somos Sus ovejas. Jesús nos muestra la diferencia, entre el verdadero pastor y el asalariado, que está ahí por el dinero y no le interesan las ovejas. El asalariado sale corriendo cuando hay peligro, mientras que el verdadero pastor se queda… pase lo que pase.

El trabajo de un pastor es un trabajo humilde, pero es el que tiene un significado especial para Dios. Algunos de los grandes hombres en la historia han sido pastores. Moisés, un legislador, fue pastor. David, el cantor y rey de Israel, fue pastor. El ángel se les apareció a los pastores en la noche en que Cristo nació.

A lo mejor el hecho de que Dios escogiera a pastores enfatiza Su deseo de humildad, de ternura y de cuidado amoroso… que los pastores les dan a sus ovejas. Jesús dijo que Sus ovejas lo conocen y reconocen Su voz. ¿Y tú? ¿Te tomas el tiempo de escuchar a Jesús, mientras Él te llama tiernamente por nombre?

Detente por un momento e imagínate a Jesucristo, el buen Pastor, llamándote, guiándote, protegiéndote. Descansa en Sus brazos, sabiendo que aun si te sientes perdida, Él te buscará y te traerá de vuelta a Si mismo. Confía que Él te guiará de forma segura por el camino, que Él ha planeado para ti.