Una joven actriz de Hollywood, la cual tenía todo lo que una mujer puede desear, se suicidó. En la breve nota que dejó, su explicación fue simple, pero dolorosa. Ella se sentía increíblemente sola. La soledad es real. Nos afecta a todas. La soledad deja un gran hueco en nuestro corazón.
Nosotras buscamos mil formas de llenar ese hueco. Muchos se entregan al alcohol o a las drogas para llenar ese hueco, y para olvidarse de su soledad. A decir verdad, una de las causas principales del alcoholismo y de otras adicciones… ¡ES LA SOLEDAD!
El mismo Rey Salomón dijo en Eclesiastés 1:2, “Vanidad de vanidades! Todo es vanidad”. Estas son las palabras de un hombre que lo tenía todo, pero que se dio cuenta, que él realmente, no tenía nada. El pecado, muchas veces, nos deleita por un tiempo, pero siempre nos lleva a la destrucción, a la desesperación y eventualmente, a la muerte.
Se ha dicho, “Que el pecado te llevará a donde no quieres ir. Te mantendrá más tiempo de lo que quieres estar. Y te costará mucho más de lo que quieres pagar”. El pecado nunca llenará este hueco en tu alma. Las relaciones no lo llenarán. El dinero no lo llenará. El poder, el prestigio, y la popularidad no te ayudarán.
Entonces, ¿cómo podemos llenar este hueco en nuestro corazón? En realidad, esa no es la pregunta correcta. La pregunta real y correcta, es ¿Quién llenará este hueco? Esta es la misma pregunta que se hizo David, en el Salmo 102, cuando clamó a Dios en los versículos 12-13.
Pero tú, Señor, permaneces para siempre, y todas las generaciones te recordarán. 13 Te levantarás y tendrás misericordia de Sión, porque ya se ha cumplido su tiempo; ¡ya es hora de que le tengas misericordia! David se dio cuenta que Dios era más grande que su problema. David reconoció y alabó a Dios, que está en Su trono para siempre.
Pero David también sabía, que Dios no es solo transcendental, sino que Él es también profundamente personal. David confiaba que Dios tendría piedad, y le demostraría misericordia a Sión… en Su debido tiempo.
David conocía la naturaleza de su Dios, porque como pastor, él escribió las bellísimas palabras del Salmo 23:1, “El Señor es mi Pastor; nada me falta”. ¡La soledad muestra el hueco que hay en nuestros corazones! ¿Con quién estas llenando ese hueco? ¡Dios es el único que puede satisfacerte!
PAUSA
La soledad es real. Nos afecta a todos. Hasta Jesús experimentó la soledad. Antes de Su ministerio público, Jesús pasó 40 días y 40 noches “solo” en el desierto. Su única compañía fue su encuentro con el diablo. Jesús sabía “lo que era” no tener un hogar propio. Jesús fue traicionado por uno de Sus 12 discípulos, y fue negado “públicamente” por otro discípulo.
Antes de ir a la cruz, Jesús “fue dejado solo” en el Jardín de Getsemaní. Sus discípulos se quedaron dormidos, en vez de orar por Él en Su momento de necesidad. Y luego, Jesús sufrió la soledad más horrible en la cruz. Por primera vez en toda la historia, Jesús sintió la soledad más horrible, al estar separado de Su Padre Celestial.
En Mateo 17:46 Jesús clamó a gran voz: «Elí, Elí, ¿lema sabactani?», es decir, «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?» Y en ese momento eterno… ¡DIOS FUE DESAMPARADO POR DIOS! ¿Se imaginan? Qué el mismísimo Dios “en Cristo” estuviera solo y abandonado en la cruz.
A lo que cargó los pecados del mundo, Jesús asumió todas las consecuencias de nuestro pecado. Y también asumió nuestra soledad. Jesús se enfrentó a la soledad cara-a-cara, para que nosotras nunca más tuviéramos que estar solas.
Porque en la cruz, y por medio de la resurrección, Jesús venció al pecado, a la muerte, y a la soledad para siempre. El velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo, que simboliza que ya no hay separación entre el hombre y Dios.
Pablo escribió en Colosenses 1:20, Y por medio del Cristo reconciliar consigo todas las cosas, tanto las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz. Por medio de la fe en Jesús, hemos sido reconciliadas y restauradas a tener una relación con Dios.
Nosotras nunca estamos solas, porque Jesús está con nosotras, y nos ha dado la promesa de la presencia del Espíritu Santo, que vive en nosotras. Jesús camina contigo, y tú te puedes acercar a Él para que te ayude en tu momento de necesidad. Entonces, ¿cómo podemos vencer la soledad?
El primer paso para vencer la soledad ES TENER COMUNIÓN CON DIOS. Esta es la clave que todas necesitamos entender. Hay una gran diferencia entre la soledad… y estar a solas. La soledad hiere tu alma, “mientras que estar a solas”, ayuda a tu alma. La soledad te debilita, “mientras que estar a solas”, te alimenta.
Durante Su ministerio en la tierra, Jesús practicó el estar a solas, muchas veces. Él se separaba de la gente, y se iba a un lugar apartado para orar. Este lugar podía ser un monte, un valle o un desierto. ¡El lugar no era el componente critico de ese momento! ¡ERA “CON QUIEN ESTAR” LO QUE IMPORTABA! Jesús necesitaba pasar tiempo a solas con Su Padre.
Pasar tiempo a solas con Dios en oración y en Su Palabra fue la disciplina esencial de Jesús. ¡Así igual debiera ser para nosotras! Necesitamos estar a solas diariamente con nuestro Padre Celestial. Mucha gente se siente sola en la vida, porque no está pasando tiempo a solas con Dios. Efesios 3:17 dice, Para que por la fe Cristo habite en sus corazones.
¿Se siente Cristo cómodo en tu corazón? ¿Te sientes tú cómoda con Dios? Nunca es demasiado tarde para invertir en esta relación eterna. Si estás luchando con la soledad hoy día… ¡PASA TIEMPO CON DIOS! Él te conoce, te ama, y te acepta en Cristo. Experimenta Su presencia hoy día… ¡y todos los días!
El Salmo 37:4 dice, Disfruta de la presencia del Señor, y él te dará lo que de corazón le pidas. ¿Tienes una relación íntima con Jesús?
Jesús no es alguien con quien hablo. Él no es alguien en quien pienso. ¡Él es alguien a quien conozco! Me encantan las palabras que Jesús dijo en Juan 15:15, “Yo te llamo Mi amigo [mi amiga]”. ¡Qué gran Amigo tenemos en Jesús!
El segundo paso para vencer la soledad es DE CONECTARTE CON UNA IGLESIA CERCA. Jesús edificó a la iglesia y murió por la iglesia. Él estableció Su iglesia para que fuera una familia de amigos. Como creyentes, nosotros somos hermanos y hermanas en Cristo.
Las iglesias deben de ser los lugares más acogedores del mundo porque Jesús es “el Amigo de los pecadores”. ¡Y nosotras somos pecadoras! Esto también significa que no hay ninguna iglesia perfecta. Nuestro hogar terrenal y nuestra iglesia terrenal nunca serán perfectas. ¡Solo nuestro hogar celestial es perfecto!
Sin embargo, nosotras no abandonamos nuestro hogar terrenal ni nuestra iglesia terrenal, por su falta de perfección. A decir verdad, debido a nuestro pecado, nosotras debemos confiar “aún más” en nuestra comunidad de hermanos y hermanas en Cristo.
Y el tercer y último paso para vencer la soledad es PREOCUPARTE POR OTROS. La realidad de las cosas es que, muchas veces, nos sentimos solas porque nos enfocamos solamente en nosotras mismas. Si estás luchando por vencer la soledad, te recomiendo que vayas y ayudes a otra persona.
En este mundo, hay gente solitaria que necesita tu amor, tu ayuda. ¡Así que! Involúcrate en alguno de los ministerios de tu iglesia, y en tu comunidad para que puedas servir a otros. Tómate el tiempo para visitar a los enfermos. Dale de comer al hambriento. Ora por los que están sufriendo. Comparte el amor de Dios con los niños.
Esto es lo que Jesús hizo y esto es lo que Él nos manda hacer. Jesús dijo en Mateo 20:28, Imiten al Hijo del Hombre, que no vino para ser servido, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos. Jesús sirvió a otros. Él se entregó a Sí Mismo. ¿Estás siguiendo los pasos de Jesús? ¡Entrégate a Él y a Su voluntad!
Seamos generosas con nuestro tiempo, generosas con nuestro servicio, y generosas con nuestro dinero y recursos. Mucha gente se siente sola, porque edifica muros alrededor suyo, en vez de edificar puentes en las vidas de otras personas. Edifiquemos puentes para servir a otros, y para compartir las buenas noticias de Jesús con ellos.
El mundo está lleno de gente solitaria. ¡Pero tú no tienes que estar sola! ¡Tú puedes conocer a Dios! ¡Tú puedes experimentar la presencia de Jesús en tu vida! Y aun cuando te llegue la hora de morir, tu no morirás sola, porque Dios está contigo, y Él te llevará a Su hogar celestial… que es tu hogar eterno.