Un bello domingo por la mañana, Clelia estaba caminando con su pequeño hijo, Jaimito, camino a la iglesia. Al poco rato, “todo el panorama y los sonidos del nuevo día” hicieron que Jaimito se adelantara a su mamá. Pero de repente… ¡el chiquito paró en seco… todo asustado!
A menos de un metro de distancia “estaba este perro bóxer mirándolo”. Al instante, Jaimito volteó y corrió al lado de su mamá. Solo cuando su mano estuvo bien agarrada de la mano de su mamá, y sabiendo que ella estaba junto a él, Jaimito pudo pasar tranquilo al lado del bóxer.
¿No es esta una imagen de nuestro andar a través de este mundo? De cuando en cuando, los terribles obstáculos de la enfermedad, los problemas de dinero, o los conflictos personales, aparecen ante nosotros, llenando nuestros corazones de pánico.
¡Al principio nos quedamos desconcertadas! La vida parece estar en un callejón sin salida. Pero luego por fe, nosotras corremos a nuestro Salvador, dándonos cuenta que no podemos seguir adelante, sin la seguridad de Su presencia.
A lo que confiamos completamente en Jesús, Él nos ayuda “a enfrentarnos al futuro” caminando con nosotras “cada paso del camino”.
Si la ansiedad y la angustia están acechando nuestro mañana, recuerda la maravillosa promesa de Dios en Isaías 41:10, No tengas miedo, que yo estoy contigo; no te desanimes, que yo soy tu Dios. Yo soy quien te da fuerzas, y siempre te ayudaré; siempre te sostendré con mi justiciera mano derecha.
Muchas de nosotras hemos experimentado, “como nuestros pequeños hijos dependen de nosotros” cuando se enfrentan a momentos de miedo, cuando tienen una pesadilla, o cuando escuchan los truenos y los relámpagos durante una tormenta.
¡Ellos se despiertan, gritan, se levantan de la cama, y corren al cuarto de mamá! Ellos saltan a la cama de sus padres porque lo que necesitan es a alguien que esté con ellos. Tus abrazos no pararan la lluvia, ni los truenos y relámpagos, pero cambia la dinámica de cómo se enfrentan a ellos.
Ellos se quedan dormidos en tus brazos. El miedo que tenían, cuando estaban solos, ya no lo tienen, porque mamá o papá los están abrazando. En medio de sus luchas, tú ayudarás a tus hijos a enfrentarse a sus miedos. Esto es exactamente “lo que nuestro Padre Celestial hace por nosotros”, cuando nos enfrentamos a nuestros miedos e inseguridades.
Cuando la aflicción golpea, tenemos miedo de que Dios nos ha rechazado. Nos preguntamos, ¿Qué es lo que he hecho para merecerme la desaprobación de Dios? ¡Él me ha rechazado! Dios nos contesta, “No, tú me perteneces. Yo te he escogido, y no te he rechazado. A decir verdad, esta experiencia es la evidencia de que tú me perteneces.
Cuando el cheque no es lo que esperabas, cuando la respuesta no viene “como se la habías pedido a Dios”, cuando tú has perdido a la persona que es más preciosa para ti, cuando tu sueño se esfuma, y falla, Dios te promete estar contigo. Te dice, No te desanimes, que Yo soy tu Dios. Siempre te sostendré con mi justiciera mano derecha.
Se cuenta la historia de un tímido prisionero, que cometió una pequeña infracción en la cárcel, y fue sentenciado a pasar “toda una noche a oscuras”, en una aislada celda dentro de las paredes de la prisión. Cuando llevaron al prisionero a esa celda… ¡el aire repugnante casi lo ahogó! En eso, la pesada puerta se cerró.
Él pobre sabía que tendría “por delante” una noche horriblemente solitaria. Él estaba “bien lejos” del sonido de cualquier voz humana. A lo que caía de rodillas al suelo “en medio de su desesperación”, él escuchó el sonido de unos pasos que se acercaban.
Entonces una voz dijo suavemente, “Soy el capellán de la prisión. Yo sabía que tú no podrías aguantar esto solo, así que he venido para estar contigo. Yo estaré aquí “a tu lado” todo el tiempo que tú estés aquí.” Como el prisionero sabía “que otra persona estaba con él en la oscuridad”, su solitaria celda se volvió en un lugar de descanso.
Cuando nosotros tenemos que caminar “los oscuros y solitarios caminos de la angustia, el dolor y la pena”, sabemos que tenemos a alguien a nuestro lado: ¡A JESUCRISTO! ¡SI! nosotros sentiremos dolor. Pero cuando lo sintamos, tendremos la seguridad de la presencia de Jesucristo mismo. ¡Él ha prometido estar con nosotros siempre! ¡Él nunca nos dejará solas!
Harriet Tubman “fue una increíble heroína de la raza negra” del siglo diecinueve. Demostrando una valentía increíble, ella guio a más de trescientos esclavos a la libertad, después de que ella misma “se escapara primero de la esclavitud”, cruzando al territorio libre de los Estados Unidos.
No contenta “con simplemente gozar de su propia libertad”, Harriet se aventuró a regresar “diecinueve veces” a los estados esclavos, para sacar a sus amigos, a su familia, y extranjeros, llevándolos a la libertad; a veces, hasta guiando a la gente al Canadá.
¿Qué llevó a Harriet a tomar una acción tan valiente? Siendo una mujer de profunda fe, ella dijo: “Yo siempre le dije a Dios, ‘Yo me voy a mantener firme en ti, y tú me vas ayudar a llevar a cabo todo esto.” Su sujeción a la guía de Dios, mientras que ella dirigía a la gente a escaparse de la esclavitud, fue el símbolo de su éxito.
¿Qué significa “mantenerse firme en Dios”?
13 Yo soy el Señor, tu Dios, que te sostiene por la mano derecha y te dice: «No tengas miedo, que yo te ayudo.
Harriet se mantuvo firme en Dios, y Él fue su apoyo a través de todo. ¿A qué retos te estás enfrentando hoy día? Mantente firme en Dios, a lo que Él coge tu mano y dirige tu vida. ¡No tengas miedo! ¡Él te ayudará!
Tarde o temprano, “cada una de nosotras” nos enfrentaremos a circunstancias que nos producirán miedo y ansiedad. En ese momento, debemos recordar que somos hijas de Dios. Tenemos el poder para vencer el temor, cuando aplicamos Su Palabra a nuestras vidas, recordando que Él siempre está con nosotras, y jamás nos fallará ni nos desamparará.
Por lo tanto, no tengas miedo hoy día. El Señor todopoderoso es tu Salvador, y Él está contigo “pase lo que pase” no importa a lo que te estás enfrentando… ¡y adondequiera que vayas!
Dios, quien está en control de todo lo que existe, incluso hasta de la dirección exacta de donde vives tú, ha decidido gobernar Su mundo para poder estar cerca “de todos nosotros” para que “en cualquier momento dado” podamos extender la mano, y tocarlo. Dios está siempre cerca, y siempre accesible.
¿Queda algo más que decir? Si, como Soberano, Dios está cerca en poder y gobierno, pero también debemos decir, que cómo Salvador, Él está cerca en presencia y gracia. Como soberano, Él reina sobre todas las situaciones, lugares, y relaciones que puedan causarnos miedo.
Pero como Salvador, Él está rescatando, fortaleciendo, y transformándonos, por medio de Su gracia. Y porque Él es Soberano, nuestra vida nunca está fuera de control, y porque Él es nuestro Salvador, Él nos bendice “con todo lo que necesitamos” para poder vivir, en medio de las cosas, que están fuera de nuestro control.
¡Jesús es un Salvador soberano! Esto significa que no necesito tener miedo, porque Él está conmigo, y Él provee todo lo que necesito para ir a los lugares donde Su plan me lleva. Él reina, y Él nos da la gracia que necesitamos para vivir dentro de Su reino, con paz, esperanza y valentía. Entonces… ¿por qué tener miedo?