El 20 de Enero, 1981, cuando los rehenes americanos regresaron a los Estados Unidos de Irán, lo primero que hicieron “al bajarse del avión” fue besar la tierra. Sin importar cuantas estrellas o logros habían ganado en las fuerzas armadas, al llegar de Irán, ellos se inclinaron. Hogar dulce hogar.

Ellos pusieron sus labios limpios en esa pista de aterrizaje sucia, y la besaron. Porque ellos sabían dónde habían estado, y sabían a donde estaban ahora. ¿Saben por qué muchas personas ya no se inclinan ante el Señor? ¡Porque se han olvidado de donde han venido! Se han olvidado que fueron rehenes en el territorio de Satanás, ¡y ahora han sido liberados!

El Salmo 147:1 dice, ¡Aleluya! ¡Cuán bueno es cantar salmos a nuestro Dios! ¡Cuán grato y hermoso es alabarlo!

En cualquier época, las personas “mejor vestidas” son aquellas que se ponen el vestido de la alabanza. Tú puedes gastar cientos de dólares al mes en buena ropa. Pero si tu semblante se ve triste o tu corazón se siente abatido, no te servirá de nada.

Por otro lado, tú podrás tener “solo un par de vestidos en tu closet”, pero si estás alabando al Señor, serás una persona bella y atractiva.

A través de la historia del Antiguo Testamento, la gente de Dios había gozado de una posición privilegiada, porque Él los había elegido “de entre todas las naciones”. No importa “cuantas veces” los israelitas se habían alejado de Dios, Él siempre los traía de regreso a sí mismo.

¡El Salmo 147 es una celebración de uno de los regresos de los israelitas a Dios! Aquí, el salmista cuenta las promesas que Dios había cumplido, y seguiría cumpliendo. ¡Las cuales son un testamento de Su fidelidad! El salmista alabó a Dios por sus maravillosas obras a favor de la nación de Israel.

En este caso, fue en la época en que Nehemías y los israelitas, terminaron la reconstrucción de las murallas alrededor de Jerusalén. Estos hechos poderosos del Señor “demuestran” que Él no se había olvidado de Su pueblo exilado. Y que una vez más… ¡les estaba dando motivo para alabarlo en gran forma!

Muchas veces, nosotros visualizamos a Dios como enojado y juzgador. La realidad de las cosas, es que Él es increíblemente paciente, dándonos cualquier cantidad de oportunidades para “comenzar de nuevo”. Él hace esto “simplemente” porque nos ha escogido “a nosotras” también.

La nación de Israel fue dotada con muchas ventajas. Dios les había confiado Sus palabras, Sus leyes, las condiciones de la redención, y la alabanza. Sin embargo, el apóstol Pablo “llegó a la conclusión” de que no hay diferencia entre los judíos y los gentiles. Todos hemos pecado y estamos destituidos de la gloria de Dios.

Todos necesitamos un Salvador – no importa si hemos nacido con cuchara de plata, o en las esferas de la pobreza.

Gracias a la obra del Hijo de Dios, “se le ofrece a toda la humanidad” el privilegio de vivir en la compañía de Dios para siempre. Jesucristo, el creador de las galaxias, visitó nuestro planeta, para pagar la pena de nuestro pecado, y abrir el camino para tener una amistad y comunión con Él.

Lo único que tenemos que hacer es poner nuestra confianza en Cristo, y aprender a andar en Sus caminos.

¡Cuán bueno es cantar salmos a nuestro Dios! ¡Cuán grato y hermoso es alabarlo! A las creyentes “nunca les faltarán razones para maravillarse” por todo lo que Dios ha hecho por ellas. Así como lo hizo con Israel, así mismo, Dios siempre provee para Su gente. ¡Dios es digno de nuestra alabanza y adoración!

3 El Señor reanima a los descorazonados, y sana sus heridas. 4El Señor creó todas las estrellas del cielo, y a cada una le puso nombre.

El Dios de las galaxias es también el Dios de los desalentados. ¡En este pasaje -- vemos un contraste entre los cielos y los descorazonados – que nos debiera alentar! ¡Dios hizo los cielos! ¡Él habló… y fue hecho! Su creación se mantuvo firme. El Dios que hizo los cielos se preocupa por tu quebranto. Tal vez “a otros” tú no le importes… ¡pero tú le importas a Dios!

Él no está lejos “para no saber” que tu corazón está adolorido. Él no es tan grande que no pueda agacharse hacia ti, cuando estás afligida, cuando estás llorando, y cuando estás buscando ayuda. ¡SI! ¡El Dios de los cielos es el Dios de tu corazón! El Dios que creó las estrellas, y les puso nombre a todas… ¡SABE LO QUE NECESITAS!

Él sabe todo acerca de ti y, por lo tanto, Él puede satisfacer todas tus necesidades. El Dios que controla los planetas en sus órbitas, puede tomar todas las piezas de tu corazón quebrantado, y curarlo. Él sanará tu corazón, “siempre y cuando” le entregues todas las piezas de tu corazón, y te sometas a Su tierno amor.

5 Nuestro Señor es grande y poderoso, y su sabiduría no tiene límite. ¡Su amor y entendimiento no tienen límite! Su poder es grandioso. Él puede hacer todo lo que se necesita hacer. ▮Algún día las estrellas se caerán del cielo. Pero estas no son la mayor preocupación de Dios. ¡NO! ¡Nosotros somos Su preocupación!

Judas 1:24 dice, Y a aquel que es poderoso para cuidar de que no caigan, y presentarlos intachables delante de Su gloria con gran alegría.

El Dios, que creó el firmamento, que hizo el océano más profundo, el Dios que puso la estrellas en su lugar… ¡es el Dios que se preocupa por ti! Este salmo no solo presenta la majestad de Dios, sino también afirma “Su inquietud” por cada una de nosotros.

10 El Señor no se deleita en los caballos briosos, ni se complace en la agilidad de los jinetes; 11el Señor se complace en los que le honran, y en los que confían en su misericordia.

Nuestro Dios, grande y poderoso, que tiene “poder absoluto” sobre todas las cosas -- en el cielo y en la tierra -- no se impresiona con la gente poderosa. Aquellos que son fuertes y poderosos -- por su propia fuerza -- no impresionan a Dios. Más bien, son las personas humildes y de corazón quebrantado, las que Dios nota, y apoya.

Dios escoge obrar “no a través de aquellos que son fuertes”, sino de aquellos que son débiles. ¡Dios se deleita en aquellas que lo honran reverentemente! Dios se encanta con aquellas que ponen su esperanza y confianza en Su amor y misericordia… ¡Y NO EN SU PROPIA HABILIDAD!

Si hoy día, has puesto tu esperanza “en alguien o en alguna cosa”, pídele al Señor que te perdone. Pídele al Espíritu Santo que obre en tu vida “para que tu objetivo principal en la vida” sea honrar y agradar a Dios.

19 El Señor comunicó a Jacob, que es Israel, sus estatutos y sus sentencias. 20No hizo lo mismo con ninguna otra nación; nadie más conoció sus mandamientos. ¡Aleluya!

Fue con Su Palabra que Dios comenzó la obra de la creación. Fue con Su Palabra que Él organizó Su creación. Es con Su Palabra que Él sostiene a Su nación. Y es a través de Su Palabra, que encontramos salvación. Dios le dio Su Palabra a Israel, para que la obedecieran.

Fue un gran privilegio para la gente de Israel ser los portadores de la Santa Palabra de Dios, y poder compartirla con el mundo entero. Después de la caída de Jerusalén, Jeremías escribió en Lamentaciones 2:9, Ya no hay ley. Pero la Palabra de Dios no fue destruida con la ciudad y el templo. La Palabra de Dios permanece para siempre.

¡La iglesia de hoy es bendecida por tener la Palabra de Dios! Nosotros debemos obedecerla y compartirla con un mundo perdido. La nación judía “tuvo mucho cuidado” de proteger los manuscritos de la Palabra de Dios. Sus eruditos contaban las letras y las palabras “cuidadosamente” para que no hubiera ningún error.

Pero ellos no miraron “más allá del texto” a la verdad que enseñaba. Cuando su Mesías vino, no lo reconocieron. Es fácil para nosotros respetar la Palabra de Dios, encuadernarla en cuero fino, y explicarla con notas detalladas y, aun así, no obedecerla.

¡Así que! ¡Lean la Palabra de Dios! ¡Su Palabra bendice a todos los que la reciben, la obedecen, y confían en ella! Es un gran tesoro, que cuando lo invertimos en nuestra vida, ¡dará mucho fruto!