Cuando Rafael era chiquito, él nunca se sintió seguro de sí mismo. Él buscaba la aprobación de su papá… ¡pero su papá nunca se la dio!, Parecía que todo lo que él hacía, ya sea en el colegio o en su casa, no era lo suficientemente bueno. Aun en su mayoría de edad, la inseguridad lo seguía.

Rafael se preguntaba todo el tiempo. ¿Soy lo suficientemente bueno? ¿Valgo algo? Solo cuando Rafael recibió a Jesús, como su Salvador, él encontró la seguridad y la aprobación que había anhelado siempre. Él supo que Dios, “quien lo había creado”, lo amaba y lo apreciaba como Su hijo.

Finalmente, Rafael pudo vivir con la confianza de que él era “realmente” valorado y apreciado. El valor que Dios les da a aquellos que Él ama, no viene de algo especial que hayamos hecho, sino porque Él “simplemente” nos ha escogido para ser Suyas.

Las palabras de Isaías 43, no solo le dieron gran seguridad a Rafael, sino también le dieron la confianza -- para darle lo mejor de sí mismo a Dios -- en cualquier trabajo al que Dios lo llamara a hacer.

Hoy en día, Rafael es pastor. Él hace “todo lo posible” para alentar a otros con la verdad de la Palabra, para que sepamos que somos aceptadas y aprobadas en Jesús”. ¡Nos dice que vivamos cada día “confiadamente” en esta verdad!

Isaías 43:1-4 dice, Así dice ahora el Señor, quien te creó y te formó: «No temas, porque yo te redimí; yo te di tu nombre, y tú me perteneces.

A veces, cuando nos tomamos un riesgo de fe, lo que realmente nos da miedo – y hasta puede paralizar nuestro futuro – se vuelve en una cosa increíble. A lo mejor tu miedo es de acercarte a una persona que no conoces, o actuar en un escenario, o ser entrevistada para un nuevo trabajo.

Si los miedos no te están dejando experimentar “lo extraordinario de hoy”, recuerda que Dios puede obrar, “a pesar de tu miedo”, para hacer que milagros sucedan, especialmente, ¡cuando das el paso de fe! Mientras fijamos nuestra vista en Él, vemos Su amor y probamos Su poder… ¡Y ESTO NOS ALIMENTA!

¡SI! Nos ayuda a volvernos más fuertes para poder superar “cualquier miedo” que nos esté atando. Con esta libertad, nuestro mundo y nuestras vidas se agrandan… ¡y las posibilidades de lo milagroso aumentan!

Logramos lo imposible, enfocándonos en el Dios “por medio del cual” todas las cosas son posibles. Podremos llevarle sanación y esperanza a los quebrantados y a los desesperados. Podremos ir a lugares, que nunca nos hubiéramos imaginado ir, porque Él nos libera del miedo – para nuestro bien -- y para el bien de otros.

2 Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; cuando cruces los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni las llamas arderán en ti. 3Yo soy el Señor, tu Dios. Yo soy tu salvador, el Santo de Israel. 4Ante mis ojos tú eres grandemente estimado y digno de honra. Yo te amo [dice el Señor].

“Cuando pases por las aguas”. No dice “si es que pasas por las aguas”. Dice, “cuando pases”. Nosotras vamos a pasar por aguas profundas, porque es imposible “que una vida de madurez” sea cultivada sin dolor. Dios nunca promete una vida libre de sufrimiento. Lo que Él “sí nos garantiza” es que nos acompañará durante nuestras dificultades.

Cuando te sientes sumergida en el dolor, arrasada por los problemas, consumida por la soledad, o ahogándote en la desesperación… ¡DIOS ESTÁ AHÍ CONTIGO!

Y Él te promete preservarte -- por medio de la presencia del Espíritu Santo -- que ha sido derramado sobre todo cristiano. Tal parece que nosotros aprendemos “muy poco” cuando las cosas están yendo bien. Pero aprendemos “mucho” cuando la vida se pone difícil. La promesa de Dios es qué “pase lo que pase” … ¡Él estará con nosotros siempre!

El Libro de Isaías nos dice “la clase de Dios que Él es”. Es cierto, que esta profecía le fue dada a Israel, “pero es también lógico” que aplique a todos aquellos que Dios ha redimido… a aquellos que Él ha comprado y llamado por Su nombre. ¡Esto implica muchas cosas!

Nosotros podemos leerlo, como si fuera nuestra obligación servirlo, y depender de Él, descuidando nuestro propio sentido de autonomía. ¡Y ESO ES VERDAD! Como Sus redimidos, ¡estamos obligados a Jesús! ¡Fuimos comprados a un precio!

Pero este verso también tiene un lado más cálido…más dulce… más alentador. ¿Se daría Dios el trabajo de salvarnos y cultivarnos, solo para dejarnos caer durante nuestros momentos difíciles? Aun en nuestras rebeliones… ¡Él nos salva! ¡Piensa en lo que esto significa!

Cuando pasamos por las aguas – “y tengan la seguridad que pasaremos por ellas” -- ¡DIOS ESTARÁ AHÍ! Cuando caminemos a través del fuego, sin importar “cuan caliente se ponga la cosa”, no nos quemaremos. ¡Él no nos redimió para dejarnos solas! ¿Se dan cuenta, como podría esto cambiar el panorama para nosotros?

De solo saber lo que Dios ha invertido en nosotros, debiera ser suficiente “para convencernos”, que Él no renunciará a Su inversión. Un dios “con poca visión e inconstante” podría abandonar a sus preciosas inversiones “cuando comienzan a ir mal”. Pero no el eterno Dios… ¡que tiene planes bien establecidos!

Dios sabía cuál sería nuestro futuro “en el mismísimo día que nos redimió”. ¡Y Él se ha comprometido a eso! Esto significa que no hay nada que puedas experimentar, que no sea parte de Su visión en tu redención. ¡Tú has sido redimida! ¡Tú eres Suya!

¡Él cuidará de ti “como Su posesión más preciosa” porque eso es “exactamente” lo que eres! ¡Él nunca nos descuida… ¡porque somos Su bellísima propiedad! ¡Tú puedes estar bien segura de eso!

PAUSA

Nunca me voy a olvidar “hace años” cuando me acababa de mudar a los Estados Unidos, que fui por primera vez a un “Lava Carros Automático”. Un poco nerviosa, me acerqué al tragamonedas para pagar.

Chequé y volví a chequear las ventanas, mientras que el carro iba avanzando hacia la línea para lavarse. ¡Y ahí esperé! Poderes más allá de mi control, comenzaron a mover mi carro hacia adelante, como si estuviera en una banda transportadora.

Y ahí estaba yo - encerrada dentro del carro -- cuando de repente un torrente de agua, jabón, y cepillos comenzaron a golpear mi carro por todos lados. Pensé, ¿qué si me quedo atrapada aquí? ¿Qué si el agua comienza a meterse dentro del carro, y me ahogo? ¡Yo estaba pensando irracionalmente! Y de repente… ¡el agua paró!

Después de que secaron mi carro, éste fue empujado al mundo exterior de nuevo… ¡limpio y reluciente! Esta experiencia me hizo recordar “a los momentos tormentosos de mi vida”, cuando sentía que estaba en una banda transportadora, víctima de fuerzas más allá de mi control.

Cada vez que he tenido que pasar “a través de aguas profundas”, Jesús, mi Redentor, ha estado conmigo, protegiéndome contra la marea alta. Y cuando llegué al otro lado, pude decir con alegría y confianza, “¡MI DIOS ES FIEL!” “¡ÉL NUNCA ME DEJA SOLA”

“¿Estás pasando por una experiencia difícil?” ¡Confía que Dios te hará pasar al otro lado! ¡Entonces tú serás un “gran testimonio” de Su poder protector! Si eres hija de Dios… ¡tu vida nunca está fuera de control! ¡Ni tampoco estás controlada por una apatía… sin esperanza! Si, muchas cosas en tu vida podrán estar fuera de tu control.

Capaz no entiendas todas las cosas a las que te estás enfrentando, pero tu historia ha sido infundida de significado, porque has sido incluida en la historia de la redención, y la restauración de Dios. ¡Hay cosas que no puedes cambiar! Pero no debes de pensar que tu vida está fuera de control. ¡NO!

La historia “que es tu vida” ha sido incluida “por gracia” en la gran historia de la redención. Esta historia es “acerca del antiguo compromiso de Dios” de llamar a gente a Sí Mismo, para “reparar” todo lo que ha sido roto por el pecado.

De conquistar el pecado y la muerte, por medio de la muerte de Jesús en la cruz, y Su resurrección para establecer un nuevo cielo y una nueva tierra, e invitar a todos Sus hijos e hijas a vivir en el cielo, en comunión con Él… ¡PARA SIEMPRE!