Ruth Harms oró, “Señor, yo sé, que muchas veces, tengo que esperar “pacientemente” por Ti. Esperar desarrolla paciencia, fortalece mi fe, y profundiza mi dependencia en Ti. Yo sé que eres un Dios soberano – no un mensajero respondiendo a todo lo que quiero “en un dos por tres”.

Yo sé que Tu tiempo está envuelto en tu increíble sabiduría. Pero, Señor, ¡Tú nos has dado la oración para obtener respuestas! Hasta David, el salmista, exclamó con valentía, ‘¡Es tiempo, ¡O Señor, de actuar!’”

“Dios, en esta silenciosa mañana, cuando estoy acosada por todos lados, yo también clamo a Ti con valentía. ¡Tú eres mi Padre, y yo soy tu hija! Así que, Señor, ¿te puedes apurar un poquito?”

Santiago 1:3-4 dice, Bien saben que, cuando su fe es puesta a prueba, produce paciencia. Pero procuren que la paciencia complete su obra, para que sean perfectos y cabales, sin que les falte nada.

Si tú pudieras tener lo que quisieras en tu vida, ¿qué es lo que sería? ¿Qué es lo que haría tu vida perfecta? La gente ha estado imaginando respuestas a esta pregunta por siglos. Ya sea, haciendo todo lo posible por lograrlo, o quejándose “por el hecho” de no haberlo logrado.

Pero si conocieran sus Biblias, lo suficientemente bien, las respuestas a esa pregunta serían todas las mismas. ¡LO QUE HARÍA LA VIDA PERFECTA SERÍA LA PACIENCIA! ¿Qué es lo que Dios desea obrar en nuestra vida? La paciencia, la firmeza, y la habilidad de seguir adelante en medio de las dificultades.

Bíblicamente, la paciencia no significa tener una actitud resignada por las circunstancias. ¡NO! Es una perseverancia decidida… valiente… en medio de los sufrimientos y dificultades. La gente “que no es madura” se impacienta. Sin embargo, “las personas que han madurado” son pacientes y tenaces.

Por lo general, la impaciencia y la incredulidad van juntas. Así como la fe y la paciencia van juntas, así también, Dios quiere hacernos pacientes porque esta es la clave para las demás bendiciones.

Hebreos 10:36 dice, Lo que ustedes necesitan es tener paciencia; para que, una vez que hayan hecho la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido darnos.

Cuando aprendemos a esperar en el Señor, Dios puede hacer grandes cosas por nosotros. Abrahán se adelantó al Señor, se acostó con Agar, y causó caos en su hogar. Moisés se adelantó a Dios, mató a un hombre, y tuvo que pasar “40 AÑOS” cuidando ovejas… ¡para que aprendiera paciencia! Pedro le cortó la oreja a un hombre por su impaciencia.

La única manera en que el Señor puede perfeccionar la paciencia y el carácter “en nuestra vida” es a base de pruebas. No es suficiente leer un libro, escuchar un sermón, o hasta hacer una oración. Debemos pasar por las dificultades de la vida, confiar en Dios, y obedecerlo.

Cuando entendamos esto, el resultado será la paciencia y el carácter. Así podremos hacerles frente a las pruebas… ¡con gozo! Cuando entendamos eso, sabremos qué a final de cuentas… ¡le daremos gloria a Dios!

Cuando estudiamos la Biblia, esta nos dice que aprendamos a ser pacientes. Por eso, Romanos 15:4 dice, Las cosas que se escribieron antes, se escribieron para nuestra enseñanza, a fin de que tengamos esperanza por medio de la paciencia y la consolación de las Escrituras.

Cuando leemos acerca de Abrahán, José, Moisés, David, y hasta del mismo Jesucristo, nos damos cuenta que Dios tiene un propósito en las pruebas. Dios cumple Sus propósitos… ¡CUANDO CONFIAMOS EN ÉL!

Nuestras vidas están plagadas de cosas que nos causan presión. Nuestros matrimonios pueden causarnos presión. La soltería también puede hacer lo mismo. Tener que lidiar con las exigencias del trabajo y la familia… ¡CREA PRESIÓN! ¡Hasta los achaques de la vejez pueden aumentar la presión!

Y como si esto fuera poco, hay también las presiones imprevistas de la vida; como, los problemas de salud, los hijos en dificultadas, el carro descompuesto, o cuando los aparatos domésticos se malogran – uno tras otro. Y cuanto mayor sea la presión, mayor será el deseo de salirte de debajo de ella… de huir… de escaparte.

4 Pero procuren que la paciencia complete su obra, para que sean perfectos y cabales, sin que les falte nada. No necesitamos “tener un debate académico” acerca del significado de la palabra perfecto. Significa simplemente “PERFECTO.” Y eso nos lleva a ser “completas”.

Para que cuando alguien te pregunte ¿qué es lo que más necesitas? Tú podrás decirle, que realmente, ¡no necesitas nada! Cuando otros se quejen acerca de lo que les falta en sus vidas, ¡TÚ SABES QUE TIENES TODO LO QUE VALE LA PENA! ¡Dios te ha dado la habilidad de permanecer firme!

LA PEOR DECISIÓN QUE PUEDES TOMAR… ¡ES LA DE DARTE POR VENCIDA!¡TÚ TOMARÁS TUS MEJORES DECISIONES “CUANDO SEA DIOS” QUIEN TE FACULTE A MANTENERTE FIRME!

Dios quiere que tus pruebas transformen tu conducta y tu carácter. Y cuando perseveras… cuando aguantas… cuando resistes con paciencia, obtendrás la cosa más grande del mundo: “LA PACIENCIA”. ¡SI! ¡LA PACIENCIA ES LA REINA DE TODAS LAS VIRTUDES!

El fruto del Espíritu no puede producirse, cuando todo está siempre soleado. En la vida, tiene que haber momentos de lluvia… de nubes negras… © “Las palabras que te hirieron, la carta que te causó pena, la crueldad de tu mejor amiga, tu necesidad económica”.

A veces nos enfrentamos a luchas en la vida, y estamos tentadas a pensar que Dios nos ha olvidado. Hasta podemos creer que Dios ya no nos ama. Pero el amor de Dios es tan amplio, como los brazos abiertos de Cristo en la cruz. ¡SU AMOR NUNCA FALLA!

El Espíritu de Dios tiene cosas importantes que enseñarte -- pero solo las puedes aprender -- por medio de las pruebas. Cuántas veces hemos escuchado a alguna cristiana decir -- después de haber pasado por una gran crisis -- “No fue fácil, pero no cambiaría esta experiencia por nada de este mundo.”

En 2 Corintios 1:8-9 Pablo dice, Hermanos, no queremos que ustedes ignoren nada acerca de los sufrimientos que padecimos en Asia; porque fuimos abrumados de manera extraordinaria, y más allá de nuestras fuerzas, de tal modo, que hasta perdimos la esperanza de seguir con vida.

9 Pero la sentencia de muerte, que pendía sobre nosotros fue para que no confiáramos en nosotros mismos, sino en Dios que resucita a los muertos.

La presión de los tiempos difíciles… ¡nos hace valorar la vida! Cada vez que nuestra vida “nos es salvada y devuelta después de una gran prueba”, es como un nuevo comienzo. Entendemos mejor su valor y, por consiguiente, nos aplicamos más efectivamente a Dios y a la humanidad.

Y la presión que aguantamos, nos ayuda a comprender las pruebas de otros, equipándonos para ayudarlos, y para compadecernos de ellos. Un hombre o mujer que ha experimentado “gran sufrimiento y dolor” es tierna y gentil, y “comprende lo que el sufrimiento” realmente es.

Cuando tu mente se comienza a preocupar… cuando la vida se pone difícil, ¡quiero que sepas que Jesús está ahí contigo! ¡Él siempre te sostendrá! ¡Él nunca te dejará ni te abandonará! Sin grandes dificultades, no hay grandes hazañas. Sin la batalla, no puede haber victoria. ¡Así que! ¡No te des por vencida! ¡Persevera hasta el final!