En 1972, durante la guerra de Vietnam, una niñita de nueve años hizo noticias cuando fue fotografiada escapando su pueblo, que había sido bombardeado con explosivos. Kim Phuc estaba tan quemada, que no pensaban que se recuperaría.

Pero después de más de un año de estar en un hospital en Saigón, y dieciséis operaciones, ella regresó a su pueblo para rehacer su vida. Su vida ha sido un recorrido… de los horrores de la guerra… ¡a la fe, el perdón, y la paz!

Según una historia en la Crónica Cristiana de Minnesota, Kim Phuc, fue invitada a Washington en 1996 para dar un discurso en el Monumento a los Veteranos de Vietnam. Mientras ella hablaba, ella dijo que ella perdonaría al piloto que bombardeó su pueblo, si algún día se encontraban.

Increíblemente, el piloto, Juan Plummer, estaba en el auditorio. Él había escuchado que Kim hablaría durante la ceremonia, así que él fue para escucharla. Después de la ceremonia, los dos se encontraron. Plummer le dijo: “Lo siento mucho. Lo siento mucho. Perdóname”. Kim le contestó. “No te preocupes. Ya te he perdonado.”

Santiago 3:17-18 dice, La sabiduría que viene de lo alto es, ante todo, pura, y además pacífica, amable, benigna, llena de compasión y de buenos frutos, ecuánime y genuina. 18En fin, el fruto de la justicia “se siembra en paz” para los que hacen la paz.

Un grupo de misioneros cristianos se encontraron en Nueva Delhi, India, con los representantes “de otras religiones” para discutir acerca de sus creencias. En el curso de sus conversaciones, un miembro “de una religión no-cristiana” le dijo al misionero, “¡A ver! Dime una cosa “que tu religión” puede ofrecerle a un indio… ¿que la mía no puede? El misionero lo pensó por un momento y respondió, “¡El perdón! ¡SI! ¡El perdón!”

La sabiduría de Dios nos lleva a la armonía y la paz, mientras que la sabiduría humana nos lleva a la arrogancia y la discordia. Para el mundo, la sabiduría de Dios “parece tonta”. Pero para Dios, la sabiduría del mundo “es tonta”. Una manera, ¡lleva a la vida! Y la otra, ¡lleva a la muerte!

Siempre hay una opción cuando nos enfrentamos a un reto, en cuanto a la sabiduría que usaremos. La respuesta revelará quien es el Señor en tu vida. Nuestra tendencia natural es de odiar a nuestros enemigos, o por lo menos, de evitarlos a toda costa.

Pero si tú te corres del conflicto, te sentirás infeliz siempre. Jesús nos llama a un estándar más alto. ¡Él quiere que seamos pacificadoras! Las que trabajan “por la paz” resuelven sus conflictos y se reconcilian con sus relaciones.

La vida cristiana “es una vida de siembra y cosecha”. ¡Y nosotros cosechamos exactamente lo que sembramos! El que obedece la sabiduría de Dios, no cosecha pecado y guerra… ¡SINO JUSTICIA Y PAZ! Cuando vivimos correctamente, el Señor puede ofrecerles justicia y paz a otros, a través de nuestra vida.

Si plantas una semilla de manzana, recibirás un árbol lleno de manzanas, ¿no es cierto? ¡Es la ley de sembrar y cosechar! Si tú plantas una semilla de conflicto, terminarás con muchos más problemas de lo que pensabas.

El perdón es tan importante “en el andar cristiano” que Jesús mismo lo enseñó muchas veces. Sus sermones, Sus parábolas, Sus discursos privados, y hasta Sus oraciones estaban llenas de lecciones acerca del perdón. ¿Cómo podemos solucionar conflictos? Veamos siete claves para volvernos en hombres y mujeres pacificadores, en medio de los conflictos:

(1)Cuando tú tienes un conflicto, da el Primer Paso: No esperes a que la otra persona venga a ti. Tú toma la iniciativa. Jesús tomó la iniciativa al mostrar misericordia hacia nosotras. Jesús no esperó a que nosotras le pidiéramos disculpas. ¡Jesús dio el primer paso! Y Él quiere que nosotras hagamos lo mismo.

Romanos 5:8 dice, Dios muestra Su amor por nosotros en que, cuando aún éramos pecadores, Cristo murió por nosotros.

(2)Pídele a Dios Sabiduría: A Dios “le encanta ayudarnos” cuando nosotras hacemos lo que Él dice. Santiago 1:5 nos recuerda, Si alguno de ustedes requiere de sabiduría, pídasela a Dios, y Él se la dará.

Pídele a Dios que te ayude a decidir la hora y el lugar “adonde planeas hacer tu reunión de paz. Pídele que te dé las palabras correctas, y la forma correcta de decirlas. Por eso Proverbios 25:11 dice, Manzana de oro con adornos de plata: ¡eso es la palabra dicha cuando conviene!

(3)Comienza con tu Propia Confesión: No comiences con un montón de acusaciones. No comiences a enumerar todas las formas con que has sido herida. Comienza con lo que es tu falta. El conflicto puede que sea 99% la culpa de la otra persona. ¡Pero tú puedes encontrar algo que confesa!

En vez de acusar a la otra persona – y en vez de excusarte a ti misma – comienza con tus propias faltas, aun cuando haya sido simplemente tu pobre respuesta. ¡Pero tú comienza con lo que es tu pecado!

Reconciliarnos no es una habilidad que está bien desarrollada en nuestro mundo de hoy, pero es una habilidad que se puede aprender. A decir verdad, JESÚS LLAMA A TODOS LOS CREYENTES A SER PACIFICADORES… ¡Y RECONCILIADORES!

(4)Escucha el Dolor y la Perspectiva de la Otra Persona: Siempre va a haber dolor en un conflicto. Alguien dijo, “Cuanto más dolida estoy, más ataco a otros.” La gente que no tiene dolor… ¡NO ATACA A OTROS! Por eso las pacificadoras escuchan el dolor de la otra persona, y captan su perspectiva.

San Francisco de Asís dijo una vez, “Busca comprender primero… antes de buscar ser comprendida”. Filipenses 2:4-5 dice, No busque cada uno su propio interés, sino cada cual también el de los demás. 5Qué haya en ustedes el mismo sentir que hubo en Cristo Jesús.

Significa que tú eres, más como Jesús, cuando te enfocas más “en el dolor ajeno, que en el tuyo”.

(5)Habla la Verdad con Tacto: Efesios 4:15 dice, Profesemos la verdad en amor. La verdad no es suficiente. NO ES SOLO LO QUE DICES… ¡SINO COMO LO DICES! Si hablas ofensivamente, será recibido defensivamente. Dios es muy específico acerca de las clases de palabras que son inapropiadas.

Estas son palabras que aumentan el conflicto. Palabras furiosas, hirientes, y acusadoras no sirven para nada. Solo crean más problemas. Colosenses 3:8 dice, Deben de abandonar también la ira, el enojo, la malicia, y la blasfemia.

(6)Arregla el Problema, no la Culpa. Necesitas aprender a atacar el problema, no atacar a la otra persona. Echar la culpa es una pérdida de tiempo. Siempre que estés echando la culpa, estarás desperdiciando energía, y no estarás arreglando el problema.

(7) Enfócate en la Reconciliación, no en la Solución. La reconciliación significa restablecer la relación. Significa que estás dispuesta a hacer las paces. Por otro lado, la solución significa resolver “cada uno” de los desacuerdos.

Todos somos diferentes. No vamos a estar de acuerdo en todo. Pero la que siembra la paz, aunque no esté de acuerdo, no tiene que ser desagradable. Eso se llama madurez. Nuestro mundo está lleno de conflictos. Coge un periódico, mira la TV, anda a Twitter o Facebook. ¡Sal a las calles!

ESTÁ EN TODAS PARTES: Hay guerras, divisiones, argumentos, pleitos, estrés entre la gente, prejuicios y racismo, violencia, y terrorismo. Nuestra civilización ya no es civil. Y como resultado, tenemos relaciones rotas, vidas quebradas, y corazones quebrantados.

Mi reto “para ti” es que te comprometas a volverte “una persona pacificadora en un mundo lleno de conflicto. ¿Si tú das el primer paso, y te acercas a alguien que te ha herido, ¿qué seguridad tienes de que la persona cambiará su comportamiento, y te pedirá perdón?

¡Jesús no esperó a que nosotras nos disculpáramos! ¡Jesús dio el primer paso! ¿Qué conflictos en tu vida estás dispuesta a afrontar hoy… ¡Y SER UNA MUJER PACIFICADORA!