A pesar que “olvidarse de las cosas” aumenta con la edad, es muy común en todas nosotras. Pero hay una clase de olvido que no tiene excusa a ninguna edad – ¡ES LA DE OLVIDARTE DE SER AGRADECIDA A DIOS!
David, el salmista, se propuso no fallarle a su Señor de esa manera. Así que él exhortaba a su alma en el Salmo 103:2,¡Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides ninguna de sus bendiciones!
La maestra del grupo de mujeres de la iglesia, sacó un pedazo de papel grande. Luego, puso un punto negro en medio del papel. Levantó el papel, y les preguntó que era lo que veían. Teresita levantó la mano, y dijo: “Yo veo un punto negro.” “Muy bien, Teresita”. “Es correcto”, dijo la maestra. ¿Y qué más ven?”
Hubo un gran silencio. “Estoy muy sorprendida”, comentó la maestra. Ustedes han “pasado por alto” lo más importante… ¡la hoja de papel! ¶ Muchas veces, nos distraemos con lo pequeño.
Nos enfocamos en el punto negro del desaliento, la desesperación, los problemas, y estamos propensas a olvidarnos de las numerosas bendiciones que recibimos del Señor. Pero, como la hoja de papel, las cosas buenas “son mucho más importantes” que las adversidades… ¡que acaparan nuestra atención!
En vez de concentrarnos en las pruebas de la vida, enfoquemos nuestra atención en Sus bendiciones. Digamos como el salmista en el Salmo 68:19,Bendito sea el Señor, el Dios de nuestra salvación, que todos los días nos colma de beneficios. Pasemos más tiempo contando nuestras bendiciones… ¡que aireando nuestras quejas!
Cuando nos encontramos llenas de ansiedad acerca del futuro, es muy probable, que nos hayamos olvidado de cuan fiel ha sido Dios en el pasado. Cuando nos olvidamos lo que el Señor ha hecho – los beneficios que ha puesto a nuestro alcance, la fidelidad y bondad que Él nos ha demostrado… ¡nuestra fe comienza a flaquear!
Si tú eres como yo, que no siempre te acuerdas de cómo el Señor ha contestado tus oraciones, te recomiendo que escribas “las cosas” que estás pasando. A lo que releo mis antiguas oraciones, puedo ver como Dios resolvió situaciones “que parecían imposibles” … ¡DE UNA FORMA PERFECTA!
A veces, un diario “nos puede ayudar a aclarar las cosas,” por las cuales hemos orado, y mostrarnos respuestas, qué de lo contrario, se hubieran perdido. ¿Cuándo fue la última vez que alabaste a Dios “abiertamente y sin ninguna vergüenza” por haberte ayudado durante tus dificultades?
Alguien dijo, “Si los cristianos alabáramos al Señor más, el mundo tendría menos dudas acerca de Dios”. Por lo tanto, no solo es apropiado expresar tu gratitud por todos Sus beneficios, sino que tu ejemplo, también alentará a otros “a pasar de la duda a la fe”… ¡MIENTRAS ALABAS A JESÚS!
3El Señor perdona todas tus maldades, y sana todas tus dolencias. 4El Señor te rescata de la muerte, y te colma de favores y de su misericordia. 5El Señor te sacia con los mejores alimentos para que renueves tus fuerzas, como el águila.
Bendecir al Señor significa deleitar Su corazón expresando amor y gratitud “por ser quien es”, y por todo lo que Él hace.
Los papás y las mamás se encantan, cuando sus hijos les dan las gracias y los aman, sin pedir nada a cambio. La verdadera alabanza viene de un corazón agradecido “que quiere glorificar y complacer al Señor”.
Algunos salmos son dirigidos a Dios, otros son dirigidos a otra gente – ya sea a los justos, a los pecadores, a Israel, a las naciones gentiles, y a otros grupos. Pero en este Salmo 103, el salmista se está hablando a sí mismo.
David escribió el Salmo 103, para no olvidarse de las bendiciones de Dios – y para continuar siendo agradecido por todo lo que Dios había hecho por él. David enumera “seis bendiciones especiales” de la mano del Señor: el perdón, la sanación, la redención, el amor, satisfacción y renovación.
Roy Clements, el pastor de una iglesia bautista en Inglaterra, dijo: “Realmente, lo que David estaba haciendo aquí”, era catalogando la bondad de Dios.
Estaba enumerando sus bendiciones, “no fuera” qué en un momento de depresión o pecado, pudiera olvidarse de la fuente de su prosperidad, y no apreciar la gracia de Dios. ¿Aprecias tú “la gracia” que Dios te ha dado?
Algunos pueden murmurar contra Dios y quejarse de Él. Ellos lo hacían en la época de David. ¡Todavía muchos lo hacen hoy en día! David quería que sus palabras fueran de alabanza. La alabanza de David estaba centrada “en las cosas buenas” que Dios hacía por él.
No importa lo difícil que sea la vida -- siempre podremos identificar nuestras bendiciones -- ya sean pasadas, presentes, y hasta futuras. Si en algún momento crees, “que no tienes nada por qué alabar a Dios”, ¡tienes que leer la lista de David!
Juan Stott, famoso teólogo anglicano, escribió acerca de este salmo: “Tenemos aquí las auténticas palabras de una criatura de Dios, que amontona palabras para expresar su gratitud por la gracia de Dios. ¿Por qué debe una persona alabar a Dios? Obviamente, para que no nos olvidemos de Sus muchas bendiciones. ¡Es humano olvidarse!
Por su tono “tan natural” muchas veces pensamos que el Salmo 103 se escribió durante algún momento culminante en la vida de David. Pero puede que fuera escrito en uno de sus momentos más difíciles. Tu manera responder “a los altibajos de la vida” es tu responsabilidad.
El Salmo 103 te puede ayudar a reflexionar acerca de los beneficios que han venido a tu vida. No permitas que algunas de las cosas negativas de tu vida “eclipsen” las muchas cosas positivas. ¡Enfócate en las buenas cosas que el Señor te ha dado!
Se han dado cuenta -- que cuando nos reunimos a orar con otros -- todo lo que hablamos es acerca de los problemas en nuestras vidas, de las dificultades en nuestro país, de nuestra preocupación por aquella u otra familia, o por nuestra tristeza por la muerte de un ser querido. Entonces, alguien en el grupo, dice, “¡Un momento!
¿Por qué no hablamos acerca de las buenas cosas que Dios está haciendo?” Es increíble “lo que esa perspectiva puede hacer” en nuestra reunión. De vez en cuando, sal a comer con tus amigas o tu familia, y conversen “acerca de las buenas cosas” que están sucediendo en sus vidas. ¡Las cosas positivas comenzarán a eclipsar las negativas!
Un muchacho escoses, llamado Duncan Campbell, sirvió en el ejército inglés durante la primera guerra mundial. En abril de 1918, él participó en uno de los últimos ataques de caballería. El enemigo le disparó a él y a su caballo. El caballo cayó muerto instantáneamente, y Campbell quedó malamente herido.
A lo que yacía herido en el campo de batalla, la caballería canadiense pasó al lado suyo, y siguió de largo.
Pero uno de los soldados canadienses lo encontró, y lo llevó a la estación médica. Mientras yacía ahí herido, Campbell comenzó a orar “en voz alta” esta oración, “Señor, hazme tan santo ‘como un pecador salvado’ puede ser.”
A lo que la presencia del Espíritu Santo inundaba el alma de Campbell, éste comenzó “espontáneamente” a citar el Salmo 103. A alabar y agradecerle a Dios por todas Sus bendiciones. Al poco rato, siete soldados canadienses -- que estaban en las “camas cercanas” -- fueron gloriosamente salvados.
Esta experiencia “tan increíble” transformó tanto la vida de Campbell, que lo llevó a dedicar su vida al ministerio cristiano. Dios lo usó grandemente “para llevar a cabo un gran avivamiento” en las islas Hébridas de Escocia, y pudo alentar a “mucha gente” por medio de su vida, y su mensaje de salvación.
David termina este salmo, exclamando, “¡Bendice alma mía al Señor!” Cada criatura en el cielo “no hace otra cosa” que bendecir al Señor. ¡Nosotras, que estamos en esta tierra, podemos gozar “del cielo en la tierra” a lo que le expresamos nuestro agradecimiento a nuestro gran Dios!