¿Qué es lo que le pasó a esa pareja entre el día de su boda -- tan feliz, tan formal y sincera – y el día en que los papeles de divorcio se firmaron? ¿Qué les pasó a esos padres entre el día del nacimiento de su precioso bebé, y el día en que se quejaron de que “el muchachito malcriado” era un pesado?
¿Qué nos pasó a nosotros -- entre el día en que nuestro ser querido fue diagnosticado con una condición terrible -- y el día en que ese ser amado (al que tanto apreciamos) se vuelve en una carga para nosotros?
En pocas palabras – la pareja divorciada, los padres frustrados, y la familia abrumada – ¡han perdido su primer amor! Gradualmente, casi imperceptiblemente, lo que al principio se hacía con un fervor apasionado, se ha vuelto en una obligación… ¡en una carga!
A lo mejor sea eso -- lo que algunas de nosotras “estamos sintiendo acerca del cristianismo” en estos momentos. Tal vez estamos caminando a duras penas… ¡cumpliendo con nuestro deber!
En Apocalipsis 2:2-5, Jesús le dice a la iglesia de Éfeso, Así dice el que lleva siete estrellas “en su mano derecha” y anda en medio de los siete candeleros de oro: “Yo conozco tus obras, tu arduo trabajo y tu paciencia.
Sé que no soportas a los malvados, que has puesto a prueba a los que dicen ser apóstoles y no lo son, y que has descubierto que son unos mentirosos. 3Por causa de mi nombre has resistido, sufrido y trabajado arduamente, sin rendirte. 4Pero tengo contra ti… ¡que has abandonado tu primer amor!
En este pasaje, Jesús nos dice “que nuestra obligación más grande” es el de amar a Dios con todo nuestro corazón. Él nos declara “que Dios no se complace” con una obediencia forzada, que no fluye de un amor genuino. Jesús, misericordiosamente, le revela Su gloria a la iglesia de Éfeso, y les dice… “que lo que Él requiere de ellos” es su primer amor.
Jesús no solo les dice lo que Él tenía en contra de la iglesia en Éfeso – que habían abandonado su primer amor -- sino que les da “un plan de acción, en el vs 5”, Así que ponte a pensar en qué has fallado, y arrepiéntete, y vuelve a actuar como al principio. De lo contrario, vendré a ti y, si no te arrepientes, quitaré tu candelero de su lugar.
¿Se acuerdan ustedes cuando se enamoraron por primera vez? No hacían otra cosa que pensar en su amado. Lo único que querían era estar con su amor. ¿No es cierto?
“Yo me acuerdo cuando mi prima Rosita, que solo tenía 18 años en ese entonces, se enamoró de Antonio. ¡Y Antonio se enamoró locamente de Rosita! ¡Él no hacía otra cosa que contemplarla! A los pocos meses “que este bello romance comenzó” -- la empresa donde Antonio trabajaba -- lo trasladó a una ciudad a tres horas de Lima.
¡Pero esto no cambió las cosas para Antonio! Así que todas las tardes, apenas salía del trabajo, Antonio manejaba esas tres horas “de camino” para ver a su Rosita -- para estar con ella -- aunque solo fuera “por un par de horas”. Rosita vivía con su mamá y sus dos hermanas. ¡Este era un amor puro, limpio, y bello!
¡Un amor del cielo! Después de visitar a su bella Rosita, Antonio se iba a pasar la noche en la casa de sus padres. Y a la mañana siguiente, él partía a las cinco de la mañana para regresar a su trabajo, y estar ahí a las 8 “en punto” de la mañana.
¡Él hizo ese viaje “todos los días” durante dos años! ¡Él no veía las horas de ver a su Rosita! ¡Vivía para verla todos los días! Finalmente, después de dos años, el gran día de la boda llegó.
La parejita “feliz y contenta” se fue a vivir a la ciudad donde Antonio trabajaba. ¡No más viajes! ¡No más separaciones! ¡Estarían juntos para el resto de sus vidas! ¡Ese fue uno de los amores “más románticos” que yo he visto en mi vida!
Los años pasaron… ¡y la hermosura de ese amor nunca decayó! Aunque ya ambos han muerto, su apasionado amor perduró para toda su vida. ¡Siempre enamorados! ¡Siempre apoyándose el uno al otro! ¡Antonio y Rosita nunca abandonaron su primer amor!
Sin embargo, es trágico ver un matrimonio en que los esposos se han vuelto fríos, el uno con el otro. Aunque todavía sigan juntos, la soledad y el distanciamiento predominan. Hay cierta rigidez que se puede ver en sus ojos, y en sus expresiones. La vitalidad y frescura de los primeros años de amor, han desaparecido con el pasar de los años.
La iglesia en Éfeso cumplía con las tareas de la iglesia ¡SI! ¡Y hablaban la verdad! ¡Jesús los felicita por todo eso! Pero en Sus palabras, Jesús les revela lo que estaba pasando con ellos. A pesar de que ellos se mantenían firmes en la verdad… ¡habían abandonado su primer amor!
Un comentarista escribió, “Si el precio que pagaron los efesios por preservar el verdadero cristianismo “fue la pérdida del amor” ¡el precio fue demasiado alto! El cristianismo “sin amor” es una fe pervertida.”
¿Sería que habían perdido su amor por Cristo?... ¿el amor él uno por el otro? … ¿el amor por la comunidad de los no-creyentes alrededor suyo? No hay necesidad de escoger entre esas opciones. Porque cuando el amor por Cristo -- no es lo que debiera ser -- nuestro amor “por todo los demás,” es afectado.
Para todas nosotras, que estamos comprometidas a la verdad doctrinal, este es un recordatorio de que la medida máxima de una iglesia, NO SE ENCUENTRA EN SUS PROGRAMAS, SUS LOGROS, SU REPUTACIÓN O SU DOCTRINA FUNDAMENTAL, ¡SINO EN SU AMOR!
Si el amor “por Jesús” comienza a disminuir, empezaremos “a parecernos” a la iglesia de Éfeso: impresionante por fuera… ¡pero sin amor por dentro! Y Jesús nos advierte… ¡que esto no es poca cosa! Quitarle el candelero a la iglesia de Éfeso significaba dejar de reconocerlos como Su iglesia… ¡como Su gente!
A decir verdad, ¡una iglesia sin amor… ¡no es una iglesia! A lo mejor te estás dando cuenta que no amas a Dios de la forma como lo hiciste antes. ¡Esto nos puede pasar “fácilmente” a todas! Nuestros ojos comienzan a secarse, nuestras oraciones se vuelven frías. ¿Pero qué podemos hacer al respecto?
Jesús nos dice, Así que ponte a pensar en qué has fallado, y arrepiéntete, y vuelve a actuar como al principio.
Las obras hechas “al principio” eran probablemente la clase de cosas que la gente hace, cuando sus mentes y sus corazones están dominados por una devoción abrumadora. Evidentemente, esta devoción “se había desvanecido” de la iglesia en Éfeso.
Por eso, Jesús les dice, que recordaran como habían sido las cosas, antes que se arrepintieran de las cosas, “que los habían alejado de esa devoción”, y que hicieran las obras que habían hecho al principio. Por eso, nosotros debemos recordar ¿qué fue lo que nos atrajo a Jesús, lo que nos hizo amarlo en primer lugar? Y luego usar eso, ¡cómo un estímulo para seguir adelante!
En pocas palabras… ¡regresemos a lo básico! Recuerda tu amor por el Señor -- y por otros -- cuando te entregaste a Cristo. ¿Dirías tú, que tus actitudes y acciones actuales, reflejan un amor mayor, menor o similar?
Si sientes que tu amor ha disminuido, ¿qué hábitos “poco amorosos” se han desarrollado en tu vida? La clase de amor que Dios quiere que tengas por Él -- y por otros -- es ilustrado en el amor que Cristo tenía por Su Padre… ¡y por toda la humanidad! ¡Cristo obedeció perfectamente a Su Padre durante toda Su vida terrenal!
Él se humilló, volviéndose obediente hasta la muerte en la cruz. Cristo expresó Su amor por nosotros… ¡dando Su vida por nosotros!
1 Juan 4:19 dice,Nosotros amamos a [Jesús], porque él nos amó primero. 20Si alguno dice: «Yo amo a Dios», pero odia a su hermano, es un mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios, a quien no ha visto? 21Nosotros recibimos de él este mandamiento: El que ama a Dios, ame también a su hermano.
¡Levantemos los ojos para mirar a Jesús! Levantemos la vista de lo que estamos haciendo – de nuestros programas, nuestros esfuerzos, nuestros ministerios – y miremos la belleza y el amor de Aquel, que murió por nosotras, ¡y que vive en nosotras!
¡El amor se reaviva cuando miramos todo lo que es hermoso! Así que, si tu amor se ha vuelto frio, mira a Jesús, como Él se revela “así mismo” en Su Palabra. ¡Y la alegría y la intensidad de tu amor regresarán!
Si en vez de mirar a tu esposo pesado, solo ves a tu novio en el día de tu boda. Si en vez de mirar a tu muchachito malcriado, solo ves a tu bebé recién nacido. Si en vez de mirar a tu familiar enfermo o afligido, solo ves a tu pariente amado, a alguien que extrañarás cuando él o ella se haya ido…
Si en vez de mirar a tu iglesia necesitada, solo ves a aquellos “por quienes Cristo murió”, ¡TU PRIMER AMOR REVIVIRÁ EN TU CORAZÓN!