Proverbios 27:4 dice,La ira es cruel, y el furor es impetuoso, pero ante la envidia [y los celos], ¿quién puede sostenerse?

¿Cuál es la diferencia entre la envidia y los celos? Realmente, ambos son los dos lados de la misma moneda. La envidia – que es la más sofisticada de los dos – es un resentimiento “tremendo” por la bendición que otra persona tiene… ¡acompañado “por un gran deseo” de tener esa misma bendición!

La envidia quiere tener lo que otra persona tiene, mientras que los celos “quieren poseer” lo que ya tienen. Los celos son toscos y crueles. La envidia es astuta y sutil. Los celos agarran y sofocan. La envidia está siempre queriendo alcanzar, siempre anhelando… y haciendo insinuaciones malintencionadas.

A decir verdad, la envidia y los celos “fueron la caída de la humanidad” desde el principio. En Génesis 4, fueron los celos los que hicieron que Caín matara “a su hermano Abel”. Sería muy fácil descartar la historia de Caín y Abel – pensando que no aplica a nosotros.

Sin embargo, es muy posible “destruir a aquellos a quienes envidiamos” sin ponerles un dedo encima -- solo por medio de una palabra despreciativa… aquí y allá. No solo eso, la envidia -- cuando no la resolvemos en nuestros corazones -- ¡nos puede abrumar!

La envidia… los celos pueden manifestarse cuando otros reciben más, o logran mejores resultados que nosotros. Puede penetrar en nuestra mente cuando observamos las vidas de gente “que casi no conocemos” … pero que tienen “algo”, que nosotras no tenemos.

Cuando alguna persona se siente feliz -- ya sea por algún éxito obtenido, o por su buena reputación -- la envidia se revela “cuando no nos alegramos por esa persona”.

AHORA BIEN

Para poder entender esto “más profundamente”, concentrémonos en la parábola que Jesús contó “acerca del hijo pródigo” en Lucas 15. No en la historia del hijo pródigo en sí, que pidió su herencia antes de tiempo, y se fue a una ciudad lejana, malgastando todo su dinero en juergas, y en una mala vida.

Cuando ya no le quedaba ni un real, y estaba muerto de hambre, decidió regresar a la casa de su padre. El padre lo recibió con los brazos abiertos y, ¡dio una gran fiesta para festejar el regreso de su hijo! ¡ENFOQUÉMONOS AQUÍ “EN LA REACCIÓN DEL HERMANO MAYOR” CUANDO SE ENTERA DEL REGRESO DE SU HERMANO MENOR!

Lucas 15:25-28 dice, El hijo mayor estaba en el campo, y cuando regresó y llegó cerca de la casa, oyó la música y las danzas. 26Entonces llamó a uno de los criados, y le preguntó qué estaba pasando.

27El criado le respondió: “Tu hermano ha vuelto, y tu padre ha ordenado matar el becerro gordo, porque lo ha recibido sano y salvo.” 28 Cuando el hermano mayor escuchó esto, se enojó tanto que no quería entrar. Así que su padre salió a rogarle que entrara.

Esta parábola no solo habla “del hijo rebelde, y de su padre”, sino también habla del hijo mayor… ¡que nunca se fue de la casa de su padre! Año tras año, el hijo mayor trabajó para su padre, esperando recibir su recompensa en el futuro. Él había visto el dolor, que la rebelión de su hermano, le había causado a su padre.

Cuando el hijo pródigo regresó a la casa de su padre, el hermano mayor estaba trabajando en el campo -- como todos los días. Él no estaba acostumbrado a escuchar música ni baile en su casa. Así que, él llama a uno de los sirvientes, que le da la buena noticia. “¡Tu hermano ha regresado a casa!

Y tu padre ha mandado matar al becerro gordo, porque tu hermano ha regresado sano y salvo. ¡Patrón! ¿No es esto maravilloso? Sin embargo, en vez de participar en la fiesta, el hermano mayor se pone furioso. ¡Su mente se nubla de celos! ¡Para qué ha venido “este cretino” a perturbar la paz de esta casa!

Es obvio que cuando su hermano menor regresó a casa… ¡el hermano mayor no se alegró con su padre! Su preocupación era solo por él… ¡y la injusticia que le habían hecho a él! “¿Y yo qué?” Cuando el hijo mayor vio a su padre celebrar el regreso de su hermano -- que se había portado como un cualquiera -- ¡no quiso participar en toda esa algarabía!

¿Por qué? Porque, aunque él nunca perdió su buena reputación ante su padre, no le hacía ninguna gracia, que el papá hiciera tanta alaraca, perdonando al forajido de su hermano. ¡Y hasta dando una gran fiesta en su honor! ¡Eso era el colmo! Él se sintió como un mártir, y se perdió “totalmente” la bendición de celebrar con su padre.

¡Él se negó rotundamente a entrar! Su papá salió para motivarlo “una y otra vez” a que entrara, y fuera parte de la celebración… ¡PERO NADA!

El hijo mayor explotó en el vs 29, diciendo: Aunque llevo tantos años de servirte, y nunca te he desobedecido, tú nunca me has dado siquiera un cabrito para disfrutar con mis amigos. 30Pero ahora viene este hijo tuyo, que ha malgastado tus bienes con rameras, ¡y has ordenado matar el becerro gordo para él!”

¡La envidia y los celos lo estaban carcomiendo! ¿Qué significa todo esto? ¿No sería que el hermano mayor “había dejado a su padre…” sin haber dejado el campo? El hijo menor había estado lejos de su padre -- en una ciudad lejana -- por sus pecados de inmoralidad. Pero el hijo mayor “estaba lejos de su padre” por sus pecados de mala actitud.

Sin haber dejado el campo… ¡el hermano mayor estaba “más lejos de su padre” que el hermano menor! ¡Debo de admitir que el hijo mayor no era del todo malo! Él era un buen hombre en su comunidad. Él era respetable, correcto, ejemplar, y obediente. ¡Él era trabajador! ¡Él era ahorrador! ¡En cambio, el hermano menor no era nada de eso!

El hermano mayor era una buena persona “pero solo por fuera”. ¡A él le faltaba algo! El corazón del hijo mayor “estaba fuera de honda” con el de su padre. ¡Él no tenía “el corazón amoroso” de su padre! En pocas palabras, “él no estaba contento” que su hermano hubiera regresado. Pensaba… ¡el muy cretino, ese!

En vez de compartir el gran afecto de su padre… ¡a él “solo le importaba” él mismo! De muchas maneras, ¡él no compartía el gozo de su padre! No había festivales en su vida, ni tampoco había música ni bailes – solo una monotonía tediosa y aburrida. En su interior… ¡él resentía su situación actual!

Aunque no lo quería reconocer -- en lo más profundo de su ser -- él envidiaba a su hermano menor. ¡Los celos lo estaban comiendo vivo!

Hasta ahora, “lo único que el hijo mayor ha hecho es quejarse “que nunca nadie “había dado una fiesta” en su honor… ¡a pesar de su fidelidad! Sin embargo, tal parece, que él nunca aprovechó la oportunidad “de tener una tierna relación con su padre…” ¡de alegrarse con él!

PAUSA

Es posible servir a Dios “año tras año” y, sin embargo, tener un corazón que está lejos de Él. Tú podrás ser una de las personas más trabajadoras de tu iglesia y, aun así, “estar llena de amargura” porque otras no comparten tu carga.

Tú puedes estar tan preocupada con tus labores espirituales, que cuando Dios obra milagros en la vida de otras personas “alrededor tuyo”, ¡tú no te alegras! Si tú sirves al Señor por obligación o por hábito, pero no por alegría y gratitud, ¡te sentirás como una mártir!

Tú envidiarás a las personas que están experimentando el gozo del Señor -- mientras que tú te sientes agobiada por el trabajo que estás haciendo. ¡Esta no es la vida abundante que tu Padre ha planeado para ti! Los celos nos pueden volver hostiles “con aquellas personas” que nunca han tratado de herirnos.

Los celos no reconocen “que Dios sabe lo que está haciendo” cuando nos da dones. Cuando nos sentimos envidiosas del éxito de otra persona, le estamos diciendo a Dios, básicamente, “Yo debería estar ahí… yo debería ser tan bella como ella… Yo debería tener lo que él o ella tiene. Todo es… ¡Yo! ¡Yo! ¡Yo!

¿Qué te hace pensar que tú puedes cuestionar la sabiduría divina de Dios, por la forma que Él trata con nosotros, y con otros? Él nos ha creado, y ha arreglado nuestras circunstancias “exactamente” como Él las quiere.

La mayoría de la gente lucha con la envidia y los celos por una razón u otra… o en algún momento u otro. ¿Y cuál es la cura? Con la ayuda del Espíritu, debemos llamar a la envidia y los celos” lo que son. ¡Son pecados! ¡Y pedirle a Dios que nos ayude a arrancarlos de raíz!

¡Y también debemos considerar “todo lo que tenemos” en Cristo! Mientras pensamos acerca de las bendiciones espirituales “que son nuestras por medio del Espíritu”, los celos y la envidia se desvanecerán… ¡y el contentamiento crecerá en su lugar!!Así qué! No dejes que la envidia y los celos crezcan en tu corazón hoy día… ¡ARRÁNCALOS DE RAÍZ!