Jorge andaba todo apurado para alcanzar su avión. Él estaba casi “sin aliento” mientras corría hacia la puerta. Jorge pasó “a un señor” que tenía puesto uniforme de piloto. Ese señor le preguntó por qué iba corriendo. “¿A dónde vas tan apurado? Jorge le contestó jadeando, “¡Estoy tarde! ¡Voy a perder mi vuelo!”
“¿Qué número de vuelo tienes?” Jorge le dio el número de vuelo. El señor uniformado le dijo, ¡No te preocupes tanto! Yo soy el piloto de ese avión.” Si el piloto no está apurado, ¡tú no necesitas estarlo tampoco! ¡No te estreses acerca de las cosas…por puro gusto!
Espera en Dios, y confía: Qué si el Señor se está tomando Su buen tiempo… ¡tú también puedes hacerlo! Mateo 6:33 dice, Busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas.
Hace poco leí en las “Noticias Médicas” que más de la mitad de todas las enfermedades en el mundo son causadas por la preocupación. Increíble, ¿no? ¡Más de la mitad de todas las enfermedades!
¿Alguna vez has visto a una persona, que tiene sus manos retorcidas por la artritis reumática? Estudios parecen indicar que la artritis es causada -- por lo menos en parte -- por el miedo y la ansiedad. Estas emociones “tienen un efecto tóxico” en los sistemas del cuerpo.
Muchos cristianos “hoy en día” andan preocupados por un sinfín de cosas. Se preocupan por el dinero, por su seguridad laboral, su salud, y su futuro.
El propósito de Dios nunca ha sido que vivamos una vida de preocupación y estrés. Lo que Él quiere es que caminemos por fe y, ¡valientemente! ¡Él nos ha hecho vencedoras! Entonces, ¿por qué, a veces, no nos sentimos vencedoras?
¿Por qué las preocupaciones de este mundo “pesan tanto” sobre nuestros hombros? ¡Porque las estamos cargando sobre nuestros propios hombros! El secreto de una vida libre de preocupaciones es de buscar el reino de Dios y Su justicia primero -- antes que cualquier otra cosa.
¿Qué es la preocupación a todo esto? La preocupación es una emoción que surge cuando sentimos dudas acerca del futuro. Es una intranquilidad o miedo. Es un estado de desasosiego, de una inquietud o temor producido por una situación, o un problema difícil. Podríamos decir… ¡que es una fe asustada!
La preocupación es realmente la falta de confianza en la habilidad de Dios “de proveer por nuestras necesidades”. Cuando nos preocupamos, estamos realmente diciendo, “Estoy totalmente convencida de que Dios “no proveerá por mí” en esta área.”
En cambio, ¿sabían que Abrahán fue un hombre que eligió no preocuparse? Hebreos 11:8 dice, Por la fe, Abrahán obedeció cuando fue llamado, y salió sin saber a dónde iba, y se dirigió al lugar que iba a recibir como herencia.
Abrahán no tenía idea a donde iba, pero él no quiso preocuparse! Dios le había prometido que lo bendeciría a él y su familia… ¡y eso era suficiente para él!
En Génesis 12:2-3, El Señor le había dicho a Abrán: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. 2 Yo haré de ti una nación grande. Te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición.
3Bendeciré a los que te bendigan, y maldeciré a los que te maldigan; y en ti serán benditas todas las familias de la tierra.”
Miremos esta promesa más detenidamente: (1) Dios dijo que iba a hacer de Abrahán una gran nación. (2) Él dijo que engrandecería el nombre de Abrahán. (3) Él dijo que Abrahán sería una bendición.
(4) Él prometió bendecir a aquellos que bendecían a Abrahán, y maldecir aquellos que lo maldecían. Y (5) Él dijo que todas las familias de la tierra serían bendecidas por la fidelidad de Abrahán. ¡Qué promesa tan increíble!
Sin embargo, noten lo que Dios no dijo: “Abrahán, “TÚ”vas a crear una nación poderosa.” “TÚ”vas a engrandecer tu propio nombre. “TÚ” tevolverás en una gran bendición, “por ti mismo”. ¡NO!
La responsabilidad de crear una nación, de honrar al hombre, de ungirlo, de bendecir a sus amigos y maldecir a sus enemigos, y de bendecir a las familias del mundo estaba en las manos de Dios, ¡no en las manos de Abrahán! ¡Esto es porque Dios hizo un pacto con Abrahán!
Dios no estaba buscando un ayudante… ¡cuando llamó a Abrahán! ¡Él estaba buscando un amigo! Dios quería compartir Su corazón con Abrahán. Él quería inculcar en él una apreciación por las cosas del Espíritu. Dios le quería dar a Abrahán visión, y un sentido de destino. ¡Y eso es exactamente lo que Dios quiere hacer por ti! ¡Y por mí!
¡Él quiere ser tu amigo! Él quiere abrir tu corazón a las verdades espirituales. Él quiere darte una nueva visión. Él quiere revelarte el destino para tu vida. Dios quería que Abrahán buscara Su reino primero, y según la Escritura, ¡eso es lo que Abrahán hizo!
A lo que Abrahán caminaba con Dios, él descubrió varias cosas acerca del reino de Dios. (1) Que el reino de Dios es eterno, no como los reinos creados por el hombre, que no duran mucho. (2) El reino de Dios opera con sabiduría, gracia y verdad. El reino del hombre, expone decepción y confusión.
(3) El reino de Dios está basado en el amor, la misericordia y la generosidad. No da lugar a promoverse uno mismo. (4) El reino de Dios es un lugar seguro. No hay necesidad de tener miedo al rechazo. Y (5) El reino de Dios está lleno de provisiones. Satisface todas nuestras necesidades. ¡Estas verdades también aplican a tu vida! ¡Y a la mía!
Debemos buscar el reino de Dios primero. Entonces verás que tus planes, visiones, y sueños encajarán perfectamente. ¡Deja de preocuparte acerca del futuro! ¡Deja de preocuparte acerca de tus fracasos! ¡Deja de preocuparte acerca de tu propio reino! El reino de Dios sobrevivirá, cuando tu propio reino se desmorone.
Abrahán también aprendió otra lección “muy importante” acerca del reino de Dios. Él vio que ser ciudadano del reino no lo hacía inmune a los problemas. Una, y otra vez, él tuvo que lidiar con dificultades. Algunos fueron problemas mayores, pero él los confrontó… ¡como un hombre de fe!
¡Abrahán no siempre tomó la decisión correcta! A veces cometió errores – pero él nunca perdió de vista el reino… o al Dios que servía. Cuando tú experimentas cambios en tu vida, busca al Señor, y sabrás que hay paz en medio de la tormenta, ¡SI! una paz que sobrepasa todo entendimiento.
Con el tiempo, ¡verás que tu fe crecerá! Y te darás cuenta que todas aquellas cosas, por las cuales te estabas preocupando… ¡no eran aterradoras después de todo! Podrán ser retos, ¡SI! hasta obstáculos – pero Dios ha permitido que pases “por un tiempo de lucha” … por alguna razón.
¡Dios quiere que tu fe crezca! Él quiere desarrollar tu paciencia y tú carácter. ¡Él quiere que seas más como Jesús! ¡Si tú buscas el reino de Dios primero… ¡te librarás de la preocupación! ¿No te gustaría tener “la clase de relación con Dios” que Abrahán tenía? ¡Tú puedes tenerla! ¡Tú eres heredera de las bendiciones de Abrahán! ¡Heredera por fe!
Por eso, Pablo dice en Gálatas 3:29, Y si ustedes son de Cristo, ciertamente son linaje de Abrahán y, según la promesa, herederos. ¿No es esa una noticia maravillosa?
Y nosotros tenemos un pacto con Dios… ¡gracias a nuestra fe en Jesucristo! Así que tenemos derecho a las bendiciones, que Dios le prometió a Abraham. ¡Somos ciudadanas de Su reino, y herederas de la promesa! Pero debemos buscar Su reino primero – y Su justicia. ¿Qué es la justicia de Dios? ¡La justicia de Dios es Jesucristo!
Y por fe, nosotras somos hechas justicia en Él. La muerte y resurrección de Jesucristo nos ha dado vida abundante y eterna. Y también nos ha dado “favor” con Dios Padre. Primero Corintios 5:21 dice, Al que no cometió ningún pecado, por nosotros, Dios lo hizo pecado, para qué en él, nosotros fuéramos hechos justicia de Dios.
¿No es esto increíble? Nosotras tenemos la vida resucitada de Jesús y Su Espíritu -- juntamente con Su poder, autoridad, sabiduría, y unción. Estamos equipadas para hacer Su voluntad. Somos amadas y llamadas, purificadas y bendecidas – ¡gracias a nuestra relación con Jesús! ¡Abrahán confió en la Palabra de Dios para él!
¿Y tú? ¿En quién tienes puesta tu confianza? ¿Está tu fe débil en este momento? Si es así, abre la Palabra de Dios, ¡y deja que esta te hable! Estudia las promesas de Dios. ¡Deja que estas te alienten! La Biblia contiene más de seis mil promesas -- porque Dios sabe -- ¡que nuestra fe necesita ser fortalecida! ¿AMEN? ¡AMEN!